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miércoles, 4 de diciembre de 2019

013.- La versión Browning (1951)

Título original: THE BROWNING VERSION
Año: 1951
Nacionalidad: Gran Bretaña
Director: Anthony Asquith
Fotografía: Desmond Dickinson
Productor: Teddy Baird
Actores: Michel Redgrave, Jean Kent, Nigel Patrick, Brian Smith, Ronald Howard, Wilfrid Hyde White, Bill Travers.
Guión: Basado en una obra teatral de Terence Rattigan.
Género: Drama.
Tema: Un fracaso vital.
Argumento: Los últimos días que pasa en una escuela un profesor que no ha sabido conectar ni con el alumnado, ni con sus compañeros ni con su esposa.
Sinopsis: Crocker Harris es un profesor de latín y griego en una escuela privada inglesa. A sus cincuenta y tantos años, lleva una vida metódica y rigurosa, sin espacios para el humor o la alegría. Está casado con una mujer bastante más joven que él, que no aprecia su labor profesional y que, además, le engaña con otro profesor. Con sus alumnos mantiene un contacto distante y formal, centrado en las tareas académicas y sin interesarse por ellos como personas. Debido a problemas cardíacos, Crocker Harris va a cambiar de destino para ocuparse de tareas menos complicadas. En estos últimos momentos en la escuela, Crocker Harris tiene una serie de encuentros con uno de sus alumnos, con el profesor sustituto, con el profesor amante de su esposa, con ella misma y con el director del colegio. Cada una de estas situaciones es una ocasión para reflexionar sobre los años pasados y sobre su fracaso como persona.

Imagen de la película; el copyright es de los autores originales. La imagen se muestra con fines informativos.

Creo que conocí esta película cuando TV2 la emitió a muy altas horas de la noche, cuando yo daba mis primeros pasos como profesor. Su mensaje sobre la redención de un maestro tradicional -centrado en su saber y en el de su alumnado-, para convertirse en un maestro más moderno, menos exigente y más simpático, caló en mi sesera durante algún tiempo. Eran aquellos tiempos en los que, coincidiendo con la pedagogía buenista e ingenua preconizada por la administración educativa, me centré más en caer bien que en enseñar con rigor y exigencia. Así, aunque el comentario que sigue sobre la película es adecuado sobre su trama, ahora, tras haber concluido mi periplo profesional, pienso que los verdaderos maestros deben parecerse mucho más al protagonista en cuanto a su exigencia -no en cuanto a su antipatía para con sus alumnos; eso no-.


Entrando en la historia que cuenta la película

Existe un paralelismo entre el escaso aprecio personal que la figura de Crocker Harris ha conseguido de quienes le rodean y entre la escasa relevancia otorgada a las humanidades clásicas frente a la emergencia de asignaturas más técnicas o frente al deporte. En efecto, Crocker Harris es una persona seria a la que se trata formalmente y con disimulado desprecio por parte de todos. Hay tres excepciones. El joven profesor sustituto, temeroso ante su responsabilidad, le otorga un inesperado respeto, aunque su torpeza y jovialidad no son las mejores armas para demostrarlo. El alumno Tavlov, romántico y optimista, le guarda una secreta admiración no comprendida ni por sus compañeros ni por el propio Crocker Harris. El amante de su mujer, aprovechado y jovial, le ignora hasta que, por el hastío de su relación con la mujer de Croquer Harris y por el odio de ésta hacia su esposo, empieza a fijarse por primera vez en las cualidades y sentimientos del protagonista.

Crocker Harris se ha enterrado en vida. Ni es apreciado ni deja que le aprecien. A las elegancias de su alumno Tavlov responde con suspicacia. A los comentarios positivos de su sustituto responde con ironías; al acercamiento del amante de su esposa responde con frialdad; a las humillaciones de su esposa, con resignación; al calculado desprecio del director (que le niega una pensión), con estoicismo profesional. Pero todo ello tiene un precio. Crocker Harris no es la persona insensible que pretende mostrar. Conoce los entresijos y las razones de quienes les rodean, justificándolas y asumiendo su propia culpa en el rumbo que ha tomado su vida. Tras esa máscara de frialdad y rigor, Crocker Harris se derrumba y sobrevienen diferentes crisis. Emergen, a su pesar, sentimientos sinceros de pesar y de debilidad que tendrá que asumir ante el resto de una nueva existencia.

La forma de ser de Crocker Harris se nos evidencia en el frío trato hacia sus alumnos, a los que corrige con superioridad y a los que no admite ningún acercamiento. La escena de la llamada a la pizarra a Tavlov muestra la tensión y el temor de los alumnos ante él. La falta de originalidad y la torpeza al despedirse de sus alumnos en la última clase es significativa: no sabe ni cómo despedirse ni qué decirles. Crocker Harris sólo está seguro cuando utiliza su máscara de rigor. No está abierto a los sentimientos. Su vida se centra en el horario, las clases y –excelente escena– poner el reloj del salón en hora. La relación con su mujer se reduce a las discusiones sobre su falta de valía como hombre y como profesor y a los silenciosos contactos que mantiene cuando coinciden a la hora de comer. Este silencio es especialmente impresionante en la escena de la despedida de su mujer: ya no hay nada que decir, ya no hay nada que mirar; ya no hay nada más que el silencio.

Las crisis emocionales de Crocker Harris son comprensibles y hasta esperadas por los espectadores, que van asistiendo a las mismas con la esperanza de que se produzcan porque, en el fondo, conectan con el protagonista y quieren que deje de mostrarse distante y cerebral. La primera muestra de ello es la escena en la que a Crocker Harris le invade el recuerdo del gozo experimentado con sus lecturas de juventud. Le siguen escenas en las que recordará sus primeros años como profesor, cuando aún tenía esperanza en la vida. Hasta que no llega su discurso final no se produce la expiación de su culpa, reconociendo públicamente su fracaso. La interpretación de Michael Redgrave es tan creíble y natural que su personaje parece una persona real. Cuesta creer que estamos ante un actor y no ante Crocker Harris.

La esposa es una persona amargada y desilusionada ante la vida, que presenta una imagen sofisticada y elegante ante todos, excepto ante su marido a quien culpa de sus desgracias y de la falta de cumplimiento de sus expectativas. Al final de la película resulta ser la persona más desgraciada de todas, ya que tiene que asistir asombrada a la incipiente relación de amistad que se establece entre su marido y su amante. Su proyecto vital se reduce a conseguir comodidades y lujos que no le puede proporcionar su marido, por lo que lo trata con inusitada descortesía y con humillante desprecio. Es su forma de vengarse de un hombre que no la atendió debidamente. En realidad no es más que el resultado de una relación basada en las diferencias y no en los parecidos de la pareja. Jean Kent está muy bien.

El amante (Hunter) es un personaje muy bien interpretado. Nos lo presentan en la película, en el momento de la recogida de dádivas durante la misa. Un discreto cruce de miradas entre él y la mujer de Crocker Harris nos informa de la relación que mantienen. Hunter es un profesor mediocre pero que conoce los secretos del trato juvenil. Ignorante y ausente de cultura clásica o de sensibilidad por la literatura, centra su vida en los coqueteos y las aventuras amorosas. Sin embargo, desde el engaño al que somete a Crocker Harris, no entiende la falta de sensibilidad que su amante esgrime contra el marido. En vez de optar por el simple abandono de su amante, parece querer expiar su propia culpa ayudando al marido desechado. Esta actitud sólo es comprensible si asumimos que –como sucede en la película– Hunter asiste, junto a los espectadores, al despertar humano de Crocker Harris, accediendo así al conocimiento de los verdaderos sentimientos de éste. Hay una escena en la película que hoy se rodaría de otra forma: la bofetada que recibe Hunter por parte de su amante no consigue hacerle girar la cara, por lo que parece poco natural. En cambio, sí son muy buenos momentos las escenas que mantiene tanto con Crocker Harris como con Tavlov. Con este último, está especialmente bien en el gesto que hace con la cabeza para que Tavlov se retire ante la inminente crisis de Crocker Harris, a quien quiere proteger de una enojosa escena ante el alumno.

El personaje del director (interpretado por Wilfrid Hyde White, que repite casi el mismo papel que en El Tercer Hombre) es tratado con antipatía. Es una persona superficial, dotado para las relaciones públicas y siempre atento a las más nimias cuestiones. Reparte halagos por doquier, pero niega pensiones y honores a quien se los merece. Ocupado por las apariencias, no repara en humillar a Crocker Harris intentando minimizar su actuación en el acto de despedida del curso. Cínico, pero no ignorante –es de suponer que conoce la auténtica tragedia del protagonista–, se desentiende hábilmente de los problemas de las personas utilizando una diplomacia que raya en la hipocresía. Guardar la buena imagen de la escuela es su objetivo y no tiene ningún reparo en darle mayor importancia al profesor deportista (un palurdo que apenas sabe hablar, interpretado por Billl Travers en un corto pero ajustado papel) que al infeliz de Crocker Harris –que hasta le prepara los horarios.

El personaje de Tavlov es el más inocente de todos y el que es depositario de la esperanza. Vivo, despierto, entusiasta, curioso y... romántico. El alumno que todo profesor querría. Es el personaje que suscita y desencadena las contenidas emociones y sentimientos de Crocker Harris, quien no sale de su asombro ante el agradecimiento de su alumno. “Dios, desde la distancia, mira con complacencia al buen maestro” es la dedicatoria que derrumba la máscara del protagonista, a quien nadie, salvo este inquieto jovenzuelo, ha agradecido nada. También Tavlov será depositario del agradecimiento de Crocker Harris, en la última escena de la película, cuando por fin le comunica sus calificaciones (de forma indirecta, eso sí, no vayan a pensar que el cambio de Crocker Harris es tal que le impide seguir ejerciendo su notable sutileza).

El sustituto representa, desde el máximo respeto hacia el pasado, los nuevos tiempos de la educación. Se presenta con dudas acerca de su capacidad para conservar la “maravillosa disciplina” que podía conseguir Crocker Harris en la clase. Los alumnos lo esperan con simpatía (“por lo menos es joven”). Quiere conocer más del “espíritu humano” que de las clases en latín, a lo que es respondido por Crocker Harris con ironía (“Los modernos métodos de psicología. Sin duda hay mucho que decir sobre eso.”). Esta respuesta de Crocker Harris es tanto parte de su máscara como profesor, como una velada crítica ante la inclinación de la educación hacia el vaciamiento de los contenidos de las materias. Y es que, el punto justo es difícil de señalar.

La película no tiene soporte musical (excepto en la presentación y en el final). Ello contribuye al entendimiento de los diálogos, lo que además concuerda con el origen teatral de la obra. El drama transcurre en pocos escenarios, muy bien captados y fotografiados.


Agamenón y la versión de Browning

Agamenón es una tragedia escrita por Esquilo (458 a. J.C.), en la que Clitemnestra –esposa de Agamenón, rey de Argos– asesina a éste y a Casandra –a la que Agamenón habia traído de Troya como botín de guerra-. Entre las traducciones de esta obra, se encuentra la que el poeta inglés Robert Browning (1812-1889) realizó y que da título a la presente película (La versión Browning es la versión de Agamenón que realizó Robert Browning). El libro que el alumno Tavlov regala a su profesor es éste. Además, el propio profesor Crocker Harris, en su juventud, inició una traducción propia de la misma obra, aunque nunca la terminó.


Otras versiones

Existen otras versiones de esta obra. Una es de formato televisivo y fue protagonizada por Ian Holm. No la conozco, por lo que no tengo datos. Otra es de los años noventa y está protagonizada por Albert Finney. Es en color y se han actualizado algunas cosas (como sustituir el apodo de Crocker Harris –“Himmler” en la versión de 1951– por el de “Hitler” –que resulta más conocido para las nuevas generaciones–). Pienso que es una versión inferior y mucho menos interesante, salvo por el trabajo de Finney.

Detalle.- La obra de teatro de Terence Rattigan acaba justo antes de que Crocker Harris inicie su discurso de despedida. El discurso final es, pues, una aportación de la película a la obra. Muy emocionante.