Las series que inician mi educación televisiva pertenecen a los años sesenta del pasado siglo. Entre ellas se encuentran series que apenas son recordadas y/o mencionadas en las tertulias sobre estos temas. Parece ser que el clásico participante en este tipo de programa o bien es más joven que yo o bien desprecia esta década como talentosa o interesante desde el punto de vista televisivo.
![]() |
Cromos sobre protagonistas y personajes de series de TV en los años sesenta del siglo XX |
Entre estas series se encuentran Cheyenne, 77 Sunset Street, Uno más no importa, Bonanza, Caravana, El Virginiano, Viaje al fondo del mar o Los guardianes del espacio. Algunas de ellas se ilustran en los cromos de arriba, que he conservado no sé ni cómo durante estos años. Guardo un grato recuerdo de las mencionadas y de muchas otras y, además, considero que varias se encuentran entre lo mejor que la televisión ha ofrecido. Decir esto puede parecer que se debe más a sentimientos nostálgicos que a razonamientos objetivos, pero creo que no es así. Quim Casas escribió en 2015 un libro de título La vida en serie, y en él recupera más de veinte series de los sesenta, lo que no está nada mal si tenemos en cuenta que, en total, dicho libro contempla setenta y cinco series. Así pues, no estoy de acuerdo con el mantra oficial que se extendió hace más de una década acerca de la superioridad de las series de televisión más recientes. Creo que siempre hubo buena y mala televisión en esto de las series. Que últimamente se hayan producido trabajos inmensamente buenos y, además, dotados de gran presupuesto y de los mejores efectos especiales, no significa que no existieran productos antiguos de gran valor cultural y técnico. No entender esto es como pretender elevar al cine actual por encima del antiguo (entendiendo por cine antiguo al cine mudo, al rodado en blanco y negro, al llamado clásico o, en general, al anterior a los años setenta).
También hubo bodrios. Y muchos. Sucede que cuando se es exigente hay que convenir que el noventa por ciento de todo es poco relevante. Pasa con el cine, con la televisión, con los libros, con los cuadros, con la música o con cualquier esfera cultural. Si bien la evaluación de la bondad de un producto depende de cada cual -de las circunstancias culturales de cada cual-, resulta razonable pensar que todo el mundo valora según una escala, y guarda la nota más alta de esa escala para los escasos casos que sobresalen del montón, de la mediocridad y de la porquería.
Pues bien, a lo largo de este blog y alternando con otros productos (libros, pelis, músicas y comics), irán apareciendo entradas sobre algunas de las series de los años sesenta que más me hicieron gozar en aquellos años de aprendizaje en el kiosco (kiosco que, por cierto, me facilitó cromos como los expuestos antes).