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miércoles, 4 de diciembre de 2019

013.- La versión Browning (1951)

Título original: THE BROWNING VERSION
Año: 1951
Nacionalidad: Gran Bretaña
Director: Anthony Asquith
Fotografía: Desmond Dickinson
Productor: Teddy Baird
Actores: Michel Redgrave, Jean Kent, Nigel Patrick, Brian Smith, Ronald Howard, Wilfrid Hyde White, Bill Travers.
Guión: Basado en una obra teatral de Terence Rattigan.
Género: Drama.
Tema: Un fracaso vital.
Argumento: Los últimos días que pasa en una escuela un profesor que no ha sabido conectar ni con el alumnado, ni con sus compañeros ni con su esposa.
Sinopsis: Crocker Harris es un profesor de latín y griego en una escuela privada inglesa. A sus cincuenta y tantos años, lleva una vida metódica y rigurosa, sin espacios para el humor o la alegría. Está casado con una mujer bastante más joven que él, que no aprecia su labor profesional y que, además, le engaña con otro profesor. Con sus alumnos mantiene un contacto distante y formal, centrado en las tareas académicas y sin interesarse por ellos como personas. Debido a problemas cardíacos, Crocker Harris va a cambiar de destino para ocuparse de tareas menos complicadas. En estos últimos momentos en la escuela, Crocker Harris tiene una serie de encuentros con uno de sus alumnos, con el profesor sustituto, con el profesor amante de su esposa, con ella misma y con el director del colegio. Cada una de estas situaciones es una ocasión para reflexionar sobre los años pasados y sobre su fracaso como persona.

Imagen de la película; el copyright es de los autores originales. La imagen se muestra con fines informativos.

Creo que conocí esta película cuando TV2 la emitió a muy altas horas de la noche, cuando yo daba mis primeros pasos como profesor. Su mensaje sobre la redención de un maestro tradicional -centrado en su saber y en el de su alumnado-, para convertirse en un maestro más moderno, menos exigente y más simpático, caló en mi sesera durante algún tiempo. Eran aquellos tiempos en los que, coincidiendo con la pedagogía buenista e ingenua preconizada por la administración educativa, me centré más en caer bien que en enseñar con rigor y exigencia. Así, aunque el comentario que sigue sobre la película es adecuado sobre su trama, ahora, tras haber concluido mi periplo profesional, pienso que los verdaderos maestros deben parecerse mucho más al protagonista en cuanto a su exigencia -no en cuanto a su antipatía para con sus alumnos; eso no-.


Entrando en la historia que cuenta la película

Existe un paralelismo entre el escaso aprecio personal que la figura de Crocker Harris ha conseguido de quienes le rodean y entre la escasa relevancia otorgada a las humanidades clásicas frente a la emergencia de asignaturas más técnicas o frente al deporte. En efecto, Crocker Harris es una persona seria a la que se trata formalmente y con disimulado desprecio por parte de todos. Hay tres excepciones. El joven profesor sustituto, temeroso ante su responsabilidad, le otorga un inesperado respeto, aunque su torpeza y jovialidad no son las mejores armas para demostrarlo. El alumno Tavlov, romántico y optimista, le guarda una secreta admiración no comprendida ni por sus compañeros ni por el propio Crocker Harris. El amante de su mujer, aprovechado y jovial, le ignora hasta que, por el hastío de su relación con la mujer de Croquer Harris y por el odio de ésta hacia su esposo, empieza a fijarse por primera vez en las cualidades y sentimientos del protagonista.

Crocker Harris se ha enterrado en vida. Ni es apreciado ni deja que le aprecien. A las elegancias de su alumno Tavlov responde con suspicacia. A los comentarios positivos de su sustituto responde con ironías; al acercamiento del amante de su esposa responde con frialdad; a las humillaciones de su esposa, con resignación; al calculado desprecio del director (que le niega una pensión), con estoicismo profesional. Pero todo ello tiene un precio. Crocker Harris no es la persona insensible que pretende mostrar. Conoce los entresijos y las razones de quienes les rodean, justificándolas y asumiendo su propia culpa en el rumbo que ha tomado su vida. Tras esa máscara de frialdad y rigor, Crocker Harris se derrumba y sobrevienen diferentes crisis. Emergen, a su pesar, sentimientos sinceros de pesar y de debilidad que tendrá que asumir ante el resto de una nueva existencia.

La forma de ser de Crocker Harris se nos evidencia en el frío trato hacia sus alumnos, a los que corrige con superioridad y a los que no admite ningún acercamiento. La escena de la llamada a la pizarra a Tavlov muestra la tensión y el temor de los alumnos ante él. La falta de originalidad y la torpeza al despedirse de sus alumnos en la última clase es significativa: no sabe ni cómo despedirse ni qué decirles. Crocker Harris sólo está seguro cuando utiliza su máscara de rigor. No está abierto a los sentimientos. Su vida se centra en el horario, las clases y –excelente escena– poner el reloj del salón en hora. La relación con su mujer se reduce a las discusiones sobre su falta de valía como hombre y como profesor y a los silenciosos contactos que mantiene cuando coinciden a la hora de comer. Este silencio es especialmente impresionante en la escena de la despedida de su mujer: ya no hay nada que decir, ya no hay nada que mirar; ya no hay nada más que el silencio.

Las crisis emocionales de Crocker Harris son comprensibles y hasta esperadas por los espectadores, que van asistiendo a las mismas con la esperanza de que se produzcan porque, en el fondo, conectan con el protagonista y quieren que deje de mostrarse distante y cerebral. La primera muestra de ello es la escena en la que a Crocker Harris le invade el recuerdo del gozo experimentado con sus lecturas de juventud. Le siguen escenas en las que recordará sus primeros años como profesor, cuando aún tenía esperanza en la vida. Hasta que no llega su discurso final no se produce la expiación de su culpa, reconociendo públicamente su fracaso. La interpretación de Michael Redgrave es tan creíble y natural que su personaje parece una persona real. Cuesta creer que estamos ante un actor y no ante Crocker Harris.

La esposa es una persona amargada y desilusionada ante la vida, que presenta una imagen sofisticada y elegante ante todos, excepto ante su marido a quien culpa de sus desgracias y de la falta de cumplimiento de sus expectativas. Al final de la película resulta ser la persona más desgraciada de todas, ya que tiene que asistir asombrada a la incipiente relación de amistad que se establece entre su marido y su amante. Su proyecto vital se reduce a conseguir comodidades y lujos que no le puede proporcionar su marido, por lo que lo trata con inusitada descortesía y con humillante desprecio. Es su forma de vengarse de un hombre que no la atendió debidamente. En realidad no es más que el resultado de una relación basada en las diferencias y no en los parecidos de la pareja. Jean Kent está muy bien.

El amante (Hunter) es un personaje muy bien interpretado. Nos lo presentan en la película, en el momento de la recogida de dádivas durante la misa. Un discreto cruce de miradas entre él y la mujer de Crocker Harris nos informa de la relación que mantienen. Hunter es un profesor mediocre pero que conoce los secretos del trato juvenil. Ignorante y ausente de cultura clásica o de sensibilidad por la literatura, centra su vida en los coqueteos y las aventuras amorosas. Sin embargo, desde el engaño al que somete a Crocker Harris, no entiende la falta de sensibilidad que su amante esgrime contra el marido. En vez de optar por el simple abandono de su amante, parece querer expiar su propia culpa ayudando al marido desechado. Esta actitud sólo es comprensible si asumimos que –como sucede en la película– Hunter asiste, junto a los espectadores, al despertar humano de Crocker Harris, accediendo así al conocimiento de los verdaderos sentimientos de éste. Hay una escena en la película que hoy se rodaría de otra forma: la bofetada que recibe Hunter por parte de su amante no consigue hacerle girar la cara, por lo que parece poco natural. En cambio, sí son muy buenos momentos las escenas que mantiene tanto con Crocker Harris como con Tavlov. Con este último, está especialmente bien en el gesto que hace con la cabeza para que Tavlov se retire ante la inminente crisis de Crocker Harris, a quien quiere proteger de una enojosa escena ante el alumno.

El personaje del director (interpretado por Wilfrid Hyde White, que repite casi el mismo papel que en El Tercer Hombre) es tratado con antipatía. Es una persona superficial, dotado para las relaciones públicas y siempre atento a las más nimias cuestiones. Reparte halagos por doquier, pero niega pensiones y honores a quien se los merece. Ocupado por las apariencias, no repara en humillar a Crocker Harris intentando minimizar su actuación en el acto de despedida del curso. Cínico, pero no ignorante –es de suponer que conoce la auténtica tragedia del protagonista–, se desentiende hábilmente de los problemas de las personas utilizando una diplomacia que raya en la hipocresía. Guardar la buena imagen de la escuela es su objetivo y no tiene ningún reparo en darle mayor importancia al profesor deportista (un palurdo que apenas sabe hablar, interpretado por Billl Travers en un corto pero ajustado papel) que al infeliz de Crocker Harris –que hasta le prepara los horarios.

El personaje de Tavlov es el más inocente de todos y el que es depositario de la esperanza. Vivo, despierto, entusiasta, curioso y... romántico. El alumno que todo profesor querría. Es el personaje que suscita y desencadena las contenidas emociones y sentimientos de Crocker Harris, quien no sale de su asombro ante el agradecimiento de su alumno. “Dios, desde la distancia, mira con complacencia al buen maestro” es la dedicatoria que derrumba la máscara del protagonista, a quien nadie, salvo este inquieto jovenzuelo, ha agradecido nada. También Tavlov será depositario del agradecimiento de Crocker Harris, en la última escena de la película, cuando por fin le comunica sus calificaciones (de forma indirecta, eso sí, no vayan a pensar que el cambio de Crocker Harris es tal que le impide seguir ejerciendo su notable sutileza).

El sustituto representa, desde el máximo respeto hacia el pasado, los nuevos tiempos de la educación. Se presenta con dudas acerca de su capacidad para conservar la “maravillosa disciplina” que podía conseguir Crocker Harris en la clase. Los alumnos lo esperan con simpatía (“por lo menos es joven”). Quiere conocer más del “espíritu humano” que de las clases en latín, a lo que es respondido por Crocker Harris con ironía (“Los modernos métodos de psicología. Sin duda hay mucho que decir sobre eso.”). Esta respuesta de Crocker Harris es tanto parte de su máscara como profesor, como una velada crítica ante la inclinación de la educación hacia el vaciamiento de los contenidos de las materias. Y es que, el punto justo es difícil de señalar.

La película no tiene soporte musical (excepto en la presentación y en el final). Ello contribuye al entendimiento de los diálogos, lo que además concuerda con el origen teatral de la obra. El drama transcurre en pocos escenarios, muy bien captados y fotografiados.


Agamenón y la versión de Browning

Agamenón es una tragedia escrita por Esquilo (458 a. J.C.), en la que Clitemnestra –esposa de Agamenón, rey de Argos– asesina a éste y a Casandra –a la que Agamenón habia traído de Troya como botín de guerra-. Entre las traducciones de esta obra, se encuentra la que el poeta inglés Robert Browning (1812-1889) realizó y que da título a la presente película (La versión Browning es la versión de Agamenón que realizó Robert Browning). El libro que el alumno Tavlov regala a su profesor es éste. Además, el propio profesor Crocker Harris, en su juventud, inició una traducción propia de la misma obra, aunque nunca la terminó.


Otras versiones

Existen otras versiones de esta obra. Una es de formato televisivo y fue protagonizada por Ian Holm. No la conozco, por lo que no tengo datos. Otra es de los años noventa y está protagonizada por Albert Finney. Es en color y se han actualizado algunas cosas (como sustituir el apodo de Crocker Harris –“Himmler” en la versión de 1951– por el de “Hitler” –que resulta más conocido para las nuevas generaciones–). Pienso que es una versión inferior y mucho menos interesante, salvo por el trabajo de Finney.

Detalle.- La obra de teatro de Terence Rattigan acaba justo antes de que Crocker Harris inicie su discurso de despedida. El discurso final es, pues, una aportación de la película a la obra. Muy emocionante. 

jueves, 21 de noviembre de 2019

012.- Los mitos de Cthulhu

Este libro entró en casa de mis padres muy a finales de la década de los setenta. Creo que fue adquirido por mi hermano, y pasó de mano en mano por el resto, excepto por el menor, que aparte de ser más menor que nunca en esas fechas, también era poco proclive -nada proclive, sería más ajustado- a los temas de terror. 


Esta edición de Alianza Editorial es una introducción al mundo que creó Howard Phillips Lovecraft (1890-1937), un mundo vigilado por espantosos seres demoníacos que permanecen ocultos en determinados lugares y que pueden ser invocados a través de distintas cuasi secretas fórmulas o que pueden ser alertados por determinadas e imprudentes indagaciones humanas, bien en lugares apartados de la civilización o bien en ciertos pueblos semiabandonados de Nueva Inglaterra. Esta sencilla propuesta es más que suficiente para desarrollar una serie de relatos por parte de Lovecraft en torno a estos seres, sus descendientes y sus intervenciones para aniquilar al género humano. Para ello, Lovecraft contó con un cierto número de otros escritores que simpatizaron con su propuesta y colaboraron con sus propios relatos sobre esta nueva mitología. Estos escritores se conocen como Círculo de Lovecraft.

El impronunciable nombre de Cthulhu -que hace que cada cual lo pronuncie de forma distinta- hace referencia a unos de los muchos demonios que protagonizan estos relatos, y que sirve para dar nombre a este subgénero de relato o cuento de terror. Hay muchos otros terribles demonios acechando, pero el mérito para nombrar a esta saga se lo llevó finalmente Cthulhu.

Como se trata de una introducción a los mitos -por cierto, magníficamente prologada por el experto Rafael Llopis- el libro cuenta con relatos de escritores que influyeron a Lovecraft, con relatos del propio Lovecraft y con relatos de escritores del Círculo.

Todos estos cuentos y relatos me dieron mucho miedo en su momento. Y me lo siguen dando. Recuerdo, por ejemplo, la inquietud que me produjo El Wendigo de Algernon Blackwood, magistral en su descripción de esa inmensa naturaleza canadiense que convierte en amenazante para el lector; recuerdo también que En la noche de los tiempos me pareció inquietante por su trama y su desarrollo, así como muy originalmente trágica para el destino final de los humanos. Hay varios relatos más que me turbaron y discutíamos, mis hermanos y yo, acerca del que resultaba más terrorífico. No siempre estábamos de acuerdo, pero de estas discusiones salían nuevas ideas que nos servían de excusa para retomar los cuentos y volver a releerlos, para así reevaluarlos y retener detalles no atendidos suficientemente en la primera lectura.

Por supuesto, este libro fue también como el disparo de salida para buscar otros que contenían el resto de relatos de Lovecraft y su Círculo, entre los que encontramos a August Derleth, a Robert E. Howard (que escribió las novelas sobre Conan) y a Robert Bloch (que escribió Psicosis). En la misma colección del Libro de Bolsillo de Alianza Editorial encontramos varios números más que adquirimos en los siguientes meses.

Hace muy poco he adquirido otro libro sobre Lovecraft: un estudio sobre su obra, su vida, su ideología, sus influencias, etc. Está analizado por distintos críticos y profusamente ilustrado. Pertenece a La colección GRAPHICLASSIC, y se llama Lovecraft y los mitos de Cthulhu. Muy recomendable. Me imagino que mis hermanos querrán leerla (tú no, Dani).


He leído bastante sobre terror, pero asustarme de verdad con relatos de ficción, con fantasmas, vampiros o monstruos (y no con crónicas sobre asesinos o serie negra), pocos lo han logrado con la efectividad de Lovecraft y su Círculo. Me imagino que ahora debería darles las gracias, pero no sé si está bien agradecer que te asusten.

martes, 19 de noviembre de 2019

011.- El mejor disco de Rock

Al igual que se suele preguntar por la mejor película o el mejor libro de la Historia, se hace lo mismo con la música o con el mejor compositor. La cuestión nunca se resuelve a gusto de todos, claro. Dependiendo de todas las circunstancias culturales, históricas, biográficas, personales, emotivas, educativas, ambientales y un gran etcétera, daremos una respuesta que, encima, puede ser diferente en diferentes momentos. Así que es inútil perseguir el consenso definitivo sobre estas cuestiones, pues encontraremos, incluso en nosotros mismos, razones para inclinarnos hoy por una respuesta y mañana por otra. Afortunadamente. Afortunadamente, porque somos entes dinámicos y no estatuas rígidas, y porque nuestras almas -sea eso del alma lo que sea- y nuestras esencias son ricas, complejas, y tienen historia y vida. Así que, dicho esto, vaya por delante que mi elección del mejor disco de rock, puede oscilar entre éste y algunos otros más, pues así es mi carácter y así lo acepto y disfruto.

Este disco, Born to run,  apareció en un momento particularmente importante de mi vida. De nuestras vidas, en realidad, ya que comparto con personas cercanas experiencias comunes y episodios sentimentales referidos a la juventud y al despertar ante la vida adulta. Yo, dieciséis años. Otros, quince. Otros, diecisiete. Otros, incluso algunos menos. Es 1975 y escuchamos por las emisoras de radio (sobre todo en Radio Rota) a un desconocido que se llama Bruce Springsteen, que canta con voz desgarrada y con una fuerza atroz unas melodías cargadas de emoción y una propuesta rock en la que van apareciendo progresivamente los instrumentos, unos sobre otros hasta explotar en el momento más álgido de la canción: voz, piano, armónica, bajo, batería, guitarras y saxofón se suman para subir una cuesta musical en cuya cumbre se alcanza el éxtasis, un orgasmo de rock and roll lleno de libertad, descubrimiento y escape del mundo. 

Adquirimos el disco y confirmamos nuestras sospechas. Las letras vienen traducidas por Diego A. Manrique y asistimos a las vidas de sus protagonistas -en parte nosotros mismos, claro-, a sus desenlaces y a sus destinos. Lo hace con lenguaje desgarrado a base de pinceladas y esbozos, no con descripciones cerradas (por eso supimos después que Springsteen intentó ser presentado como un nuevo Dylan). Demoledor. Es la carretera del trueno, la mejor entrada para un disco que habla una y propone una y otra vez la fuga, salir corriendo, no conformarse, soñar y... vivir, gozar, compartir, amar... pero también olvidar y dejar atrás. Así son Thunder road, Night y Born to run. También lo es Backstreets, con evocación de la amistad. She´s the one nos hablar del amor atrapado. Y tanto la espléndida Tent avenue freeze out, de aire soul, como la imponente Jungleland nos describen historias urbanas marginales de sobrevivencia y violencia. Todas las canciones tiene gran fuerza y ritmo, excepto la contenida Meeting across the river, una canción al estilo de Tom Waits que retrata una depresiva y marginal situación sobre deseo y pobreza. Todas son grandes canciones. Todas. Y claro, en el mejor disco rock, la que para muchos es la mejor canción rock: Thunder road.

Este disco lo escuchas a gran volumen, como debe ser. Lo escuchas por la noche, a solas, una y otra vez. Lo escuchas en grupo pequeño, en comunión de silencio; silencio que se hace visible en los momentos en los que asientes con movimientos de la cabeza y los ojos cerrados al ritmo de la declamación melódica de la voz o del instrumento. Eres joven y todo está por venir.


La particularidad del sonido del disco lo hizo diferente. A los tradicionales instrumentos de los grupos rock (guitarras, bajo, batería), se añadieron instrumentos de viento (incluso cuerdas en el último tema, Jungleland) muy presentes, lo que vino a llenar el espacio musical del disco, junto al uso del piano para estructurar la base de los temas, y el acompañamiento de un instrumento, a cargo de Roy Bittan y de Danny Federici, que se iba a constituir en marca de la casa: la lira o armónica de metal, el glockenspiel (también se llama juego de timbres). Evidentemente, los instrumentos de viento y el piano eran usuales en el rock, el blues, en el soul y en los géneros hermanos o padres del rock. Con respecto a esto Springsteen no inventa nada. Es, eso sí, la puesta en escena, en relieve, en primer plano, de estos instrumentos acompañando a la voz, un aspecto de la producción del disco a cargo de Mike Appel, Jon Landau(😃) y el mismo Bruce Springsteen, que utilizaron una suerte de muro de sonido al estilo de Phil Spector que confirió al álbum épica y emoción.

Soy ya muy mayor, pero no ha habido un año que no haya repetido la escucha de este disco. Ha llovido desde entonces. Siempre me ha acompañado y encuentro en él la esencia de la música rock. A pesar de la larga carrera de Springsteen, que siempre he seguido, incluso cuando se hizo mundialmente famoso con The river, con Born in the U.S.A. y con otros éxitos, considero que su mejor trabajo, con diferencia, fue éste.

Enlace: Letras de Born to run

(😃) Jon Landau, antes de productor de Springsteen, fue crítico musical de la revista Rolling Stone, desde donde el año anterior (1974) escribió "I saw rock and roll future and its name is Bruce Springsteen". Un tipo listo donde los haya.

¿Springsteen es el mejor? Bruce Springsteen es uno de mis músicos preferidos en el rock. He asistido a conciertos suyos y la experiencia ha sido siempre formidable, completísima. Entonces, ¿es el mejor al tener el mejor disco? Beatles y Dylan tienen una discografía más completa y compleja. No obstante, ni Dylan ni los Beatles tienen un disco rock como Born to run. Aquí brilló más el Boss. Me gusta pensar que Lennon estaría de acuerdo.

Aún conservo el ejemplar de la revista Vibraciones en el que se presenta al artista y su disco, en artículos de Juan José Abad y de Constantino Romero.

Revista º16 de Vibraciones, enero de 1976.

Un consejo: coge el disco, puedes ponerte los cascos si quieres, toma un whisky, dale al play y sube el volumen. Para otros discos prefiero Cointreau, pero eso es ya otra historia.


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¿Qué dice el Camborio?

Lo primero que escuché de Bruce fue Thunder road. En aquel entonces íbamos a comprar discos a los grandes almacenes SORIANO de Cádiz. Me llamó la atención la portada y lo puse en el tocadiscos para probarlo. Por supuesto, me compré el disco. Grandes canciones con buenos y extensos textos y una magníficas intros que nos preparan para sumergirnos en el universo musical del Boss.

Sin embargo, creo que parte del mérito musical de éste y de otros discos de Springsteen es debido a su banda, la E Street Band, sin cuyo aporte, las canciones no serían lo mismo. No cabe duda de que Springsteen es un gran artista, intérprete y compositor, pero el sonido que resulta de la aportación de la E Street Band es el elemento que eleva algunas de las composiciones a la categoría de obra maestra.

Clarence ClemmonsBig man¨).- Saxo potente, sin florituras pero estremecedor.
Max Weinberg ("Mighty Max").- Batería. Ritmo constante con estilo contundente, perfectamente reconocible.
Danny Federici Phantom").- Lirismo en los teclados. El glockenspiel del tema Born to run es él.
Steve Van Zandt ("Little Steven").- Guitarra Strato. Acompañamiento y algunos magníficos solos. Gran amante del Rythm and Blues.
Garry Tallent ("W").- Bajo, Igualmente sin florituras, pero acompañando, rellenando y resaltando donde hay que hacerlo.
Roy Bittan ("Professor").- Gran pianista de rock and roll. Participó junto a Max Weinberg en el disco Bat out of the hell de Meat Loaf(😂).

Si unimos todo esto a un Springsteen en estado de gracia, nos da un disco que hace estremecer al corazón, al hígado y a toda la casquería al completo, en una sinfonía de contundencia, magia, esperanza, amor, poesía callejera y rebeldía: "Porque esta es una ciudad llena de perdedores y yo me largo de aquí para ganar".

Thunder road junto a Rosalita (del album anterior a Born to run) son mis dos canciones preferidas; según el día, la época o el estado de ánimo, elijo una u otra.

(😂) Bat out of the hell es un album que, por su naturaleza intrínseca, hay que escuchar con una botella de Cointreau.
                                                                                                                                           El Camborio

domingo, 17 de noviembre de 2019

010.- Aquellos librocomics de Bruguera

En los años sesenta era muy común encontrar en las librerías un producto infantojuvenil muy apreciado. Se trataba de unos libros de pequeño tamaño (20 x13 cm) que, además del texto escrito novelado, incluían cada dos o cuatro páginas pequeñas viñetas de cómic. Suponían un doble disfrute: primero leía el cómic y después pasaba a la lectura del texto. La trama era la misma, pero el texto aportaba mucho más que el cómic ya permitía desarrollar más la narración y los diálogos de los personajes. Aparte de los textos escolares, estos fueron nuestros primeros libros (míos y de mis hermanos), nuestras primeras lecturas de narraciones, más allá de los cuentos infantiles a base de ilustraciones y pequeños textos, y más allá, también, de los tebeos.

Una muestra de las diferentes colecciones. Véase el detalle de página de texto combinada con otra de comic.

La editorial Bruguera mantuvo varias colecciones diferentes con este formato. La Colección Héroes se centraba en las aventuras de personajes como Tarzan, Rin-Tin-Tin, El Capitán Trueno, Bronco, Bonanza (la serie de TV), Flecha Rota, Furia, David Crockett, Buffalo Bill, Robin Hood o Lassie (consultar más en el enlace https://www.tebeosfera.com/colecciones/heroes_1963_bruguera.html). La Colección Héroes pasó después a denominarse Héroes Selección, seleccionando sólo algunos personajes de la lista anterior y añadiendo otros nuevos como, por ejemplo, Viaje al fondo del Mar o Daniel Boone (se puede consultar en este enlace  https://www.tebeosfera.com/colecciones/heroes_seleccion_1968_bruguera_-linea-.html).

La otra serie interesante, con el mismo formato, era la dedicada a adaptaciones de clásicos de la aventura o de la historia, la Colección Historias, que pronto pasó a ser la Colección Historias Selección (ver enlaces https://www.tebeosfera.com/colecciones/historias_seleccion_1966_bruguera_-linea-.html  y  https://www.tebeosfera.com/colecciones/historias_1955_bruguera.html).

Estos libros venían provistos de sobrecubiertas de papel couché brillante, y en la zona correspondiente al lomo era común presentar a los personajes principales. Se trataba de un producto de gran calidad formal, que llegaron a constituir un gran regalo con el que obsequiarnos en nuestra infancia. Por su buena presentación, estos libros eran expuestos por muchas librerías en sus escaparates, lo que nos entretenía mucho a los chicos en el camino de ida y vuelta al colegio.

Hay quien ha podido conservar estas colecciones y algunos títulos se pueden encontrar a la venta en Internet o en librerías de viejo. Por mi parte no conservo ninguno, aunque hace algunos años encontré un título en alguna feria del libro de ocasión y no pude resistirme a hacerme con él.

Mi ejemplar para el recuerdo.

Bruguera contribuía así a nuestra educación no formal, introduciéndonos en la literatura juvenil con estas adaptaciones de clásicos y de aventuras. Cuando años después pudimos disfrutar con las narraciones originales de Verne, Stevenson o Salgari, ya estábamos advertidos de su interés por colecciones como éstas. Una vez más: Gracias, Bruguera.

martes, 12 de noviembre de 2019

009.- Las series de televisión en los años sesenta

Las series que inician mi educación televisiva pertenecen a los años sesenta del pasado siglo. Entre ellas se encuentran series que apenas son recordadas y/o mencionadas en las tertulias sobre estos temas. Parece ser que el clásico participante en este tipo de programa o bien es más joven que yo o bien desprecia esta década como talentosa o interesante desde el punto de vista televisivo.

Cromos sobre protagonistas y personajes de series de TV en los años sesenta del siglo XX

Entre estas series se encuentran Cheyenne, 77 Sunset Street, Uno más no importa, Bonanza, Caravana, El Virginiano, Viaje al fondo del mar o Los guardianes del espacio. Algunas de ellas se ilustran en los cromos de arriba, que he conservado no sé ni cómo durante estos años. Guardo un grato recuerdo de las mencionadas y de muchas otras y, además, considero que varias se encuentran entre lo mejor que la televisión ha ofrecido. Decir esto puede parecer que se debe más a sentimientos nostálgicos que a razonamientos objetivos, pero creo que no es así. Quim Casas escribió en 2015 un libro de título La vida en serie, y en él recupera más de veinte series de los sesenta, lo que no está nada mal si tenemos en cuenta que, en total, dicho libro contempla setenta y cinco series. Así pues, no estoy de acuerdo con el mantra oficial que se extendió hace más de una década acerca de la superioridad de las series de televisión más recientes. Creo que siempre hubo buena y mala televisión en esto de las series. Que últimamente se hayan producido trabajos inmensamente buenos y, además, dotados de gran presupuesto y de los mejores efectos especiales, no significa que no existieran productos antiguos de gran valor cultural y técnico. No entender esto es como pretender elevar al cine actual por encima del antiguo (entendiendo por cine antiguo al cine mudo, al rodado en blanco y negro, al llamado clásico o, en general, al anterior a los años setenta). 

También hubo bodrios. Y muchos. Sucede que cuando se es exigente hay que convenir que el noventa por ciento de todo es poco relevante. Pasa con el cine, con la televisión, con los libros, con los cuadros, con la música o con cualquier esfera cultural. Si bien la evaluación de la bondad de un producto depende de cada cual -de las circunstancias culturales de cada cual-, resulta razonable pensar que todo el mundo valora según una escala, y guarda la nota más alta de esa escala para los escasos casos que sobresalen del montón, de la mediocridad y de la porquería. 

Pues bien, a lo largo de este blog y alternando con otros productos (libros, pelis, músicas y comics), irán apareciendo entradas sobre algunas de las series de los años sesenta que más me hicieron gozar en aquellos años de aprendizaje en el kiosco (kiosco que, por cierto, me facilitó cromos como los expuestos antes).

viernes, 25 de octubre de 2019

008.- ¿Que es una HISPACON?

A finales de octubre de 2004 me llamó por teléfono, desde Sevilla, mi cuñado Luis, para decirme que, próximamente, se iba a celebrar en Cádiz un congreso sobre ciencia ficción, y que debíamos pensar en asistir ya que a los dos nos gustaba el tema. Así lo hicimos y nos inscribimos en dicho congreso, que se celebraría entre el cinco y el siete de noviembre.


Una vez llegados al Palacio de Congresos, el día seis de noviembre, un día después de la inauguración, comprobamos que el congreso se trataba, en realidad, de la anual reunión denominada HISPACON que organizaba la AEFCFT (Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror), una institución que hasta el momento desconocíamos. Desde el principio nos vimos envueltos en un simpático y friki ambiente, con bastante asistencia de público compuesto por jóvenes y adultos de distinto género, que discurrían entre los diferentes mostradores y estands -con libros, revistas, películas, juguetes, juegos electrónicos, figuritas y maquetas-, y todo ello ilustrado con carteles y programas sobre el evento; en suma, un montaje, cierta y sorprendentemente, más complejo del que nos habíamos imaginado.


Vimos que había diversas conferencias y talleres, distribuidos durante el fin de semana. En cuanto pudimos nos apuntamos a un par de talleres, empezando por uno a cargo de Ángel Torres Quesada, escritor gaditano de ciencia ficción –desconocido por entonces para nosotros–, sobre el peculiar mundo de las novelas de a duro. El uso de esta forma para calificar parte de su obra, y presentada sin ningún tipo de complejitis, nos sustrajo y agradó sobremanera; nos engatusó con su discurso cercano, entusiasta y muy informativo acerca de este género. Gracias a él, pude descubrir que mis lecturas juveniles, y que la dependienta que me las servía llamaba “novelitas siderales” –escritas por un tal George H. White–, eran parte de la Saga de los Aznar, obra que había sido premiada en 1978 en la Convención Europea de Ciencia Ficción como mejor serie europea de ciencia ficción; y que dicho George H. White era en realidad el pseudónimo del escritor valenciano Pascual Enguídanos; y que él mismo, Angel Torres Quesada, llegó a firmar su propia obra como Alex Tower o A. Thorkent, con la misma intención que Enguídanos, la de dar la impresión al lector de que leía algo americano o anglosajón y, por lo tanto, algo cubierto por la gran sombra de la ciencia ficción extranjera, que venía a ser lo mismo que algo de gran calidad.

Mis antiguas novelas siderales y la reedición de Silente.

No sólo aprendimos, estupefactos, este tipo de truco para mejorar la difusión o la venta de las novelas y relatos, sino que asistimos, absortos a la escuchas de otras muchas anécdotas entre las que destaco la siguiente. Resulta de Ángel Torres había escrito un misterioso relato en el que se escuchan voces desde una escalera que posee dos entradas: en realidad, dos escaleras situadas en espiral que conducen, una de ellas a los pisos impares y la otra a los pares, de forma que los sonidos, ruidos y voces resultantes se mezclan y no se pueden identificar; añadió gotas de misterio y terror al relato, y nos indicó que se basó en una casa de vecinos, provista de esta singular escalera, que existía realmente en la calle La Torre de la ciudad (Cádiz).

Curioseamos por la sala de exposiciones, paseamos con Angel Torres Quesada y conocemos a Pedro García Bilbao y a Carlos Saiz Cidoncha, ambos grandes personalidades de este mundillo. Pedro es, entre otras muchas cosas, editor de Silente, y ha editado y actualizado la Saga de los Aznar. Carlos Saiz Cidoncha es uno de los escritores españoles más veteranos y reconocidos en esto de la ciencia ficción.

Con Ángel Torres; Cidoncha y García Bilbao.
Continuamos la mañana asistiendo a la ponencia de Manuel Barrero sobre Ciencia Ficción y tebeos, muy de mi agrado por lo aficionado que soy a estos últimos. Muy bien ilustrada con imágenes en power point, basada en gran parte en ilustraciones de la Historia de los comics de Toutain.

Ni que decir tiene que nos faltó tiempo para acudir, en el descanso del mediodía, a husmear en la dirección facilitada por Ángel Torres para visitar escalera de su relato. Cuando llegamos, bien por el pudor que sentíamos ante una vivienda extraña, bien por el efecto de la cerveza consumida, o simplemente por el canguelo que nos dio, el caso es que no huimos capaces más que de vislumbrar desde el patio de vecinos los dos accesos de la escalera y no nos atrevimos más allá en absoluto. Nos conformamos, entre risas, con haber llegado hasta allí, como dos adolescentes hubieran hecho. Creo que entrar en el mundo friki tiene algo de eso, de convertirte en ingenuo adolescente (aunque en nuestro caso no era ingenuidad; era pura cobardía).

Durante la jornada de tarde asistimos a una conferencia de Javier Cuevas, periodista, sobre La fascinación del mal. Resultó muy entretenida. También hubo una mesa redonda sobre Flash Gordon, muy interesante, y de la que recuerdo la ingeniosa intervención de Rafael Marín para catalogar al personaje como “el primer metrosexual del cómic”.

Faltaba todavía algo increíble. Al final de la tarde apareció Guillermo del Toro (sí, sí; el director), que estaba invitado al día siguiente para ser entrevistado en el gran acto final. Curioseó por los estands y se hizo fotos con todo el que quiso. Nuestro pudor nos impidió abordarle para que nos firmara un autógrafo o para fotografiarnos con él, y de ello nos arrepentimos ya que se prestaba muy cordialmente.

Asistimos también, creo que al día siguiente -no estoy seguro del momento- al taller de escritura que dio Elia Barceló. Esta escritora, experta y creadora de ciencia ficción, disertó sobre sus claves para trabajar y expuso varios recursos literarios con buenos ejemplos. Recuerdo, incluso, haber tomado apuntes, alentado por Luis, que estaba entusiasmado. A estas alturas ya estábamos totalmente integrados en la HISPACON y nos manejábamos como pez por el agua por las diferentes estancias.

Taller con Elia Barceló; rueda de prensa final.


Y el broche final fue la rueda de prensa de Guillermo del Toro, que contestó a todo el que le preguntó, incluso al público que llenaba la sala. Se mostró muy simpático y habló del comienzo de su carrera, de sus inspiraciones juveniles, de su película Hell Boy y de sus próximos proyectos, entre los que destacó su interés por llevar a la pantalla el relato En las montañas de la locura de H.P. Lovecraft, lo que me pareció genial. Lástima que el proyecto, finalmente, no saliera.

La HISPACON fue un descubrimiento encantador. Durante los siguientes años me hice socio de la AEFCFT y, si bien no asistimos a la convocatoria siguiente, celebrada en Vigo en 2005, sí lo hicimos en 2006 a la celebrada en Dos Hermanas (Sevilla), esta vez acompañados de más familia, a la que habíamos llegado a interesar.


miércoles, 23 de octubre de 2019

007.- Un libro: EL HOMBRE QUE AMABA A LOS PERROS


Queda inaugurada la primera entrada sobre libros de este blog, con el comentario de José María Santos Blanes, amigo, profesor de Lengua y Literatura Española, amén de lector y poeta en sus ratos libres.


EL HOMBRE QUE AMABA A LOS PERROS (o El desengaño del comunismo).- El paréntesis del título es de mi cosecha; el resto del mismo es el nombre de una novela de Leonardo Padura, escritor cubano, el cual, después de leer la novela que reseñamos, no se muestra muy seguidor del régimen político que impera en su lugar de nacimiento.

La novela -más adelante me encargaré de adentrarme en sus "argumentos"- es una auténtica desilusión, un dulce desengaño de lo que es y fue el comunismo. Bueno, la novela es mucho más, pero este es el sentimiento que permanece en mí de manera indeleble una vez leída. Pero... Sr. reseñista, en los tiempos que corren, ¿aún creía usted en el comunismo, todavía soñaba con la "socialización", con la igualdad justa entre los hombres (sic), con la intención de igualar a las almas antes de la larga e inevitable marcha...? Iluso. O quizá no haya entendido nunca la base alimenticia de esta tendencia político-económica y, ahora, por cándido, me lleve una sorpresa al descubrir que no quedan granjas que compartir, ni koljoses, ni muros infranqueables que impidieran el paso del aliento capitalista, ni el sonido grosero de la falsa moneda que nos tiene actualmente en el fondo de la sima.

En verdad, los acontecimientos que se narran no guardan un sólo hilo argumental -de ahí lo dicho anteriormente de los" argumentos"-. Son tres novelas en una.

Por una parte, un joven -Iván- que aspira a adentrase en el mundo de la literatura se encuentra con un desconocido paseando por la playa; un desconocido con cierta apariencia enigmática, pero al que reconoceremos inmediatamente en la narración, muy a pesar del autor por intentar crear en torno a este personaje una cierta intriga. Las charlas con este hombre desconocido, su desaparición de la tierra cubana, el misterio que envuelve su vida... serán las acciones más destacadas en este primer paso.

Por otra, intercalándose con la trama anterior y con la que más abajo comentaremos, aparece el segundo argumento del libro: la historia de Ramón Mercader, el ingenuo, ignorante y desengañado asesino de Trotski. Sus incursiones en las filas republicanas del ejército español durante la Guerra Civil, la relación con su madre (Caridad, una mujer a la que hoy no dudaríamos en incluirla de alguna manera dentro del mundo "friki", a pesar de su imagen de pasionaria ebria), los avatares en la Rusia stalinista, sus amores y amoríos interesados... En suma, se desgrana su figura con algunos datos novelados y otros con cierto toque histórico.

El tercer argumento intercalado es el destierro y asesinato de Liev Davídovich Bronstein, más conocido por Trotski. Su paso por Kazajistán, Turquía, Noruega, hasta llegar al país donde dio con sus huesos en el otro mundo: México. Trotski es presentado como un personaje al que hay que tenerle lástima, del cual hay que compadecerse. No es un crudo revolucionario, sino, más bien, un alma en pena que vaga quejumbroso por el mundo debido a la crueldad de Stalin. La muerte de sus hijos, el fuerte odio a Joseph Stalin, el amor por su esposa, la amistad con pescadores, con Diego Rivera, el anhelo de "enderezar" el rumbo de una Unión de Repúblicas Soviéticas que con el paso de los años se va convirtiendo en una recia dictadura... conforman los hechos de esta sección.

Ha habido ocasiones en las que he estado a punto de dejarla en la mesa del escritorio, olvidada como instante indeseable. Sin embargo, ha sido un acierto continuar su lectura hasta la pequeña reflexión del autor al final. El lirismo de estas últimas páginas, lo desabrido del análisis de los acontecimientos narrados, la amargura del intento fallido de un mundo mejor y los detalles que acompañan a los dos personajes históricos que juegan en la novela, siempre interesantes y curiosos, me han hecho -una vez más- no abandonar la nave hasta verla zozobrar.
                                                                                                        J.M.S.B.


viernes, 18 de octubre de 2019

006.- Recordando el disco A PESAR DE TODO, de Hilario Camacho

El Lp A pesar de todo salió en 1972 (ó 1973; hay discrepancias al respecto), pero yo no llegué a escucharlo hasta casi un lustro después, y lo hice en casa de un amigo (ver abajo) más adelantado que yo en estas lides. Me dijo algo así como "Vas a escuchar algo que merece la pena en castellano", y lo hizo para intentar convencerme de que había cosas interesantes en el rock español. Desde entonces fui indagando en el pop-rock español y amplié mis gustos, consistentes por entonces en música en inglés. No ayudaba mucho que Los Canarios o Juan Pardo también se pasaran al inglés por aquella época, claro.

Página de la revista Disco Express nº 247 (noviembre de 1973)
Catalogar de rock a la música de Hilario Camacho puede parecer excesivo a algunos -o a muchos-, aunque yo siempre utilizo el concepto de forma muy amplia, incluyendo en el mismo al rock and roll clásico, al blues, al rhythm blues, al folk-rock, al blues-rock, al soul, al country o country-rock, etc. Lo más aproximado y/o certero sería ubicar a Hilario Camacho dentro del folk-rock  o del rock suave o acústico, por decir algo. Como ya confirmé años después en la Historia del rock que editó El PAÍS (1986), Jesús Ordovás ya comentaba en ella que el gran público podía catalogar a Hilario como underground mientras que la gente del rock no lo veía como algo suyo, al igual que sucedía con otros cantautores como Sisa o Pau Riba.

Con el paso de los años, al escuchar éste y los discos que le siguieron en aquellos años setenta, no se duda ya en tildarlos de rock, aunque su composición más famosa de este LP, Los cuatro luceros (la letra es de José Batlló), está más cerca de un Juan Manuel Serrat que de Smash o Los Módulos. No obstante, en interpretaciones posteriores del mismo tema, años después, se acerca más a un alma folk-rock.

El breve y contundente tema que da entrada al disco, Y de todas las formas (letra de Moncho Alpuente), resultó definitivo para convencerme de la calidad de este cantante. Esa guitarra acústica, ese bajo, ese piano derramado, esa bien utilizada batería, esos ecos y esa desgarrada interpretación sobre la soledad, impactaron en el núcleo emotivo de mis dieciocho añitos al momento. Le seguía otro tema que se volvería clásico en su repertorio: Ven aquí. La letra es del propio Hilario. Empieza suave, acústico, te llama poco a poco y te envuelve en su cima con una guitarra eléctrica muy distorsionada, para acabar como empezó y con un recitado final. Inmejorable.

En el tema Al igual que vosotros utiliza la letra de un poema de Blas de Otero del mismo nombre; pero, al no incluir las últimas tres estrofas, el título no queda plasmado en la canción, por lo que es muy común conocerla por Desesperadamente, expresión que se repite varias veces. Es un gran tema que anticipa composiciones posteriores como Volar es para pájaros o Mis pies pisan la roca, de sus dos siguientes trabajos, De Paso (1975) y La estrella del alba (1976).

Imagen resulta otro estupendo tema al que vuelve a poner la letra él mismo. Presenta la utilización de punteos de guitarra acústica al estilo de los grandes cantautores de la época (Dylan, Donovan, Don McLean o Cat Stevens). Claro, con estos parecidos, es normal que me entusiasmara el disco. Érase un rey es otro buen tema, en el que la percusión está muy bien utilizada para continuar las frases. La letra es de Moncho Alpuente.

Acabarás quizás (también con letra de MonchoAlpuente), vuelve a beber de los mismos cantautores mencionados antes, en la tónica musical de composiciones como How can I tell you (Cat Stevens) en su parte suave, y que se electrifica y endurece en su parte más desgarrada, como ya ha hecho en otros temas del Lp.

Le siguen dos composiciones más juguetonas y, en mi opinión, menos conseguidas. Así, Juegos, podría beneficiarse de menos alegría e infantilidad: esas palmas, ese órgano y tanto nananá me resultan tontitos; y Adolescente, que comienza muy bien, hubiera requerido otro estribillo -el coro infantil es de guardería-. En ambas, las letras son de Francisco Escalada.

Finaliza el disco con Como todos los días, otro gran tema, esta vez un blues, sobre el hartazgo urbano y laboral. Está muy bien resuelto y tiene buena instrumentación.

El productor fue Alain Milhaud, y se grabó en Londres con músicos británicos. El disco que yo adquirí tenía la sobria portada en blanco y negro que aparece arriba, pero también se editó en otros sellos con el retrato en color pintado por Ángel Aragonés.

El saldo personal de la escucha de este Lp se puede resumir en varios puntos:
1) Conocí a un gran músico, al que seguí con mucho interés desde entonces.
2) Empecé a poner más atención al rock en castellano.
3) Incorporé algunos de sus temas a mis prácticas y escarceos con la guitarra.
4) Afiancé mi confianza en los gustos musicales de mi amigo.

Hilario Camacho falleció en 2006, respetado por muchos pero desconocido por una gran mayoría, como es el caso de muchos otros héroes del buen rock de la época.


                      ⭐⭐⭐¿Y qué dice hoy mi amigo de todo esto? ⭐⭐⭐
Hacía muchos años que no escuchaba este disco y, de pronto, al hacerlo de nuevo, me he visto con 17-18 años, en mi época de estudiante, escuchando música a través de la emisora La Voz del Guadalquivir, donde descubrí a Hilario Camacho y a tantos otros (Jim Croce, Meat Loaf, el Rock´n´roll Animal de Lou Reed y un largo etcétera). ¡Joder! ¡Qué tiempos! En fin, dejémonos de rollos y vamos con el disco.
Aunque es verdad que usa acordes y ritmos muy cercanos al pop y al folk, el hilo que acaba envolviéndolo todo es el rock. Quizá lo hacía de una forma un tanto ingenua pero, sin duda, tratando de transmitir honestidad (y consiguiéndolo en muchas ocasiones). Hilario Camacho era... distinto. Letras que pretendían decir cosas, buenas melodías, progresiones de acordes no muy usuales y arreglos sin grandes aspavientos; y todo ello aderezado con gotas de rock que le daban forma y sabor.
Efectivamente no era muy conocido, salvo en ciertos círculos juveniles, aunque tampoco era de extrañar. En aquella época las principales radios presentaban un panorama musical español a base de, por un lado, Camilo Sesto, Miguel Gallardo, José Luis Perales o Miguel Bosé (todos ellos y, sobre todo, este último, grandes ídolos tuyos; lo sé), y por otro, Juan Manuel Serrat, Víctor Manuel o Miguel Ríos. Todo lo referente al rock era minoritario -casi igual que hoy- salvo, quizás, el rock  andaluz y poco más (Triana, Smash, Alameda...).
Una vez escuché decir a Hilario en una entrevista que recordaba aquella época -la de sus tres primeros discos- como un sueño, por lo popular que fue en círculos estudiantiles. Lo vi en directo, aquí, en la plaza de toros de San Fernando. Debía ser a mediados de los ochenta. Él solo con la guitarra. Estuvo muuuy bien. Una voz acojonante: quizá no se aprecie en sus discos todo lo que daba de sí. ¿Qué más decir? Me gustó entonces y me sigue gustando ahora. Algunas canciones acusan el paso del tiempo; otras, en absoluto.   
                                                                                                                               El Camborio

jueves, 17 de octubre de 2019

005.- Comentando BLADE RUNNER

"Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir."

La película está inspirada en la novela del extraordinario escritor de ciencia ficción Philip K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?. Es una película considerada un clásico de la ciencia-ficción. Trata sobre el tema de la inteligencia artificial y los problemas que puede suscitar. En un futuro, planteado en el año 2019 (recordemos que la película es de 1982), un antiguo Blade Runner es vuelto a contratar para dar caza a unos peligrosos replicantes. Se llama Blade Runner a esta especie de policías-cazadores encargados de eliminar a los replicantes; los replicantes son robots con absoluta apariencia humana. El problema que se ha suscitado es que estos replicantes han terminado por generar sentimientos humanos y, al descubrir que no son humanos sino robots, deciden volverse contra sus creadores.

Blade Runner es tanto una película de ciencia ficción como de cine negro. Presenta un futuro deprimente, con ciudades sin espacios verdes, convertidas en grandes masas de inmensos bloques, invadida por múltiples anuncios fluorescentes y en oscuridad permanente, debido a algún tipo de cambio en el clima que condiciona una lluvia que no cesa. Se alternan las ricas y modernas edificaciones, de dudoso gusto, con las abandonadas; los restaurantes y mercados callejeros con las calles sucias y oscuras; y la multiculturalidad racial con la superpoblación y el continuo ajetreo urbano.

Las grandes corporaciones han tomado el mando y dirigen la vida de las personas. En este contexto, atroz, el desarrollo de la tecnología ha conseguido crear robots que sirven para cualquier función, desde la administrativa (la secretaria Rachel) hasta la mera compañía (los juguetes de J. F Sebastian) y, por supuesto, la obrera y bélica (los peligrosos replicantes).

La música es de Vangelis, que usó sintetizadores para enmarcar el agobiante ambiente urbano, y el piano y el saxo para los momentos más reflexivos y evocadores.

Las interpretaciones son destacables. Harrison Ford se aleja de los personajes aventurero-cómicos que había interpretado en la saga de la Guerra de las Galaxias o la de Indiana Jones, para aportar reflexión y descreimiento. La presencia de Rutger Hauer es tensa y amenazadora durante toda la película, para convertirse en la escena final en la esencia del cansancio, la rendición y la entrega. En esta escena final interpreta un breve y fascinante monólogo mediante el que logra la empatía de su cazador con él, representada por un extraordinario cierre de ojos de Harrison Ford. Sean Young interpreta con máxima corrección a la mujer perfecta, replicante ideal para los tradicionales sueños masculinos. De igual forma se comporta Daryl Hannah, que interpreta tanto la seductora y angelical feminidad, como la fortaleza física de su personaje. Edward James Olmos es el policía que supervisa la labor del Blade Runner y sus apariciones guardan un secreto desvelado, en parte, al final de la cinta. Este secreto está presente de forma desigual en las distintas versiones de la película (hay tres versiones para el cine: 1982, 1992 y 2007).

Ridley Scott había dirigido anteriormente otro clásico de la ciencia ficción: Alien, el octavo pasajero. No estuvo siempre conforme con la versión que se estrenó en 1982, y con el tiempo trabajó en algunas modificaciones como la de suprimir la voz en Off (en las versiones de 1992 y 2007), la de acortar el final (1992 y 2007), la introducción del sueño del unicornio (1992; en 2007 lo vuelve a quitar) y el cambio en el fondo del escenario en el vuelo de la paloma (2007). El gran mérito del director es haber sabido plasmar una historia como ésta, intercalando las escenas trepidantes con las más sosegadas, en una película que presenta el tema/dilema de la inteligencia artificial de forma tan realista como fantástica. La película costó 28 millones de dólares, aunque recaudó algunos más. No tuvo un gran éxito en su momento y, posteriormente, ha sido reconocida por la crítica, pasando a ser, desde entonces, tanto una película de culto como un emblema del cine de ciencia ficción. Ha recibido varios premios de fotografía, vestuario y producción. Ocupa un destacadísimo lugar en las listas de mejores películas de ciencia ficción

Escenas destacadas y a tener en cuenta:
-      El test del comienzo de la película
-      El descubrimiento de Rachel de su condición de replicante
-      Los juguetes de J.F. Sebastian
-      La persecución de la replicante y la serpiente
-      El análisis de la fotografía
-      La muerte de Tyrell
-      El duelo y el monólogo final
-      La recogida de la figurita del unicornio frente al ascensor

Curiosidad:
El monólogo final de Rutger Hauer no estaba en el guión original; tampoco está en la novela. Al parecer, el propio actor lo ideó, aportando así una genial contribución a la película.

En 2017, dirigida por Denis Villeneuve, se estrenó Blade Runner, 2049. Es una muy lograda, en mi opinión, continuación de la historia. Recomiendo ver antes la película antigua, para centrar bien la historia y entender algunas claves.