El Lp A pesar de todo salió en 1972 (ó 1973; hay discrepancias al respecto), pero yo no llegué a escucharlo hasta casi un lustro después, y lo hice en casa de un amigo (ver abajo⭐) más adelantado que yo en estas lides. Me dijo algo así como "Vas a escuchar algo que merece la pena en castellano", y lo hizo para intentar convencerme de que había cosas interesantes en el rock español. Desde entonces fui indagando en el pop-rock español y amplié mis gustos, consistentes por entonces en música en inglés. No ayudaba mucho que Los Canarios o Juan Pardo también se pasaran al inglés por aquella época, claro.
Catalogar de rock a la música de Hilario Camacho puede parecer excesivo a algunos -o a muchos-, aunque yo siempre utilizo el concepto de forma muy amplia, incluyendo en el mismo al rock and roll clásico, al blues, al rhythm blues, al folk-rock, al blues-rock, al soul, al country o country-rock, etc. Lo más aproximado y/o certero sería ubicar a Hilario Camacho dentro del folk-rock o del rock suave o acústico, por decir algo. Como ya confirmé años después en la Historia del rock que editó El PAÍS (1986), Jesús Ordovás ya comentaba en ella que el gran público podía catalogar a Hilario como underground mientras que la gente del rock no lo veía como algo suyo, al igual que sucedía con otros cantautores como Sisa o Pau Riba.
![]() |
Página de la revista Disco Express nº 247 (noviembre de 1973) |
Con el paso de los años, al escuchar éste y los discos que le siguieron en aquellos años setenta, no se duda ya en tildarlos de rock, aunque su composición más famosa de este LP, Los cuatro luceros (la letra es de José Batlló), está más cerca de un Juan Manuel Serrat que de Smash o Los Módulos. No obstante, en interpretaciones posteriores del mismo tema, años después, se acerca más a un alma folk-rock.
El breve y contundente tema que da entrada al disco, Y de todas las formas (letra de Moncho Alpuente), resultó definitivo para convencerme de la calidad de este cantante. Esa guitarra acústica, ese bajo, ese piano derramado, esa bien utilizada batería, esos ecos y esa desgarrada interpretación sobre la soledad, impactaron en el núcleo emotivo de mis dieciocho añitos al momento. Le seguía otro tema que se volvería clásico en su repertorio: Ven aquí. La letra es del propio Hilario. Empieza suave, acústico, te llama poco a poco y te envuelve en su cima con una guitarra eléctrica muy distorsionada, para acabar como empezó y con un recitado final. Inmejorable.
En el tema Al igual que vosotros utiliza la letra de un poema de Blas de Otero del mismo nombre; pero, al no incluir las últimas tres estrofas, el título no queda plasmado en la canción, por lo que es muy común conocerla por Desesperadamente, expresión que se repite varias veces. Es un gran tema que anticipa composiciones posteriores como Volar es para pájaros o Mis pies pisan la roca, de sus dos siguientes trabajos, De Paso (1975) y La estrella del alba (1976).
Imagen resulta otro estupendo tema al que vuelve a poner la letra él mismo. Presenta la utilización de punteos de guitarra acústica al estilo de los grandes cantautores de la época (Dylan, Donovan, Don McLean o Cat Stevens). Claro, con estos parecidos, es normal que me entusiasmara el disco. Érase un rey es otro buen tema, en el que la percusión está muy bien utilizada para continuar las frases. La letra es de Moncho Alpuente.
Acabarás quizás (también con letra de MonchoAlpuente), vuelve a beber de los mismos cantautores mencionados antes, en la tónica musical de composiciones como How can I tell you (Cat Stevens) en su parte suave, y que se electrifica y endurece en su parte más desgarrada, como ya ha hecho en otros temas del Lp.
Le siguen dos composiciones más juguetonas y, en mi opinión, menos conseguidas. Así, Juegos, podría beneficiarse de menos alegría e infantilidad: esas palmas, ese órgano y tanto nananá me resultan tontitos; y Adolescente, que comienza muy bien, hubiera requerido otro estribillo -el coro infantil es de guardería-. En ambas, las letras son de Francisco Escalada.
Finaliza el disco con Como todos los días, otro gran tema, esta vez un blues, sobre el hartazgo urbano y laboral. Está muy bien resuelto y tiene buena instrumentación.
El productor fue Alain Milhaud, y se grabó en Londres con músicos británicos. El disco que yo adquirí tenía la sobria portada en blanco y negro que aparece arriba, pero también se editó en otros sellos con el retrato en color pintado por Ángel Aragonés.
El saldo personal de la escucha de este Lp se puede resumir en varios puntos:
1) Conocí a un gran músico, al que seguí con mucho interés desde entonces.
2) Empecé a poner más atención al rock en castellano.
3) Incorporé algunos de sus temas a mis prácticas y escarceos con la guitarra.
4) Afiancé mi confianza en los gustos musicales de mi amigo.
Hilario Camacho falleció en 2006, respetado por muchos pero desconocido por una gran mayoría, como es el caso de muchos otros héroes del buen rock de la época.
⭐⭐⭐¿Y qué dice hoy mi amigo de todo esto? ⭐⭐⭐
El breve y contundente tema que da entrada al disco, Y de todas las formas (letra de Moncho Alpuente), resultó definitivo para convencerme de la calidad de este cantante. Esa guitarra acústica, ese bajo, ese piano derramado, esa bien utilizada batería, esos ecos y esa desgarrada interpretación sobre la soledad, impactaron en el núcleo emotivo de mis dieciocho añitos al momento. Le seguía otro tema que se volvería clásico en su repertorio: Ven aquí. La letra es del propio Hilario. Empieza suave, acústico, te llama poco a poco y te envuelve en su cima con una guitarra eléctrica muy distorsionada, para acabar como empezó y con un recitado final. Inmejorable.
En el tema Al igual que vosotros utiliza la letra de un poema de Blas de Otero del mismo nombre; pero, al no incluir las últimas tres estrofas, el título no queda plasmado en la canción, por lo que es muy común conocerla por Desesperadamente, expresión que se repite varias veces. Es un gran tema que anticipa composiciones posteriores como Volar es para pájaros o Mis pies pisan la roca, de sus dos siguientes trabajos, De Paso (1975) y La estrella del alba (1976).
Imagen resulta otro estupendo tema al que vuelve a poner la letra él mismo. Presenta la utilización de punteos de guitarra acústica al estilo de los grandes cantautores de la época (Dylan, Donovan, Don McLean o Cat Stevens). Claro, con estos parecidos, es normal que me entusiasmara el disco. Érase un rey es otro buen tema, en el que la percusión está muy bien utilizada para continuar las frases. La letra es de Moncho Alpuente.
Acabarás quizás (también con letra de MonchoAlpuente), vuelve a beber de los mismos cantautores mencionados antes, en la tónica musical de composiciones como How can I tell you (Cat Stevens) en su parte suave, y que se electrifica y endurece en su parte más desgarrada, como ya ha hecho en otros temas del Lp.

Finaliza el disco con Como todos los días, otro gran tema, esta vez un blues, sobre el hartazgo urbano y laboral. Está muy bien resuelto y tiene buena instrumentación.
El productor fue Alain Milhaud, y se grabó en Londres con músicos británicos. El disco que yo adquirí tenía la sobria portada en blanco y negro que aparece arriba, pero también se editó en otros sellos con el retrato en color pintado por Ángel Aragonés.
El saldo personal de la escucha de este Lp se puede resumir en varios puntos:
1) Conocí a un gran músico, al que seguí con mucho interés desde entonces.
2) Empecé a poner más atención al rock en castellano.
3) Incorporé algunos de sus temas a mis prácticas y escarceos con la guitarra.
4) Afiancé mi confianza en los gustos musicales de mi amigo.
Hilario Camacho falleció en 2006, respetado por muchos pero desconocido por una gran mayoría, como es el caso de muchos otros héroes del buen rock de la época.
⭐⭐⭐¿Y qué dice hoy mi amigo de todo esto? ⭐⭐⭐
Hacía muchos años que no escuchaba este disco y, de pronto, al hacerlo de nuevo, me he visto con 17-18 años, en mi época de estudiante, escuchando música a través de la emisora La Voz del Guadalquivir, donde descubrí a Hilario Camacho y a tantos otros (Jim Croce, Meat Loaf, el Rock´n´roll Animal de Lou Reed y un largo etcétera). ¡Joder! ¡Qué tiempos! En fin, dejémonos de rollos y vamos con el disco.
Aunque es verdad que usa acordes y ritmos muy cercanos al pop y al folk, el hilo que acaba envolviéndolo todo es el rock. Quizá lo hacía de una forma un tanto ingenua pero, sin duda, tratando de transmitir honestidad (y consiguiéndolo en muchas ocasiones). Hilario Camacho era... distinto. Letras que pretendían decir cosas, buenas melodías, progresiones de acordes no muy usuales y arreglos sin grandes aspavientos; y todo ello aderezado con gotas de rock que le daban forma y sabor.
Efectivamente no era muy conocido, salvo en ciertos círculos juveniles, aunque tampoco era de extrañar. En aquella época las principales radios presentaban un panorama musical español a base de, por un lado, Camilo Sesto, Miguel Gallardo, José Luis Perales o Miguel Bosé (todos ellos y, sobre todo, este último, grandes ídolos tuyos; lo sé), y por otro, Juan Manuel Serrat, Víctor Manuel o Miguel Ríos. Todo lo referente al rock era minoritario -casi igual que hoy- salvo, quizás, el rock andaluz y poco más (Triana, Smash, Alameda...).
Una vez escuché decir a Hilario en una entrevista que recordaba aquella época -la de sus tres primeros discos- como un sueño, por lo popular que fue en círculos estudiantiles. Lo vi en directo, aquí, en la plaza de toros de San Fernando. Debía ser a mediados de los ochenta. Él solo con la guitarra. Estuvo muuuy bien. Una voz acojonante: quizá no se aprecie en sus discos todo lo que daba de sí. ¿Qué más decir? Me gustó entonces y me sigue gustando ahora. Algunas canciones acusan el paso del tiempo; otras, en absoluto.
El Camborio