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jueves, 26 de noviembre de 2020

025.- TIEMPO DE MASCONATOS. Entrevista al autor.

Una entrevista de Rut H. White, para La Gaceta de Fort Navajo.

No ha sido nada fácil encontrar a Pablo. Lleva una vida poco pública y, me consta, ha rechazado a varios medios que han intentado ponerse en contacto con él. Si yo lo he conseguido es porque mantengo amistad con algún buen y querido conocido suyo, que me ha facilitado este encuentro. Este conocido, que vive en Córdoba, consultó previamente con Pablo y me cuenta que le costó convencerlo, pues es huidizo y poco dado a los extraños. Finalmente, me ha recibido en terreno neutral, en una cafetería de Chiclana cercana a la playa de La Barrosa. No lo conozco personalmente, así que me guío un poco por la foto de la solapa del libro. Cuando lo localizo, compruebo que es persona en la flor de la vida, la sesentena, de frente ancha, nariz aguileña, mirada penetrante, rectitud y bondad en el espíritu; justo lo que me esperaba. Nos saludamos y, tras pedir café, iniciamos la entrevista, cuya transcripción paso a exponer.

Pregunta.- ¿Por qué escribiste este libro?

Respuesta.- Lo hice para intentar recuperar un tiempo pasado, tarea imposible. No se puede hacer. Tan solo se puede escribir sobre el pasado para dejar plasmados algunos recuerdos y quizá para compartirlos con otros.

P.- Te centras mucho en la infancia y en la juventud.

R.- Son etapas míticas en las vidas de las personas. Si tenemos la oportunidad de crecer y llegar a hacernos adultos con cierta normalidad, nos cargamos de responsabilidades y obligaciones que eran casi inexistentes entonces. Quiero decir que, aunque tuviéramos que obedecer, estudiar, asistir al colegio y depender de nuestros padres, todavía nos quedaba un tiempo y un mundo de juego, de fantasía, de exploración y, sobre todo, ajeno a la inevitable parte dura de la vida. No fue así, desafortunadamente, para todos los niños. Yo tuve suerte. Y muchos como yo, también.

P.- Pero fueron tiempos muy duros. Había una dictadura.

R.- Sí. Pero yo no fui consciente de ello hasta bien entrado en la juventud. Hasta que no se despiertan en nosotros las capacidades de abstracción, vivimos en un mundo casi mágico, donde las normas no se cuestionan. Podía intuir algo extraño en la contención de nuestros padres, pero solo en ciertos momentos. La mayoría de las cosas que recuerdo en mi familia se producen en contextos muy particulares. Mis padres evitaron toda manifestación externa de protesta política. No se podía hacer otra cosa sin poner en peligro a la familia. Mis padres optaron por contenerse para protegernos. Esa contención termina por conformar un universo muy delimitado que tiende a ser tomado como natural.

P.- Hablas de los juegos infantiles y de la palabra masconato.

R.- Mucho. Y en ese contexto aparece la palabra, como parte del argot habitual entre los niños de aquella época. Ya sabes que significa tramposo en el juego. De pequeño, e incluso de joven, no era consciente de lo peculiar o específico de la palabra y que no era conocida en otras ciudades. Es una palabra bonita.

P.- Ya no se juega en la calle.

R.- No. Ahora hay parques infantiles, que acogen a los niños y los protegen de la circulación de vehículos. No es exactamente igual, ya que parecen como una especie de zoológicos donde acudir para ver a los niños jugar. Es un entorno más controlado donde, bajo la mirada de los mayores, se columpian, saltan, dan volteretas, pasean en triciclos o pequeñas bicis, trepan y se deslizan en tobogán. También hay ahora espacios deportivos que no existían entonces.

P.-  A los niños de ahora les encantan estos parques.

R.- Si, es lógico. Mira, al principio, yo iba a escribir sobre el juego infantil, sobre los juegos deportivos infantiles. Esta idea era como una prolongación de mi vida como profesor de Educación Física. Pero a medida que iba recopilando ideas, estas se fueron desarrollando más hacia otras actividades lúdicas de la infancia, y terminó abarcando los años de colegio, las amistades y otras anécdotas y episodios. Así, lo que iba a ser, más bien, un tratado, tomó la forma final de relato.

P.- ¿Y te encontraste a gusto con este género?

R.- Poco a poco, sí. Tuve que transformar muchas cosas. A veces describo algún juego de forma un poco analítica, más en el estilo de un tratado sobre el juego; pero creo que encaja bien con el aire general del libro. He escrito y tratado durante muchos años sobre juegos y ejercicios, así que esa parte me resultó más fácil. Me costó más contar cosas sobre la vida infantil y juvenil, aunque le fui cogiendo gusto y terminó por ser la parte principal.

P.- Algunas personas que han leído el libro dicen que debes tener mucha memoria.

R.- De memoria, en general, no ando mal. Pero es un poco relativo. Cada uno recuerda más las experiencias agradables, sus experiencias agradables. Las más negativas tiende a apartarlas de su mente, no tanto a olvidarlas como a obviarlas; sobre todo aquellas que le suponen más dolor personal. Como la mayoría del tiempo lo pasé bien de pequeño, es natural que recuerde muchas cosas agradables.

P.- Tus primeras lecturas son tebeos.

R.- Era lo habitual. A los niños se les enseña a leer con cuentos. Yo no recuerdo muchos cuentos, pero sí muchos tebeos. Me enseñaron tanto mundo como, después, la televisión y el cine. He coleccionado y leído tebeos gran parte de mi vida. Cuando voy a Sevilla a ver a la familia, siempre me paso por Edición Limitada, una librería especializada en cómic, que me sigue nutriendo de este arte. 

P.- Ahora se llaman comics y no tebeos. Lo recalcas en el libro.

R.- Y hasta novela gráfica, que es la cursilada de la última década. Ya se sabe que los adultos dignifican sus actividades para separarlas de la mentalidad infantil y, para ello, nada mejor que la neolengua. Hay tebeos buenos y tebeos malos, como hay buenos y malos libros, películas, cuadros, muebles y personas. Pero hay cierto reparo cultural a reconocer que uno lee tebeos, como si temiera ser tildado de tontotebeo.

P.- ¿Tontotebeo?

R.- Es como un tontoperro o un tontoparaguas. Un tontoperro solo vive para su perro. Un tontoparaguas es el que a la menor gota de lluvia saca el paraguas. No me hagas caso, que estoy bromeando y siendo malévolo, mujer. Si te gustan los perros y los paraguas, pues está muy bien. Son realidades prácticas y útiles, mientras no te muerdan a ti o a los demás, y mientras no les saques los ojos a nadie con las varillas. Sigo bromeando.

P.- He escuchado decir que donde hoy hay un tebeo, mañana habrá un libro.

R.- Pudiera ser, pero no creo que sea una regla general. Donde hoy hay un tebeo, mañana habrá más tebeos. Me lo creo más. Hay quien come lo mismo desde pequeño y no le cambia el gusto ni le atraen otras cosas. Y hay quien va experimentando novedades y otros mundos. Dependerá de lo que le salga al encuentro, de la suerte, de la educación, de las personas que lo rodeen, del interés o curiosidad que vaya desarrollando... Sobre todo, a medida que pasan los años, estos últimos factores, la curiosidad y el interés por conocer más cosas, son cruciales.


P.- ¿Qué sueles leer?

R.- Es muy variable. A veces leo narrativa y a veces ensayo. No hay preferencia. También teatro, aunque es menos usual ahora que hace unos años. Lo último que he leído ha sido El verano que mi madre tuvo los ojos verdes, de Tatiana Tibuleac. Lo hice por recomendación de Antonio Díaz González, buen escritor isleño, y me gustó su aire de patada en el estómago, como diría mi hermano Juanma, que también es buen guía para mí. Juanma me descubrió, por ejemplo, a Michel Houellebecq en La posibilidad de una isla, que es una novela tremenda.

P.- Pareces estar muy al día en literatura actual.

R.- No, no lo estoy. Los apuntes que te he hecho puedes considerarlo como un punto de presunción, porque, realmente no los descubrí por mí mismo. A veces puedo leer cosas actuales, pero no es lo corriente. Suelo escarbar más en clásicos y no todo lo que debiera. No soy ordenado en esto y no milito entre las filas de los muy informados. Pero tengo suerte con algunos de mis contactos. 

P.- ¿Contactos literarios?

R.- No exactamente. Precisamente estás aquí entrevistándome por nuestro común amigo, que es una de mis fuentes de asesoramiento e información literaria. Él es, como sabes, profesor de Lengua y Literatura, gran lector y también gran poeta. Y, por encima de cualquier otra cosa, gran amigo. Ya tengo ganas de verlo y no solo de hablar con él por teléfono. Cuento también con familia y amigos, aquí en Cádiz y en Sevilla, que también leen mucho y me aconsejan lecturas de todo tipo (género histórico, novela negra, ciencia ficción, crítica social...). Antonio Aguilera Nieves, de Isla Cristina, es mi cuñado y, entre otras cosas, es escritor de muy buenos relatos como Antropoceno o Ínsulas. Tengo mucha suerte. Tampoco me paso todo el día leyendo. Tengo más aficiones.

P.- ¿Por ejemplo?

R.- Música, cine, series, excursiones, viajes... Pero mi auténtica afición a estas alturas de mi vida son la familia y los amigos. Pocas cosas me gustan más que una buena jornada de reunión y contacto. No estamos en eso ahora mismo, y hay que esperar a que pase esta pandemia.

P.- Las reuniones familiares también pueden ser un poco pesadas.

R.- Será así para quien no tenga la suerte de contar con la familia adecuada. No es mi caso, afortunadamente. 

P.- ¿Echas de menos el trabajo de profesor?

R.- No, no. Puedes escribirlo en mayúsculas. Pero, de alguna manera, sigo vinculado al trabajo porque mi mujer sigue ejerciendo como profesora de Latín. Parte de nuestras conversaciones diarias giran en torno a sus peripecias profesionales y comentamos y analizamos las peculiares y, muy a menudo, absurdas propuestas educativas de la administración educativa. Gracias a mi mujer me aficioné a entretenerme también con lecturas o documentales sobre el mundo clásico. Me ayudó mucho en la corrección del libro.

P.- No la mencionas en el relato.

R.- Nos conocimos más tarde. Es de Écija y no pudimos coincidir de jóvenes. Mira, volviendo a lo del trabajo, lo que sí echo de menos es a algunos compañeros. Con muchos de ellos gocé lo indecible por su ingenio y su humor.

P.- Es algo muy común en el profesorado, ¿no?

R.- Bueno, yo he visto de todo. No generalizaría. Lo que sí es verdad es que muchos profesores esconden cualidades que no terminan de ser expuestas a su alumnado, bien porque este no lo necesite o bien porque sean personas discretas. 

P.- ¿Puedes ampliar este punto?

R.- Yo he conocido personas muy singulares. Esto parece la escena final de Blade Runner, ¿verdad? Había un profesor que poseía en su domicilio una biblioteca personal de dimensiones increíbles, con libros guardados en doble fila en todas las estancias de la casa. Este profesor era una persona muy sencilla en el trabajo, pero con una afición tal a los libros que muy bien hubiera podido dar formar a un personaje de una novela de Carlos Ruiz Zafón. 

P.- Cuéntame más de esa persona.

R.- No. Creo que no. Creo que hay que conservar el misterio que existe incluso en un lugar tan poco mediático, en principio, como nuestro entorno. Hay personas entre nosotros que guardan para sí talentos ocultos y que solo llegan a ser conocidos en determinadas situaciones. El misterio está ahí fuera, pero muy cerca. ¡Ja, ja! Convive con la escasez cultural.

P.- ¿No echas de menos a los alumnos, dar las clases o su contacto?

R.- Tampoco. En los últimos años no conectaba apenas con ellos porque el sistema educativo nos separaba cada vez más.

P.- ¿Cómo?

R.- Quiero decir que la monserga pedagógica de centrarse en el alumno o el discurso oficial de partir del alumno y sus intereses, han terminado por estar tan presentes en el sistema educativo que este se ha quedado en eso. Esto ha limitado el posterior progreso hacia el conocimiento eficaz que debiera venir a continuación de ese punto de partida, y nos hemos quedado no ya en el camino, sino en la salida. Hemos infantilizado tanto la educación que el producto es la falta de conocimiento y la falta de capacidad lógica. Nos dicen que ahora aprenden otras cosas, pero no es cierto; lo profesores sabemos que no aprenden ni siquiera otras cosas. No tienen ni paciencia para leer y escribir correctamente, que es un signo de mente bien ordenada. Mira cualquier concurso televisivo y fíjate en las preguntas y en las respuestas. Y eso no solo desde el punto de vista del dato o del detalle histórico, tampoco tienen otras destrezas prácticas desarrolladas. Ni siquiera las destrezas sociales. Por no saber no saben ni buscar en Internet. Su uso de la informática y los medios se limita al chateo o a la conversación, y al corta y pega para los trabajos o tareas del instituto.

P.- Quizá la escuela debiera cambiar.

R.- El problema es que la han cambiado demasiado. ¿En tu familia hay agentes de asuntos internos? ¿Puedo hablar claro?

P.- ¿Como?

R.- ¿Hay inspectores de educación?

P.- Creo que no.

R.- Mejor. Están bien adiestrados en perseguir al profesorado. Ya no asesoran. No sé si lo hicieron alguna vez, pero ahora, desde luego, no lo hacen. Ni siquiera ellos distinguen bien entre objetivos, criterios, estándares de aprendizaje y rúbricas. No conocen bien ni la neolengua del sistema,  inventada para confundir al profesorado. Tan solo sancionan y culpan a los profesores del fracaso escolar y hasta de las faltas de asistencia de sus alumnos. Es increíble. Y no hablo de los típicos profesores distantes o mal preparados, que los hay, como en cualquier otra profesión. Si has ido a la oficina del catastro o a MUFACE y has dado con los mismos funcionarios que yo, sabrás a lo que me refiero. Hablo de perseguir al profesor riguroso y exigente. ¿Si un niño no come es siempre porque la madre es mala cocinera? ¿No será porque come gusanitos, caramelos o chicles todo el día y cuando llega al plato no le apetece? En Educación, en la televisión, en Internet, en el móvil, hay muchos gusanitos y caramelos que los atiborran y convierten en una mala digestión a cualquier contenido o exigencia educativa más allá de los intereses cercanos al alumno, al parecer los únicos necesarios o legítimos para su formación. Es una visión muy moderna pero muy limitada de la educación y la enseñanza. Así nos va.

P.- ¿Crees que son tiempos malos para la cultura?

R.- Totalmente. La estupidez anda desatada. Hace poco me ha llegado un chiste por whatsapp que dice "Con lo que está cayendo en La Cantora y la gente preocupada por la pandemia". Es muy indicativo de los focos de atención que importan a demasiada gente. Solo hay que ver la presión o la tabarra por gozar de una Navidad medio normal, a pesar de las advertencias hacia la llegada de una tercera ola. Se ha desatado una especie de guerra fría entre por un lado, la juventud despreciativa de la vejez y, por el otro, la vejez miedosa de los jóvenes. No es la primera vez en la Historia. Esto va por ciclos.

P.- No todos los jóvenes son así.

R.- Estoy de acuerdo. Además, me obligo a pensarlo. Y hay muchos que colaboran, pero siempre tienen la tentación de ceder ante la presión ambiental de muchos otros. Es como en los casos de acoso escolar, cuando se mira hacia otro lado. Muchos periodistas, con esto de la pandemia, os estaréis dando cuenta ahora de la cantidad de gente que existe con comportamiento egoísta e infantil. Esto no es cosa de hace un rato. Fíjate en las muy diferentes edades de los que se comportan con inconsciencia. No es una franja de edad estrecha, es bastante amplia. Es el producto de muchos años de falta de rigor en la educación. Y no hay razones para esperar un cambio. Las leyes educativas no van por ahí. Como mucho, esto mejorará cuando llegue la vacuna, sálvese quien pueda y a otra cosa, mariposa. El problema se resuelve groseramente con satisfacer el individualismo de corto alcance. Por ahí van las cosas.

P.- ¿Tienes miedo por la situación?

R.- Como cualquiera medianamente informado. Como he dicho antes, también hay adultos con comportamientos muy poco racionales; y no todos son inspectores de educación. El otro día en la pescadería una señora hablaba en voz bien alta sobre los males de las próximas vacunas, manifestando que ella no se pensaba vacunar. No me contuve y le di las gracias porque así yo tendría que esperar menos cola. Tendría que haberle dicho que así también le podría ceder mi sitio en la UCI.

P.- Cuentas en el libro que no trataste mucho a las niñas durante tu infancia.

R.- No. Estábamos bastante segregados, tanto en el colegio como en nuestros juegos. Sin embargo me han llegado informaciones de mujeres que han leído el libro y que dicen haber conocido o jugado en ocasiones a los juegos destinados o pensados para los niños de sexo masculino. Lo celebro, aunque no lo recuerdo así. También celebro que hayan leído el libro y que me lo hagan saber. No me sorprende demasiado ya que son más ávidas lectoras que los hombres. Me cuentan que les ha gustado el relato, lo que me resulta muy agradable pues no estaba dirigido en principio a un público femenino sino que esperaba encontrar, más bien, la complicidad masculina. Ha sido un agradable hallazgo.

P.- ¿Mantienes el contacto con muchos antiguos compañeros del colegio o del instituto?

R.- Muy poco. Es muy difícil, tanto porque cambié de colegio al terminar el bachillerato elemental como porque me fui a vivir unos años a Sevilla. Después, aunque volví a San Fernando, fijé mi residencia en Chiclana. Todo esto me ha llevado durante años a no transitar demasiado por las calles Real, Rosario y San Rafael, las principales vías de encuentro y reconocimiento en San Fernando.

P.- Entonces, muchos no se acordarán de ti.

R.- Es natural. Yo también he olvidado, sobre todo, algunas caras. Recuerdo mucho más los apellidos que los rostros. A pesar de ello, he recibido alguna llamada por parte de alguno de los más antiguos compañeros de La Salle, agradecido y emocionado por reavivar el recuerdo de aquellos años. Algunos otros me han ayudado en la identificación de los niños que aparecen en las fotografías de grupos de La Salle y del Liceo. Y he podido constatar que los hay con más memoria que yo.

P.- ¿Qué es lo que más te gusta del libro?

R.- Cuando lo elaboraba, muy a menudo, soltaba grandes carcajadas ante lo que había escrito. Era como volver a asistir a aquellos momentos. Me agrada el hecho de que algunos de mis afines se hayan reído ante los mismos pasajes. En líneas generales, puede decirse que está escrito mezclando el humor con la nostalgia. Ese puede ser un buen resumen para describirlo.

P.- ¿Seguirás escribiendo?

R.- Al menos, como pasatiempo sí que lo haré. Ahora escribo y reflexiono sobre mis años como profesor. No sé si publicaré algo sobre ello. Ya se verá.

P.- Pues, muchas gracias por concederme esta entrevista. 

R.- De nada. Ha sido un placer.

                                                                                                                    Rut H. White

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sábado, 21 de noviembre de 2020

viernes, 16 de octubre de 2020

023.- Tiempo de Masconatos

Pulse aquí para ver el vídeo de promoción de TIEMPO DE MASCONATOS

Bueno, ya está el libro en la calle.  Y quiero agradecerle a los primeros lectores sus amables palabras. Lógicamente, son amigos y conocidos los primeros que han invertido un poco de su tiempo en detenerse en su lectura. La mayoría son de mi edad, así que a los vínculos afectivos hay que sumarle esta ventaja, la de haber compartido muchos de los paisajes o situaciones presentadas en el relato. El ejercicio de la nostalgia puede ser un signo de cansancio o de, simplemente, vejez. Sin negar del todo este punto, esta vuelta hacia atrás nos sirve para recapacitar de dónde venimos, de donde procedemos, pero no porque lo ignoremos sino porque no siempre lo tenemos en cuenta. Conocemos nuestra infancia y nuestra juventud, pero no siempre la explicamos o la ajustamos a los tiempos en las que nos tocó vivirlas. El paso del tiempo nos ha hecho cambiar tanto que casi no nos reconocemos en aquellos niños y jóvenes, cuando, en realidad, siguen vivos en el subconsciente -digo bien, no el inconsciente, que es otra cosa-, y basta que alguien nos lo recuerde para que los sintamos algo presentes.

Paco Fandiño me dice que leyó el libro en una noche. Paco es profesor de Filosofía y tiene mucha capacidad lectora. Me da las gracias porque dice que le he recordado que era feliz cuando no sabía que era feliz. Es un ingenioso comentario, que le agradezco, y que hay que contextualizar debidamente -sé que él lo hace, por filósofo y por poeta- para no caer en la trampa del cualquier tiempo pasado fue mejor o, peor aún, aquellos sí que fueron buenos tiempos. Porque no lo fueron en absoluto. Lo que ocurre es que éramos niños o jóvenes, y eso era una ventaja frente a los sufridos adultos que nos rodeaban.

Juan García Tirado me dice que ha soltado varias veces una carcajada al leer distintos capítulos. No me extraña porque yo mismo lo hice también cuando escribía, y seguro que nos hemos reído en los mismos pasajes. Rafa Merino también se congratula por mi memoria y me da las gracias, cuando en realidad se las debo dar yo a él por sus apoteósicos momentos en el relato. Inma Vez me agradece mis palabras hacia su padre, un antiguo y querido profesor, nada menos que de mi especialidad, la Educación Física. También me dice que ella jugó a los bolis y a la lima con sus hermanos. Bien por ella. José Manuel Traverso también se divierte con su lectura, que casi le hace olvidar el pertinente picor que le dejó en la cara el guantazo del Padre Jesús. Arcadio Grandal también se ha hecho con el libro y me escribe agradecido y alegre. Otros y otras siguen enfrascados en su lectura y todavía no me han dicho nada. ¡Animaos a opinar! Bueno, solo si os ha gustado; si no es así, prefiero que guardéis un discreto silencio.

Manolo Seris-Granier Escolar se muestra de acuerdo con mis palabras acerca de la difícil tarea ser padre, que le proporciona unas felicidades necesariamente distintas a las mías, a la vez que ocupaciones impostergables y casi eternas. Es cierto, Manolo. También me recuerda otras anécdotas relativas a mi propio padre, que precisarían nuevos capítulos o, más bien, otro libro.  

Antonio Díaz González ha tenido unas palabras muy amables para mi libro en su blog (Pulse para ver) y recomienda su lectura. Antonio sí que escribe como la seda, así que valoro de forma muy especial su apreciación. Buscad como sea su novela Los años de la ballena. Es una trama casi detectivesca con personajes muy bien dibujados. Antonio tiene una gran capacidad para describir los sentimientos de sus personajes y es, en mi opinión, poseedor de la rara habilidad de presentar y tratar con gran acierto sus personajes femeninos. Tengo pendiente muchos cafés con él. Además, me ayudó con la idea para la portada. Gracias otra vez.

Mi tía María Elena Martínez Rodríguez de Lema, pertinaz investigadora y persona de renacentista capacidad, me halaga con sus comentarios y su análisis. Gracias, Elena. Que coincidamos más, cuando se acabe esta pesadilla del Covid. Ahora estoy leyendo el libro que me diste sobre tu investigación, en la que basaste tu tesis doctoral, acerca de la biblioteca del Observatorio de la Armada de San Fernando. ¡Vaya trabajo! Me gusta mucho el relato que presentas sobre la historia de esta biblioteca y del propio observatorio. Y tengo pendiente otras lecturas sobre tus investigaciones.

Pepe Morales, Paca, Milagros, Isabel y Luis (el Gallego) me facilitaron fotografías para que, en la contraportada del libro, aparecieran lugares de aquel San Fernando y, aunque aún no los conocía, me cuentan que se divierten con su lectura. Algunos de los amigos que tuve me permitieron usar fotografías en las que aparecemos juntos. También se han reído con sus momentos estelares.

Chele Catalán me cuenta que se ha emocionado, me recuerda otras anécdotas y cuestiona el resultado de la carrera sobre la distancia de 600 metros. Él opina que me ganó. Da igual, Chele. Está claro que ganamos los dos. Sobre todo, yo, que he vuelto a ganar un amigo. Chele está especialmente motivado y su portentosa memoria se aviva con estos recuerdos. Hace años organizó un encuentro de antiguos alumnos que resultó entrañable, entre otras cosas, porque hasta localizó al Hermano José Miguel. Gracias por todo, Chele. 

Veo que en la página de facebook correspondiente a Antiguos alumnos de La Salle hay personas que recuerdan bien la expresión masconato y su significado. Aprovecho para aportar mi granito de arena y me complacen sus contestaciones.

No he podido localizar a la mayoría de los mencionados en el relato, claro. Algunos me han llamado y es como si hubieran resucitado, porque hacía años que no sabía de ellos. 

Mi hermanos y mi madre también están contentos. Me ayudaron a elegir temas a tratar en el libro. Vivir con ellos me ayudó a ser el que soy, un tipo bastante feliz. Mi tío Antonio está entusiasmado y me hace propaganda en las redes sociales. Gracias, Antonio. Mi tío Rafael, desde Pontevedra, se alegra y descubre mi particular visión de las situaciones desde el niño que yo era. Un abrazo.

                                                                                                            Continuará

lunes, 28 de septiembre de 2020

022.- ¿Por qué es peor en España la segunda ola?

Todo el mundo se lo pregunta y nadie acierta con una respuesta o solución perfecta, porque no la hay. No hay una única respuesta, creo. Pero propongo unas cuantas basadas en mi propia experiencia, en lo que vengo observando estos meses que sucedieron al confinamiento. Ninguna de ellas es definitiva y tienen un alcance bastante limitado si se consideran una a una. Pero si se juntan -y la realidad las ha juntado, porque se dan todas a la vez en el tiempo- entonces la cosa cambia y, razonablemente, adquieren una gran dimensión y poder explicativo. Voy a enumerarlas.

1) La distancia de seguridad de un metro y medio no se cumple siempre.- Veo muy frecuentemente que no se cumple, por ejemplo, cuando la gente camina por las calles o se sienta en una terraza. Creo, además, que hay mucha gente que no tiene ni idea de lo que es un metro y medio, y al igual que poca gente respeta el "en carretera el peatón debe circular por la izquierda" -porque lo han olvidado o nunca se lo han enseñando-, tampoco debe haberse enseñando bien lo que es un metro (en este caso, un metro y medio).

2) No todo el mundo usa la mascarilla ni lo hace correctamente.- También lo veo. Hay personas -pocas, puede ser- que no se la ponen; o se la ponen mal, sin taparse la nariz; o la llevan por la barbilla. Todos hemos visto cosas así. Esto se da. También hay otro aspecto que no se controla del todo y es el tiempo o las veces que se usa una misma mascarilla. No todo el mundo las cambia cuando toca, sino que prolongan su uso más allá del tiempo para el que están pensadas. 

3) ¿De verdad creen que la gente se lava las manos siempre?.- Yo he visto entrar a personas en la farmacia o en el supermercado sin pasar antes por el dispensador de gel. No debo dudar, pues, que tampoco se lavarán las manos al llegar a su casa.

4) El ocio nocturno.- Como es un elemento muy traído y llevado no insisto más en él y basta con quedar incluido en este listado. Es un factor diferencial, al parecer, con otros países.

5) El personal se quita la mascarilla cuando ve a otros para saludarse y besarse.- Esto lo he visto entre las pandillas de adolescentes. Quizá sus padres piensen que sus hijos, que salen de sus casas para pasearse y ver a otros adolescentes, no se quitarán la mascarilla. Lo hacen. Yo lo he visto. Cuando se encuentran, se besan, como han hecho siempre.

6) El personal de las mesas en las terrazas y bares ni mantiene la distancia ni permanece con la mascarilla.- Como es un engorro beber o comer con la mascarilla, generalmente, las personas se la quitan; y como no guardan el metro y medio entre ellos -insisto en que no saben lo que es un metro y medio-, pues ya tenemos el lío montado. Esto se ve en la mayoría de las terrazas de los bares. Fíjense bien en lo que se ve por televisión todos los días o cuando salgan a la calle.

7) Los transportes públicos.- Es otro factor clave y vean cómo se va en el metro. Es noticia en televisión y los políticos la minimizan.

8) Las reuniones familiares o de amigos.- Aquí la relajación alcanza un gran nivel. Cuanto más grandes son estas reuniones y más duran, más aumenta el riesgo. Pero la gente se sigue reuniendo en grupos que sobrepasan lo recomendado.

9) Las fiestas de familiares y amigos.- No solo la gente se reúne como en el punto anterior, sino que además, hay quienes siguen celebrando cumpleaños u otras celebraciones con reuniones de grupos grandes. He escuchado parcialmente conversaciones sobre estos eventos en las que una madre decía "...y no le voy a quitar la ilusión al angelito...". El angelito debía ser su hijo y, la ilusión, el encuentro con los otros.

10) ¿Las normas de control en los aeropuertos son las mismas que en el resto de los países menos contaminados?.- Como no conozco la respuesta exacta, lo dejo apuntado. Algunos políticos se han quejado de esto, pero otros no lo ven así. Queda apuntado y queda por comprobar hasta qué punto el control que se ejerce es el mismo en todos los países. Si el control es menos exigente en España que en otros, entonces es razonable pensar que alguna incidencia debe estar produciéndose, y no se detectará porque la falta de control lo impedirá.

11) La vuelta al cole.- Una vez que se ha autorizado la vuelta al cole, habrá que esperar a las próximas semanas. Pero yo ya he visto, al pasear a la hora del recreo junto a dos colegios, desde la valla exterior, cómo los chicos y chicas juegan, se tocan, se persiguen y se empujan entre sí. Como han hecho siempre. También lo han visto sus profesores vigilantes, que asisten, entre agotados y miedosos, a las mismas escenas.

12) Han dejado de emitirse anuncios y mensajes televisados de carácter educativo y preventivo sobre el coronavirus.- Recuerdo que durante el confinamiento eran comunes y, tal vez, muy seguidos por la población. Hace dos días me ha llegado por WhatsApp una iniciativa en la ciudad de Ceuta, muy centrada en la juventud. Echo de menos este tipo de anuncios en las distintas cadenas de televisión y emisoras de radio, y no me explico cómo es que aún no hay una campaña para recordar todos los aspectos a tener en cuenta.

13) Mucho personal sigue hablando a voz en grito.- Aunque se nos haya insistido en este aspecto, sigue habiendo personas que hablan en voz muy alta al dirigirse al otro o a los otros. No hay manera.

14) Los políticos han dejado de ser creíbles y no parecen seguir los consejos de los científicos.- Factor apuntado que desmoraliza al ciudadano y lo confunde. Alguno habrá que se haya hartado de la mascarilla, la distancia y la restricción. 

15) Los negacionistas.- Si no se les combate firmemente, pronto encontraremos más y más militantes en estas filas. Y más muertos, claro.

Puede haber factores que se me escapen y no haya mencionado. También puede que haya alguna otra misteriosa gran explicación hispánica que aún desconocemos. Pero, mientras tanto... ¿No son suficientes todos los anteriores si los juntamos? Pues eso.

domingo, 13 de septiembre de 2020

021. Próximamente... Tiempo de masconatos

Está previsto que a finales de septiembre esté disponible el libro Tiempo de masconatos. Es un relato que llevaba tiempo preparando, sobre anécdotas y episodios de mi infancia y juventud.


Son recuerdos de un tiempo agradable y, a ratos, también desagradable, pues no todo tiempo pasado fue necesariamente mejor. Lo que sí recuerdo con afecto fue poder compartir juegos con los hermanos y los amigos, así como distraerme mucho con juguetes, lecturas o la televisión de entonces. ¡Si se pudiera no solo almacenar en la memoria sino revivir aquellos felices momentos, hacerlos presentes, reales, y que se pudieran volver a encarnar o resucitarlos! Eso sería para mí algo muy parecido al Paraíso.

jueves, 10 de septiembre de 2020

020.- El gigante ignorante

¿En qué se han convertido nuestros políticos? ¿Cómo se ha llegado a esto? ¿Cuánta falta de educación y de formación ha sido necesaria para producir individuos semejantes? ¿En qué momento empezó a torcerse todo? 

Si huimos de respuestas fáciles y proponemos explicaciones basadas en la creciente complejidad de los sistemas sociales y la multitud de matices que propondrían muchos con derecho a opinar -con independencia de su preparación o sagacidad-,  no vamos a ningún lado. Pero si consideramos mínimamente la posibilidad de que haya un factor primordial, mi mirada siempre se dirigirá a la educación recibida. He querido decir, a la educación no recibida.

Desde hace décadas, el rigor y la seriedad en la exigencia de la formación académica del niño y del joven han menguado enormemente. La tendencia es la misma actualmente y solo hay que ver cómo se profundizará aún más en este estado de cosas, con más parcelas optativas de escaso interés y menos conocimiento básico, en las leyes educativas que están por llegar.

Vamos a partir de un ejemplo que seguro que hará sonreír a más de uno o una, por lo que me tildarán de ingenuo y anticuado. La caligrafía. Venga, primeras risas. Pero sigo. Ya no resulta importante. La respuesta fácil es que resulta muy poco interesante porque casi nadie necesita escribir de forma bonita en este nuevo mundo o porque, tarde o temprano, todo se hará por ordenador o por móvil. Hay mucho maestro y pedagogo que piensa más o menos en este sentido. Y, resulta, algo extraño porque precisamente otros maestros y profesores sufrirán indeciblemente ante exámenes o trabajos indescifrables. Es decir, aunque solo fuera porque desde el punto de vista profesional debieran solidarizarse con estos sufridos docentes, ya sería un argumento a tener en cuenta.

Pero la caligrafía no está solo para satisfacer al lector, que lo está. Lo está también para asegurarnos de que quien nos lee, entiende lo que queremos decirle. Creo que resulta interesante y rentable. Es una inversión para nuestro objetivo final: que me entiendan cuando escribo.

Y hay mucho más. ¿Acaso la minuciosidad en el trazo no contribuye al desarrollo neuronal como fina y precisa tarea que es? ¿Acaso no fomenta la coordinación óculo-manual este dominio fino de nuestros dedos con el lápiz sobre el papel? Existen muchas caligrafías bonitas y adecuadas. ¿No vamos a enseñar ninguna? ¿Es que no es un triunfo neurológico la manipulación fina, cuando, encima, está destinado a que nos entiendan bien?

Evidentemente no pretendo que quienes hayan aprendido una técnica caligráfica, la mantengan inalterable y pura al transcurrir los años, sino que este aprendizaje le haya servido para escribir correcta y legiblemente su mensaje.

Aquellos que dicen que es más práctico el uso de elementos o maquinitas, establecen un camino en el desierto para el aprendizaje, pues por lo mismo propusieron hace años no enseñar la tabla de multiplicar, las divisiones o las raíces cuadradas que efectuarían las calculadoras. Ni aprenderse de memoria las capitales o los ríos. Total: todo está en Internet. Todo, no. Tu mente no está en Internet y puede que no llegue a nutrirse de los contenidos de Internet si tu cerebro no es ágil buscando. Y tu cerebro no es tan ágil como podría haberlo sido si se hubiera ejercitado en las tareas como las que he mencionado como ejemplo.

Tampoco es interesante aprender a dibujar si no voy a ser artista, dirán los avanzados de esta cruzada de la nada. Tampoco es interesante el latín (¿lengua muerta o lengua asesinada?) si no voy a ser filólogo o arqueólogo. Ni el griego. Ni la literatura universal si no voy a ser profesor. Ni el solfeo si no voy a ser músico; con el reguetón tengo de sobra, ¿verdad? Ni la filosofía si no voy a ser pensador. O sea, que invariablemente estoy destinado a no pensar ¿no? No hay asignatura ni rama del saber que se libre de esta objetiva merma en la enseñanza de sus contenidos, produciéndose como consecuencia una menor gimnasia cerebral. Hay estudios que demuestran que el cociente intelectual medido por los tests ha bajado desde los años ochenta, pero intentamos tranquilizarnos con las respuestas de que estos tests pueden no haber medido nunca bien la inteligencia o que ahora se aprende de otro modo y la inteligencia actual no puede medirse con los antiguos métodos. Bueno, yo no me lo tragaría así sin más, y me produce verdadera inquietud el dato mencionado.

¿La humanidad debe aprender cada vez menos? Yo entiendo que no. Que debe aprender cada vez más. La caligrafía no es incompatible con que también se manejen las nuevas tecnologías, que se aprenden en dos tardes, la verdad, ya que muchos de los artilugios que manejamos vienen acompañados de su manual de instrucciones. Darle al botoncito es muy fácil -requiere mucha menos manipulación fina que la escritura correcta- y solo precisa que la batería esté cargada o el aparado conectado al enchufe. Pero estamos abandonando el ejercicio o la gimnasia del cerebro, al despreciar aprendizajes muy útiles para que este funcione y se mantenga en forma. 

Desterramos la memoria como recurso o herramienta. Hay negativistas del uso de la memoria, como si esta solo fuera una herramienta útil para los tontos de salón, que memorizaban datos innecesarios como las matrículas de su barriada o la guía telefónica. Es muy diferente al calibrado pero necesario y pertinente uso de la memoria para saber ubicar o mencionar ríos, ciudades, reinados, épocas, personajes, hacer elementales operaciones aritméticas, retener citas literarias o fórmulas y un sinfín de cosas más. Un sinfín. Pero desde hace décadas es un clásico escuchar: "Yo no puedo aprenderme nada de memoria". Es una declaración tan estúpida como abundante, que solo habla de la necedad de su emisor, así como de su falta de interés o voluntad por molestarse en retener lo que en el fondo le importa un pepino, que es casi todo lo complejo. Por lo visto si se sabe su nombre es porque lo razona cada vez que lo usa, y no porque lo recuerde gracias a los engramas neuronales que vehiculan su memoria. Pues con planteamientos como este, muchos pedagogos pintorescos -los hay que no son pintorescos, pero están en una especie de exilio educativo- defendieron el destierro de la memoria en el estudio. Y ahora se me presenta un  gran dilema: ¿Se acordarán? 

No estudiemos mitología. ¿Para qué? ¡Si ya está en el cine! ¿De verdad la película que has visto reproduce con fidelidad la mitología clásica a la que se refería? Estoy de acuerdo en no impartir Religión en los colegios y centros educativos del Estado. Pero sí debería proponerse el estudio de la historia de las religiones si queremos entender la historia universal y la nuestra, la occidental. No tengo por qué creer o no creer en Dios, eso es algo personal. Pero si no sé quiénes son los Reyes Magos puedo tener un problema. Claro que siempre me pueden decir los avanzados que los Reyes Magos son los padres y ya está. Lo que pasa es que no entenderé ni siquiera las atractivas propuestas de películas como El hombre de la tierra. Si no sé de lo que me hablan no puedo ni juzgar ni entender ni proponer.

¿Por qué el conocimiento fue abolido? ¿Por qué no fue actualizado, sino desterrado? ¿Cuál ha sido la consecuencia? Las respuestas están en el viento que sopla. Hemos alimentado con nada a un gigante ignorante -que adopta muchas caras en todo el espectro político- que ha alcanzado el poder ante nuestras narices, por dejación del sistema educativo, que no es lo mismo que por dejación del profesorado. El profesorado nunca estuvo conforme con la disminución de la exigencia, al menos la mayoría del profesorado, pero fue presionado y acosado por las leyes educativas y sus valedores en la administración educativa hasta rendirse al nuevo mensaje: abandona el libro y coge las castañuelas. Así se consiguió este mundo feliz. Era necesaria la ignorancia y la mediocridad para conformarnos con políticos que nunca se preguntan si su rival no tendrá, tal vez solo un poquito, algo de razón en su argumento. No. El político que triunfa hoy es el que actúa pensando: termina de hablar que ahora me toca a mí y te vas a enterar. Y a eso lo llama debatir. Cuando le llevan la contraria el gigante ignorante -que no espera otra cosa, ni piensa en las posibles razones del argumento del otro- lo único que espera es su turno para morder. Quizá lo aprendió en la telebasura que vino a sustituir a la tertulia cultural y a programas como La Clave, más costosos de seguir porque había que ejercer gimnasia cerebral.

Ya digo que este gigante ignorante tiene muchas caras y gobierna en los partidos políticos actuales. Su proceder político de continuo desprecio al rival le garantiza su ascenso en el partido -solo suben los que más radicalmente se comportan- y, hasta el momento, suben también en las elecciones. ¿Hasta cuándo? Pues no lo sé, porque son tan mediocres que no saben ni se plantean la autocrítica y la reflexión. No les enseñaron a pensar ni a cultivarse. 

El gigante ignorante, la Política actual, por no saber, aún sabiendo contar no sabe cuantificar. No entiende nuestro gigante ignorante que si suma el número de ciudadanos que no acudieron a votar con el número de los que votaron otras opciones encontraría con que la mayoría no muestra predilección ni por él ni por ningún otro de sus rivales en la contienda. Eso no suele ocurrir ni cuando se obtiene mayoría absoluta. No entiende nuestro gigante ignorante que no debe gobernar para quien le votó, sino para todos los ciudadanos, te voten, no te voten o ni voten. Ni entiende que si gobierna a la contra de otros líderes políticos gobierna también contra gran parte de la ciudadanía y fomentan la crispación. ¿Es acaso gobernar salir de cada escollo parlamentario y hasta la próxima? Eso creen los gigantes ignorantes y así va el cuento. Esto se debe a un sistema de representación política basado en la división y no en la cooperación. Si el sistema de representación política fuera más razonable, científico y lógico, obligaría a la cooperación entre TODOS los elegidos que hubieran obtenido votos y se eliminaría el papel actual de la oposición -de las muchas oposiciones- pues, obligatoriamente, todos participarían en la gobernación, en distinta medida, pero sin nadie condenado a ser callado o no escuchado, como sucede ahora. Este sistema aún está por crearse en el mundo y en las democracias occidentales, que muy bien podrían ser las primeras en ir a la zaga de este objetivo. Pero lo que propongo obliga a pensar; a pensar mucho; a potenciar los cerebros. Y cada vez lo hacemos menos.

Hace ya mucho que los intelectuales no vendidos a una causa partidista, que los hay, huyeron de la política para refugiarse en otros lugares. Algunos hay que, muy contenidamente, elaboran tímidamente un artículo de prensa donde razonan en difícil equilibrio para que no se note demasiado la vergüenza que les invade por dentro; otros participan en alguna tertulia política con más o menos vehemencia; pero los más parecen haberse retirado a sus trabajos particulares, a sus castillos, para tragarse sus opiniones y no verse envueltos en la polémica o en la lucha -que siempre perderían- ante el gigante ignorante, que domina los medios y las masas.

No sé cuántas veces me he preguntado a mí mismo: "¿De verdad ha dicho lo que ha dicho?". No sé ya cuántas veces he asumido que no contestarán a la pregunta del periodista de turno (alguno también limitadito de formación y sin agilidad cerebral). ¡Pero si su respuesta parece un discurso de Cantinflas! Claro, no saben ni quien es Cantinflas ni saben lo que es el discurso hebefrénico, inconexo y sin fondo. Produce vergüenza ajena que un político sepa, no ya menos, sino muchísimo menos que cualquier persona espabilada, sobre temas básicos y fundamentales, por mucho grado universitario que haya obtenido.

Y legislan para que, bajo el principio de la igualdad de oportunidades en la educación, la consecuencia sea la mediocridad del resultado. No piensan tratar esta desigualdad compensándola con más educación y conocimientos. La compensan con más dinero para castañuelas, actividades extraescolares, visiones transversales u optativas sin auténtico fondo, sin contenido crucial y sin espíritu autocrítico alguno, racionalizando de mil formas el fracaso que evidencian los resultados recogidos por los informes educativos. La compensan disminuyendo la exigencia del conocimiento, que ha pasado a ser, como el oro, un bien escaso. No reparten ni el oro ni el conocimiento. Y como está muy feo tener oro y no compartirlo, resulta que también está feo poseer conocimiento -aunque esta posesión cultural pudiera ser compatible con su libre disposición, no como el oro en egoístas manos-. Empieza a ser cada vez más políticamente incorrecto tener conocimiento porque este conocimiento infravalora y desprecia a una minoría muy concreta: a la clase política. A la política sin clase, vamos.

Mientras tanto, y hasta que no vengan cambios inteligentes -con políticos razonables y cultos, especie en vías de extinción ahora mismo-, estén atentos a esta nueva señal de tráfico que ya circula por las redes, que no por las carreteras y calles.


No sabemos si su significado es Atención, políticos; puede que sea Atención, palurdos; o puede ser Atención, gente inculta y muy peligrosa para la salud. Viene a ser lo mismo. Por si no teníamos suficiente con el Covid 19, ahora caemos en la cuenta de que ya existía entre nosotros el Covid Político, el gigante ignorante que apenas percibíamos, pues no estaba destinado a matarnos sino a entontecer nuestras mentes. Este virus está tan presente que no lo delimitamos bien, como una hormiga no ve a un hombre; aunque mires a la derecha, a la izquierda, al centro, hacia adelante, hacia atrás, hacia las alturas y hacia abajo, ya no lo puedes abarcar. La señal simplemente te advierte de que está ahí. Y de que estará mucho tiempo, porque a eso se dedica, como cualquier otro virus: a perpetuarse, ya que un virus nunca se pregunta si su huésped está a gusto con él. Lo mismo hace este gigante ignorante. Y cuanto más negados seamos, mejor para él. 

¡Suerte, buenas personas! Leed mucho, escribid con buena letra y aprended todo lo que podáis: estas son las vacunas para protegerse contra el gigante ignorante. La inmunidad de grupo tardará mucho en llegar, si es que llega, porque el conocimiento ni es gratuito ni lo dispensa el sistema sanitario; y el educativo lleva décadas afónico, anoréxico y náufrago.


lunes, 31 de agosto de 2020

019. Instrucciones para los profesionales docentes ante el COVID-19

Como los políticos se han convertido en negacionistas de que el virus vaya a llegar de forma significativa a los colegios y al resto de centros docentes, ahí van algunas instrucciones o recomendaciones para los maestros y profesores, porque creo que las emitidas por las autoridades educativas son de perogrullo; eso sí, redactadas para que ocupen mucho espacio y así parezca que están muy trabajadas.

Las siguientes recomendaciones van destinadas a aumentar la seguridad de los docentes. No esperéis encontrar ahora aquí instrucciones relativas a vuestro proceder académico. No. Son instrucciones para minimizar el riesgo de contagio personal ante el foco que suponen las concentraciones humanas que están previstas en los centros educativos. No son instrucciones simpáticas. Cuando todo esto acabe, prometo ser menos severo y desplegar mi sentido del humor.

Podéis esperar que estas medidas o algunas similares sean tomadas por los compañeros directivos de estos centros educativos pero, por si acaso, es recomendable que se tomen a iniciativa personal de cada docente, esperando, eso sí, que alguien con acceso a los presupuestos públicos de estos centros caiga en la cuenta de lo necesarias que pueden ser.

1. Pantalla protectora facial individual.- Empiezo por ella, porque es un elemento muy interesante y muy utilizado en lugares que suelen ser fuentes de contagio, como hospitales, ambulatorios, administraciones diversas, comercios, etc. Acompaña a la mascarilla y utilizarla sola no es suficiente; juntas (pantalla + mascarilla) suponen una muy buena barrera. Ten en cuenta que será inevitable que alguien se acerque demasiado. No lo permitas y exige guardar las distancias. La pantalla puedes limpiarla cada cierto tiempo con alcohol, gel desinfectante o agua con lejía, por ejemplo, entre clase y clase. El uso de pantalla es un obstáculo más ante el virus. Que no te dé corte ponértela. Si te da corte mira la siguiente ilustración.


Exígela y recomienda su uso a todos los compañeros. Cuando llegues a casa vuelve a limpiarla. Recuerda que tienes familiares. Mira la siguiente ilustración.


Si se te empañan las gafas debido al uso de la pantalla, ten paciencia. Tu salud es lo primero y está en juego. Si no eres demasiado miope puede que te desenvuelvas mínimamente sin las gafas durante la clase. Exige la pantalla o hazte con una.

2. Mascarillas.- Ya sabemos que son obligatorias, así que no me detengo mucho en este punto. Elige una de buena calidad. Asegúrate de su limpieza y caducidad. No están prohibidas las mascarillas que alguien llamó "egoístas", por protegerte a ti de las posibles emisiones de otros. Es más, son las utilizadas por el personal de alto riesgo en los hospitales. Tú también estás en alto riesgo. Recibirás o a niños o a jóvenes, y a estas alturas, ya sabemos bastante del deficitario control del que hacen gala bastantes jóvenes. No te confíes.

3. Utiliza guantes.- Vas a tocar y manipular muchos elementos comunes (taquillas, cerraduras, armarios, interruptores, mesas, sillas, papeleras, llaves, folios, carpetas, carteras, estanterías, tizas, pizarras, rotuladores, bolígrafos, lápices, borradores y muchos otros).

4. Ponte una bata.-  Es una prenda muy utilizada por profesores que dan case en laboratorios (de biología o de química) o en diversos talleres. Es un momento muy adecuado para volver a ella, sobre todo porque protege a tu ropa habitual. Utilízala para deambular por el centro y para dar clases. Lávala periódicamente.

5. Desinfectantes en tu lugar de trabajo.- Tenlos a mano para limpiar tu mesa a menudo. Puede ser alcohol o lejía. Utiliza algodones que tirarás tras usarlo o bayetas. Limpia a menudo. No permitas que los alumnos se acerquen a tu mesa ni que la toquen. Desinfecta los pomos de las puertas que toques.

6. Ordenadores, tablets, móviles, proyectores, carteras, libros y cuadernos del profesor.- No compartas estos elementos y no los pongas al alcance de nadie. Toma las medidas precisas de limpieza o el uso de guantes para su manipulación.

7. Rotuladores, bolígrafos, tizas, borradores.- No compartas este material. Debe ser distinto al que utilice el alumnado o los compañeros de trabajo.

8. Gimnasios y pabellones.- Cuidado con la estancia en estos espacios. Es mejor la Educación Física al aire libre. Los gimnasios no suelen tener una ventilación adecuada para este caso, ya que sus ventanas suelen estar situadas a gran altura.

9. Vestuarios y servicios del alumnado.- Generalmente los profesores no entran en estos espacios, pero en estos momentos debe ser prohibitivo. Ni se te ocurra. No eres el encargado de su mantenimiento ni de su limpieza. Ni siquiera eres el encargado de abrirlos o cerrarlos; eso queda para la labor de los ordenanzas. Fíjate bien en este personal, que siempre se ha caracterizado por saber defender muy bien sus derechos con respecto a las funciones que les asignan y aprende a ser tan reivindicativo como ellos. Yo preveo que las primeras bajas ante las primeras toses serán solicitadas por este personal, que también está en riesgo. No se cortarán ni un pelo. Tú, lo mismo.

10.- Servicios del profesorado.- Lávate las manos a menudo. Sé más cuidadoso y limpio que nunca. Exige los desinfectantes. Lleva tus propios geles de mano para prevenir su posible ausencia en el lugar en el que debían estar.

11. Cuidado a la hora de compartir vehículo para ir o volver del centro de trabajo.- Hay normativa para los conductores si no son personas que convivan en el mismo domicilio, así que no te relajes con este punto cuando comience el trabajo diario.

12.- Disminuye el uso de papel en los exámenes. Haz pocos y cógelos con guantes. O haz exámenes orales y anota el registro de esta observación en tu cuaderno o táblet. Cuando confecciones tus programaciones haz referencia a este instrumento de evaluación. Utiliza, si es posible el correo electrónico que se habilite para recibir trabajos del alumnado.

13. Sé precavido al deambular por el centro educativo. No te metas en aglomeraciones y prohíbelas. Huye de las reuniones en lugares cerrados y reivindica reuniones telemáticas. Cuidado con compartir al unísono los ascensores ya que son espacios muy reducidos y peligrosos en estas circunstancias. No toques barandillas, bordes, ventanas o persianas sin proceder inmediatamente al lavado de manos.

14.- El gimnasio, el aula de Música, la biblioteca, el aula de Tecnología, los laboratorios de Biología o Química y otras aulas o espacios singulares (almacenes, talleres, comedores...).- Cada docente debe vigilar y poner atención en el uso que se le va a dar a tanto material común (un balón, un microscopio, una probeta, un teclado, un instrumento, un aparato, una herramienta, un libro...). Dejo este apartado a la atención de cada profesor especialista.

15.- No rebajes la atención en oficinas y despachos.- Hay elementos como ordenadores, cajas, materiales, fotocopiadoras, teléfonos fijos, etc., que pueden ser vía de contagio.

16.- Cuando llegues a tu casa.- Cámbiate de ropa, lava la que has usado y date una ducha con lavado de cabeza. Es un buen momento para pasar por la peluquería y mantener corta tu cabellera para facilitar tu higiene, como se hace en los cuarteles. A pocos nos gusta hablar de cuarteles, lo sé, pero creo que es un ejemplo oportuno por lo de la limpieza. Recórtate las barbas para estar menos molesto con la mascarilla y para sudar menos.

Os deseo mucha suerte, compañeros. La vais a necesitar. Si se me han escapado cosas, comentadlo y añadidlo. Ahora, dos palabras sobre vuestro rendimiento profesional, que tan agradecido os ha sido por las autoridades educativas durante el pasado confinamiento.

Rendimiento profesional
- Director: convoca reuniones telemáticas siempre que sea posible. No metas al personal en la biblioteca o en el salón de actos (esto es tan obvio que a ninguno se le ocurrirá).
- Haced reuniones de departamento ágiles y rápidas (minutos), en lugares muy espaciosos o, mejor aún, también telemáticas.
- No es el momento de innovaciones educativas y otro tipo de proyectos. Id a lo básico.
- Vais a tener menos tiempo, así que id vislumbrando un justificado panorama con reducción de temario y contenidos. Contempladlo como "Plan B" en vuestras programaciones didácticas.
- No hagáis tantas pruebas de evaluación como en un régimen de normalidad. Es la nueva normalidad. Adaptaos.
- Si consideráis que este curso habrá cierta merma en el aprendizaje, recordad bien el sistema educativo en el que lleváis inmerso desde hace no sé cuántos años y sus tristes resultados, así que no os desesperéis. Ya habrá tiempo para apretar cuando llegue la vacuna, si llega y si llegamos nosotros a ella.
- Simplificad todos los procedimientos, anotaciones y observaciones, y tenedlos bien recogidos para que cuando vuestros queridos inspectores os los requieran se los podáis facilitar. Y si se ponen muy pesados no perdáis el tiempo en discutir o ser puntillosos. Si quieren poca burocracia no les llevéis la contraria; si quieren mucha burocracia, tampoco.
- Recordad: ante la duda, aprobad al alumno. Te ahorrarás protestas de él, de sus padres y de la Inspección, pues Parker Lewis nunca pierde; así tendrás más tiempo para ducharte y tomarte la temperatura.

                                                                                                                     Continuará.

domingo, 23 de agosto de 2020

018.- Trampa mortal en septiembre de 2020

El bicho sigue vivo. La vuelta al colegio en septiembre está siendo denunciada y temida por amplios sectores de la población. Los políticos siguen empeñados en la educación presencial y, muy tímida e insuficientemente, empiezan a propugnar un régimen semipresencial para el alumnado a partir de Tercero de Secundaria. Yo creo que han olvidado lo que son un colegio y un instituto y lo apretados que resultan estos. Probablemente, en su corta imaginación, son espacios amplios.

No se han realizado estudios sobre los espacios alternativos disponibles ajenos a los colegios e institutos. No se han hecho encuestas entre los padres para sondear la capacidad de recogida que puedan tener con respecto a sus hijos por si fuera posible una educación telemática a cierta parte de la población (posiblemente a una buena parte). Esta educación telemática es insuficiente (bueno, según como se imparta), pero temporalmente podría ser adoptada como solución provisional, durante unos cuantos meses más hasta que llegue la dichosa vacuna o un tratamiento fiable, y reduciría enormemente el número de alumnos por aula. Se habla mucho de la igualdad de oportunidades, y se minimiza el hecho de la extensión prácticamente universal de la posesión de teléfonos móviles. Con no ser la solución perfecta, lo es parcialmente, pero se rechaza sin más y sin adoptarla junto a otras más. Serían medidas temporales, no para siempre. Hay que combinar recursos. Es como se hace con el tratamiento farmacológíco del bicho hasta el momento: no hay uno solo, sino que los médicos combinan varios en distintos momentos. 

No se ha desdoblado la labor del profesorado en dos turnos (horas por la mañana y horas por la tarde) para atender a grupos más pequeños. No se ha aumentado el tiempo semanal de las clases a impartir por el profesorado (en la función pública puede hacerse, como se hizo durante unos años en la anterior crisis económica); no entiendo como no se ha contemplado esta medida, que aliviaría mucho la necesidad de nuevas contrataciones de profesores (por cierto, cifras ridículas de contratación las que nos anuncian si las comparamos con el número de centros y de profesores que hay en ellos). Tampoco entiendo que no se haya trabajado, también en la enseñanza pública, en la supresión temporal de muchas horas dedicadas a proyectos que debieran tener en esta crisis una importancia secundaria; muchos de estos proyectos conllevan reducciones de horas de clase que nos hacen faltan ahora.

Se ha hablado mucho de la utilización de espacios como los gimnasios o las bibliotecas escolares. No dejan de ser solo dos aulas más. Los gimnasios, aparte de estar ocupados casi todo el tiempo por los profesores de Educación Física, no son lugares adecuados en estos momentos ni para la Educación Física. Tienen una sola puerta de entrada y su ventilación consiste en muy altas ventanas. El virus no va hacia arriba. No nos ceguemos con la altura de estos espacios. Además, el alumno se tiende en la superficie del mismo. ¿Que los profesores van a controlar el espacio de trabajo de cada alumno? ¿Que se van a limpiar o desinfectar estos espacios entre clase y clase, como se hace en las mesas de los bares entre ocupación de un cliente y otro? ¿Que las mochilas se van a quedar en el aula? ¿Que se van a dejar en los vestuarios? Los vestuarios, que no siempre han sido utilizados por la totalidad de los componentes de un grupo de clase -entre otras cosas porque son lugares muy pequeños (con ventilación también en las alturas)-, pueden llegar a convertirse también en una trampa. ¿Que el alumnado va guardar las distancias en el vestuario? Pues entrarán de tres en tres, como mucho, digo yo. ¿También se van a desinfectar o a limpiar entre clase y clase? Pues no sé qué ejército de personal de limpieza haría falta para tanta labor inmediata.

Los pasillos de bastantes colegios e institutos son estrechos. Y no se han construido, ni siquiera los anchos, para albergar en horas de espera a que llegue el profesor con tanta capacidad como para guardar las distancias entre los alumnos de todas las aulas que hay en una misma planta. ¿Se ha pensado en esto? ¿Y cómo se va a entrar y salir del aula? ¿Todos a la misma hora? Entiendo que no. ¿Escalonadamente? Pues vamos a estar todo el día en el camino y habrá que acortar la duración de las clases. Se está confiando demasiado no ya en la disciplina del alumnado sino en la capacidad estratégica del profesorado, que no ha visto un desfile militar ordenado ni en películas, entre otras cosas porque pocos quedan que hicieran el servicio militar y asumieran el respeto de la distancia entre filas y columnas. Como mucho, habrán hecho aeróbic, y no sé si, así y todo, este es un modelo apropiado para estas circunstancias. Además, si los políticos no han conseguido concienciar a la juventud acerca del ocio nocturno y el botellón, cosa que no sorprende a los que imparten clases -los que más saben de qué va la juventud, con perdón de sociólogos y teóricos que no la tratan-, ¿van a ser capaces los profesores de ordenar y cuidar el natural e inquieto bullicio juvenil? Yo a esto lo llamo ingenuidad. 

Ahora se está pidiendo la ayuda de los influencers para que conciencien a la juventud sobre los peligros de determinadas temerarias conductas. Bueno, no sé si algunos de estos influencers harán también botellón, así que espero que no salga el tiro por la culata.  Como iniciativa bienintencionada, estoy de acuerdo en combatir o no dar voz a los negacionistas del virus. Entiendo que se está jugando, cuando no delinquiendo, en contra de la salud pública. Pero, veo que existe otro tipo de negacionismo, procedente de las propias instituciones del Estado: el que, en la práctica, casi dice que el virus no se manifestará en los colegios y minimiza el peligro de la educación presencial. Yo no tengo reparo en denominar en estos momentos a la educación presencial como trampa mortal, porque eso terminará siendo para alguien de la comunidad educativa (profesor, alumno o personal no docente) o algún familiar.

Se habla mucho de la importancia de la socialización como primer gran objetivo de la educación, y se esgrime esta circunstancia como argumento para que la vuelta al colegio sea presencial. De esta forma, se confunde la socialización con el contacto cara a cara (asemejándola así a la reunión borreguil o a la movida de la botellona), obviando que la socialización tiene un alcance mucho mayor y un horizonte más amplio desde hace más de veinte años, desde que existen los ordenadores, las tablets y los teléfonos personales. Se confunde la socialización en el colegio con la labor de guardería del profesorado. Y hay, también, tentaciones para culpabilizar, por ejemplo, al profesorado que se queja por su seguridad; así se ha apelado a la responsabilidad del profesorado, como si este no la hubiera más que demostrado con su agotador trabajo telemático durante el confinamiento. Una responsabilidad de la que no hacen gala los políticos ni las autoridades educativas, que en vez de plantear complejas soluciones -que les hubieran supuesto pensar, acordar, pactar, reunirse, pedir consejo a expertos o a estrategas profesionales para, tras ello, desdoblar, diversificar, alternar, empequeñecer los grupos, habilitar espacios comunitarios, cambiar horarios, coordinar y conjuntar diferentes propuestas- optan por la barbarie de la solución final (desagradable expresión de terrible recuerdo, por cierto): todos al cole y Dios dirá. 

¿Es asumible que, por ejemplo, un cierto número de profesores caiga? ¿Ah, sí? ¿Cuántos? ¿Cientos? ¿Docenas? ¡Hombre, no! ¡Con suerte dos o tres nada más! ¿Uno solo? Bueno, si es uno solo, puede ser asumible ¿verdad? Con un cadáver no se habrá alcanzado la muerte del profesorado y, tan solo, se produciría la muerte del profesor (a ser posible, mayor de sesenta años, hipertenso, diabético, crónico de dolencias o, mejor aún, quemado y decepcionado). Eso sí, en unos meses organizarán un funeral de Estado ante la tumba del profesor desconocido. La tumba de ese profesor al que pidieron responsabilidad.

¿Políticos? Un cero a todos. Nada de aprobado general. Ni en el gobierno ni en la oposición. No ha habido ninguno, en todo el espectro, que haya aportado sensatez. Solo hay borreguismo y mediocridad. Es ya tiempo de auténtico cambio para preparar políticos conciliadores que en una o dos generaciones abominen del corto plazo y de la falta de empatía hacia el rival, dos de los males de este tiempo que estamos pagando, ahora, con vidas.

martes, 21 de julio de 2020

017.- Crónica de un fracaso anunciado

Como no se han puesto en marcha suficientes medidas para asegurar el distanciamiento entre los propios alumnos, ni tampoco entre estos y sus profesores, puedo asegurar que el comienzo del curso será como una bomba para el tema de los rebrotes o de la segunda oleada, como quieran llamarlo.

Las administraciones educativas no han contemplado, ni de lejos, las siguientes medidas temporales  (hasta que haya tratamiento o vacuna eficaz disponible) ante una crisis como esta:

-Desdobles eficaces de grupos para disminución de la ratio.
-Desdobles del horario del profesorado para que atiendan a pequeños grupos en distintos momentos de la jornada.
-Desdobles y/o adaptaciones en los horarios del Personal de Administración y Servicios
-Aumento de horas del profesorado hasta las 21 lectivas, eliminando o minimizando las dedicadas a tareas no prioritarias, con el objeto de minimizar el gasto en sustituciones y nuevas contrataciones.
-Suspensión de actividades no prioritarias para el alumnado en los programas escolares.
-Suspensión de actividades no prioritarias para el profesorado (formación, proyectos, intercambios...) con el objeto de concentrar las acciones en la enseñanza.
-Realizar encuestas o recabar información en las familias acerca de la posibilidad de que determinados alumnos puedan ser atendidos por la tarde en Primaria y Secundaria.
-Pasar automáticamente a la jornada de tarde a las enseñanzas post-obligatorias (Bachilleratos y Formación Profesional -con la salvedad de aquella Formación Profesional que por sus características haga este traslado imposible-).
-Reclutar espacios sociales físicos como aulas temporales, contando con colegios e institutos, Ayuntamientos, Diputaciones, Asociaciones, otros Ministerios o Consejerías y Empresas colaboradoras.

Por tanto, estimo que a principios de octubre se volverán a cerrar los colegios y los institutos, y se volverá a practicar la enseñanza telemática. Se volverá a contar con los materiales privados del profesorado para ser puestos a disposición pública (Internet, ordenadores, tablets, teléfonos, electricidad...), con el insultante agravante de no haberles dados ni las más mínimas gracias por la labor realizada desde marzo (no lo hizo el Presidente del Gobierno ni lo ha hecho la Ministra de Educación; lo que hayan hecho los distintos presidentes autonómicos y consejeros de Educación es un misterio para mí, pero no me han llegado noticias de un reconocimiento o un simple agradecimiento al profesorado de forma generalizada).

Y la desgana se apoderará del profesorado. Sí. Habida cuenta de su escaso reconocimiento oficial y de las actitudes políticas ante tanto aprobado Covid y ante tanta consideración hacia las reclamaciones de alumnado aprovechado que no dio ni golpe durante durante el confinamiento o que se limitó a copiar (riéndose así de su profesorado y de los compañeros que sí estudiaron), estimo que gran parte del profesorado se limitará a ejercer de funcionario, como Pilatos. Ni más ni menos. Ya lo veremos. Aunque, por otro lado, a lo mejor es eso lo que quieren los políticos. Que no se esfuercen demasiado y que rellenen muchos informes, para cansarlos y conducirlos al agotamiento mental y a la rendición. De esta forma, cada uno de ellos llegará, por fin, a reconocer que "Amaba al Gran Hermano". La cita es para profesores, claro. No espero que los políticos la entiendan.



domingo, 14 de junio de 2020

016.- ¿Hay soluciones para la emergencia educativa de septiembre?

Ha dicho la OMS que en pocas semanas habrá buenas noticias sobre tratamientos para el coronavirus. No sé, de ser cierto, hasta qué punto nos beneficiaremos enseguida; es decir, no sé si habrá un medicamento fiable y disponible en agosto que llegue a todos. Ojalá. Mientras tanto, hagamos como que no y pensemos en el retorno a las aulas en septiembre.

La situación provocada por la crisis del coronavirus en el terreno educativo es desoladora. Nuestros jóvenes han visto interrumpido su sistema formativo y este ha pasado a ser sustituido por un discutible sistema a distancia, telemático y con muchas lagunas, desde la falta de medios sufrida por una importante proporción del alumnado hasta la falta de confianza de buena parte del profesorado en las tareas recibidas y, supuestamente, leal y legítimamente elaboradas por sus estudiantes. Estos son problemas formativos. Pero no son los que preocupan a nuestros políticos. NO.

A los políticos, desde hace, mucho tiempo -y esto no lo ha entendido la mayoría del profesorado- no les importa la formación del ciudadano, a pesar de que sí dicen estar muy interesados en la educación. Lo que ocurre es que la visión de la educación del político es muy diferente a la del profesorado. Los políticos solo se interesan por las cifras del fracaso escolar y porque el alumnado esté recogido -custodiado- en el aula. Los profesores no quieren custodiar ni ejercer de pastores. No. No han estudiado para eso. Han estudiado y se han formado para enseñar, para impartir conocimientos, para llenar la mentes de sus alumnos, para hacerlos hábiles mental y físicamente, para dotarlos de recursos lingüísticos, matemáticos, científicos, lógicos, psicomotores, sociales, culturales, normativos, legislativos y contextualizados al momento histórico, para que sepan de dónde venimos y a dónde vamos, y todo ello para prepararlos ante la vida, la vida real: el amor, el trabajo, la ética, la libertad, las distintas opciones, la solidaridad, los derechos, las obligaciones, la responsabilidad, la salud, el tiempo de ocio y, también, la frustración, la adversidad, la crisis, el revés, la enfermedad y el sacrificio. La lista puede completarse aún más, pero creo que es más que suficiente ahora para las intenciones de este artículo. 

Tanto es así que cuando los políticos hablan de educación, y ahora con la crisis sanitaria del coronavirus se ve con gran claridad, en realidad de lo que hablan es del problema de qué hacer en septiembre con los niños -y permitan que en esta rápida locuacidad escrita incluya en el vocablo niños a cualquier estudiante independientemente de su edad y sexo-. Sé que no es políticamente correcto, pero me importan ahora un comino la neolengua y la matización pija de tertulia pedante. Lo siento. Estoy cocinando y nos morimos de hambre, así que dejemos el tema de las servilletas, si deben ser de papel o de tela o si el tenedor va a la izquierda o a la derecha. Hablemos de comer.

El problema de septiembre se ha venido dilatando y SE HA PERDIDO MUCHO TIEMPO. Esta vez los políticos y gestores educativos se han lucido pues, acostumbrados como estábamos los profesores (me incluyo porque lo fui), a que no se ocuparan de la enseñanza del ciudadano, ahora no se han ocupado ni de la custodia del niño a partir de septiembre. Es decir que no sirven ni para ejercer de aparentes políticos.

Ahí van algunas tremendas ideas para intentar solucionar lo de los espacios y las distancias, al menos, en la enseñanza pública. Molestarán a muchos, incluso a antiguos compañeros míos, pero estamos en crisis. Estamos en auténtica crisis, así que no queda más remedio que apretar y aceptar. No queda más remedio que aceptar cierta dosis de frustración, precisamente una de las cosas que no nos dejan enseñar a nuestros estudiantes. Estemos a la altura de los acontecimientos.

Por lo pronto, ya vamos tarde ya que algunas medidas debían estar ya tomadas, como por ejemplo, la de contar con un censo de espacios públicos disponibles para ampliar el espacio educativo. Lo de la biblioteca o el gimnasio del colegio no tiene más alcance, y resulta propio de quien no conoce el funcionamiento de los colegios e institutos, pues la biblioteca alberga solo a un grupo y el gimnasio estará ocupado por los distintos grupos de educación física (y si queda algunas horas sin ocupar, serán muy pocas).

Los espacios públicos que debían haberse ocupado de censar las administraciones públicas (municipales, autonómicas y estatales, tanto educativas como de otros ámbitos) pasan por contar con las casas de juventud municipales, bibliotecas y aulas municipales, aulas de escuelas de idiomas que queden libres en determinadas horas, aularios de edificios destinados a congresos, teatros municipales, aulas de pabellones deportivos municipales, aulas en museos y centros oficiales públicos de distintas dependencias que cuenten con aulas. Salen unos cuantos, ¿verdad? Pero hay más. Hay asociaciones con subvenciones públicas que cuentan con espacios aprovechables. Hay dependencias del Ministerio de Defensa con espacios aprovechables, no necesariamente cuarteles -aunque tampoco los descarto-. Hay iglesias y templos. ¿Cómo? ¿Iglesias? Sí. Hay una en cada barrio. Si el obispo, el párroco o el monaguillo ponen pegas, que le pregunten directamente a Francisco, que seguro que se retrata. Para ir al baño, si los del templo son insuficientes -como creo que es razonable pensar- siempre se pueden contratar servicios portátiles con el dinero que sobrará de los múltiples proyectos que no se llevarán a cabo. Imaginación, por favor. Y que el lector de esto también aporte ideas. Se me escaparán muchas.

Todo esto puede utilizarse para la PRIMARIA, que tan apretada está de alumnado y que tan difícil, parece ser, tiene el desdoble por la tarde pues se plantearía el problema de quiénes cuidan a los pequeños en la casa. Encima, tampoco se ha hecho un censo, una encuesta o una opción de solicitud en las matrículas para aquellas familias que pudieran acogerse a una educación en jornada de tarde para sus hijos.

Y si se dice que este tipo de soluciones podría implicar agrupaciones heterogéneas de alumnado que me expliquen cómo se desenvuelven los maestros en las  aulas rurales de toda la vida. Crisis, amigos. Estamos en crisis. Y la crisis es de custodia, no se olviden ni se despisten. Claro que los maestros pueden tener que trasladarse a edificios distintos de los de su colegio habitual. Es una medida temporal hasta que haya tratamiento o vacuna.

Para la SECUNDARIA hay más opciones. Dado que la mayoría de los centros solo funcionan por la mañana, hay que generalizar el desdoble para la enseñanza postobligatoria. Los bachilleratos y la formación profesional pasan a la jornada de tarde de forma general. De esta forma se crean espacios por la mañana para grupos de la ESO de veinte alumnos. Lo mismo sucede por la tarde, con los grupos de bachillerato y de formación profesional. En los IES donde ya se utiliza la tarde, por ejemplo para la Educación de Adultos, se podría hacer lo mismo ya que esta dedicación no suele requerir de muchos espacios, y se pueden acoger bastantes grupos de las enseñanzas de la mañana. También podrán utilizarse algunos de los espacios de los colegios de Primaria para albergar a algunos grupos de Bachillerato. En este caso puede haber incomodidades de mobiliario didáctico o de medios audiovisuales, pero quizá pudieran subsanarse parcialmente con algo de imaginación, por lo que solo apunto esta posibilidad sin profundizar más.

El profesorado, en la pública, también desdobla su jornada (como hace el último interino en llegar a los centros) y asume más horas. Así, por ejemplo, en la SECUNDARIA se asumen las veintiuna horas semanales, en vez de las dieciocho (perdón compañeros: si los sanitarios se quedaron sin permisos, ahora nos toca a nosotros; además, ya lo hicimos hace unos años con la crisis anterior). Se suspenden las reducciones horarias por cuestión de edad (lo que afecta a los mayores de 55 años, las que afectan a coordinadores de proyectos que se deberán aplazar y se disminuyen las horas de reducción de los Jefes de departamento). Son muchas horas, hagan las cuentas. Son muchas y nos ahorramos un dinero que no hay para contratar a más profesorado. 

Se suspenden todas las actividades complementarias, viajes, proyectos de intercambio o de estudio y salidas que afecten a la seguridad. TODAS. 

Se suspenden las tareas formativas del profesorado y los centros de formación de este personal pasan a ser ocupados por grupos de alumnos (mañana y tarde) ya que se dispone de aulas en estos centros. Los profesores destinados a estos centros son reasignados y vuelven al aula (como se hizo con los sanitarios). 

En la enseñanza concertada y en la privada las medidas deben ser similares hasta el punto en que puedan ser asumidas por estas entidades. El desdoble es también una opción, aunque quedaría por concertar también un horario -más apretado- para su profesorado, lo que es un problema ya que no suelen tener el mismo régimen que en la enseñanza pública. Y actuaciones semejantes podrían establecerse para la Universidad, si bien su mayor interés por la formación elimina el problema de la custodia. Además, en la Universidad hay numerosos talentos para poder rechazar mis propuestas y sustituirlas por otras más apropiadas, por lo que les cedo el paso.

Señores políticos y gestores educativos, VAN TARDE, pero AÚN QUEDA TIEMPO. Aceleren y pónganse a proponer. Les dolerá la cabeza con funcionarios (docentes y no docentes) y sindicatos, pero apelen a la solidaridad y a la necesidad. Será hasta que haya tratamiento o vacuna. Perdón por la contundencia y por lo apresurado de la exposición, pero es que tenemos prisa todos. Y no se olviden de las mascarillas, por favor.