Al igual que se suele preguntar por la mejor película o el mejor libro de la Historia, se hace lo mismo con la música o con el mejor compositor. La cuestión nunca se resuelve a gusto de todos, claro. Dependiendo de todas las circunstancias culturales, históricas, biográficas, personales, emotivas, educativas, ambientales y un gran etcétera, daremos una respuesta que, encima, puede ser diferente en diferentes momentos. Así que es inútil perseguir el consenso definitivo sobre estas cuestiones, pues encontraremos, incluso en nosotros mismos, razones para inclinarnos hoy por una respuesta y mañana por otra. Afortunadamente. Afortunadamente, porque somos entes dinámicos y no estatuas rígidas, y porque nuestras almas -sea eso del alma lo que sea- y nuestras esencias son ricas, complejas, y tienen historia y vida. Así que, dicho esto, vaya por delante que mi elección del mejor disco de rock, puede oscilar entre éste y algunos otros más, pues así es mi carácter y así lo acepto y disfruto.
Este disco, Born to run, apareció en un momento particularmente importante de mi vida. De nuestras vidas, en realidad, ya que comparto con personas cercanas experiencias comunes y episodios sentimentales referidos a la juventud y al despertar ante la vida adulta. Yo, dieciséis años. Otros, quince. Otros, diecisiete. Otros, incluso algunos menos. Es 1975 y escuchamos por las emisoras de radio (sobre todo en Radio Rota) a un desconocido que se llama Bruce Springsteen, que canta con voz desgarrada y con una fuerza atroz unas melodías cargadas de emoción y una propuesta rock en la que van apareciendo progresivamente los instrumentos, unos sobre otros hasta explotar en el momento más álgido de la canción: voz, piano, armónica, bajo, batería, guitarras y saxofón se suman para subir una cuesta musical en cuya cumbre se alcanza el éxtasis, un orgasmo de rock and roll lleno de libertad, descubrimiento y escape del mundo.
Adquirimos el disco y confirmamos nuestras sospechas. Las letras vienen traducidas por Diego A. Manrique y asistimos a las vidas de sus protagonistas -en parte nosotros mismos, claro-, a sus desenlaces y a sus destinos. Lo hace con lenguaje desgarrado a base de pinceladas y esbozos, no con descripciones cerradas (por eso supimos después que Springsteen intentó ser presentado como un nuevo Dylan). Demoledor. Es la carretera del trueno, la mejor entrada para un disco que habla una y propone una y otra vez la fuga, salir corriendo, no conformarse, soñar y... vivir, gozar, compartir, amar... pero también olvidar y dejar atrás. Así son
Thunder road,
Night y
Born to run. También lo es
Backstreets, con evocación de la amistad.
She´s the one nos hablar del amor atrapado. Y tanto la espléndida
Tent avenue freeze out, de aire soul, como la imponente
Jungleland nos describen historias urbanas marginales de sobrevivencia y violencia. Todas las canciones tiene gran fuerza y ritmo, excepto la contenida
Meeting across the river, una canción al estilo de Tom Waits que retrata una depresiva y marginal situación sobre deseo y pobreza. Todas son grandes canciones. Todas. Y claro, en el mejor disco rock, la que para muchos es la mejor canción rock:
Thunder road.
Este disco lo escuchas a gran volumen, como debe ser. Lo escuchas por la noche, a solas, una y otra vez. Lo escuchas en grupo pequeño, en comunión de silencio; silencio que se hace visible en los momentos en los que asientes con movimientos de la cabeza y los ojos cerrados al ritmo de la declamación melódica de la voz o del instrumento. Eres joven y todo está por venir.
La particularidad del sonido del disco lo hizo diferente. A los tradicionales instrumentos de los grupos rock (guitarras, bajo, batería), se añadieron instrumentos de viento (incluso cuerdas en el último tema,
Jungleland) muy presentes, lo que vino a llenar el espacio musical del disco, junto al uso del piano para estructurar la base de los temas, y el acompañamiento de un instrumento, a cargo de Roy Bittan y de Danny Federici, que se iba a constituir en marca de la casa: la lira o armónica de metal, el glockenspiel (también se llama juego de timbres). Evidentemente, los instrumentos de viento y el piano eran usuales en el rock, el blues, en el soul y en los géneros hermanos o padres del rock. Con respecto a esto Springsteen no inventa nada. Es, eso sí, la puesta en escena, en relieve, en primer plano, de estos instrumentos acompañando a la voz, un aspecto de la producción del disco a cargo de Mike Appel, Jon Landau(
😃) y el mismo Bruce Springsteen, que utilizaron una suerte de muro de sonido al estilo de Phil Spector que confirió al álbum épica y emoción.
Soy ya muy mayor, pero no ha habido un año que no haya repetido la escucha de este disco. Ha llovido desde entonces. Siempre me ha acompañado y encuentro en él la esencia de la música rock. A pesar de la larga carrera de Springsteen, que siempre he seguido, incluso cuando se hizo mundialmente famoso con
The river, con
Born in the U.S.A. y con otros éxitos, considero que su mejor trabajo, con diferencia, fue éste.
Enlace:
Letras de Born to run
(😃) Jon Landau, antes de productor de Springsteen, fue crítico musical de la revista Rolling Stone, desde donde el año anterior (1974) escribió "I saw rock and roll future and its name is Bruce Springsteen". Un tipo listo donde los haya.
¿Springsteen es el mejor? Bruce Springsteen es uno de mis músicos preferidos en el rock. He asistido a conciertos suyos y la experiencia ha sido siempre formidable, completísima. Entonces, ¿es el mejor al tener el mejor disco? Beatles y Dylan tienen una discografía más completa y compleja. No obstante, ni Dylan ni los Beatles tienen un disco rock como
Born to run. Aquí brilló más el Boss. Me gusta pensar que Lennon estaría de acuerdo.
Aún conservo el ejemplar de la revista Vibraciones en el que se presenta al artista y su disco, en artículos de Juan José Abad y de Constantino Romero.
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Revista º16 de Vibraciones, enero de 1976. |
Un consejo: coge el disco, puedes ponerte los cascos si quieres, toma un whisky, dale al play y sube el volumen. Para otros discos prefiero Cointreau, pero eso es ya otra historia.
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¿Qué dice el Camborio?
Lo primero que escuché de Bruce fue Thunder road. En aquel entonces íbamos a comprar discos a los grandes almacenes SORIANO de Cádiz. Me llamó la atención la portada y lo puse en el tocadiscos para probarlo. Por supuesto, me compré el disco. Grandes canciones con buenos y extensos textos y una magníficas intros que nos preparan para sumergirnos en el universo musical del Boss.
Sin embargo, creo que parte del mérito musical de éste y de otros discos de Springsteen es debido a su banda, la E Street Band, sin cuyo aporte, las canciones no serían lo mismo. No cabe duda de que Springsteen es un gran artista, intérprete y compositor, pero el sonido que resulta de la aportación de la E Street Band es el elemento que eleva algunas de las composiciones a la categoría de obra maestra.
Clarence Clemmons (¨Big man¨).- Saxo potente, sin florituras pero estremecedor.
Max Weinberg ("Mighty Max").- Batería. Ritmo constante con estilo contundente, perfectamente reconocible.
Danny Federici (¨Phantom").- Lirismo en los teclados. El glockenspiel del tema Born to run es él.
Steve Van Zandt ("Little Steven").- Guitarra Strato. Acompañamiento y algunos magníficos solos. Gran amante del Rythm and Blues.
Garry Tallent ("W").- Bajo, Igualmente sin florituras, pero acompañando, rellenando y resaltando donde hay que hacerlo.
Roy Bittan ("Professor").- Gran pianista de rock and roll. Participó junto a Max Weinberg en el disco Bat out of the hell de Meat Loaf(😂).
Si unimos todo esto a un Springsteen en estado de gracia, nos da un disco que hace estremecer al corazón, al hígado y a toda la casquería al completo, en una sinfonía de contundencia, magia, esperanza, amor, poesía callejera y rebeldía: "Porque esta es una ciudad llena de perdedores y yo me largo de aquí para ganar".
Thunder road junto a
Rosalita (del album anterior a
Born to run) son mis dos canciones preferidas; según el día, la época o el estado de ánimo, elijo una u otra.
(😂)
Bat out of the hell es un album que, por su naturaleza intrínseca, hay que escuchar con una botella de Cointreau.
El Camborio