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lunes, 31 de agosto de 2020

019. Instrucciones para los profesionales docentes ante el COVID-19

Como los políticos se han convertido en negacionistas de que el virus vaya a llegar de forma significativa a los colegios y al resto de centros docentes, ahí van algunas instrucciones o recomendaciones para los maestros y profesores, porque creo que las emitidas por las autoridades educativas son de perogrullo; eso sí, redactadas para que ocupen mucho espacio y así parezca que están muy trabajadas.

Las siguientes recomendaciones van destinadas a aumentar la seguridad de los docentes. No esperéis encontrar ahora aquí instrucciones relativas a vuestro proceder académico. No. Son instrucciones para minimizar el riesgo de contagio personal ante el foco que suponen las concentraciones humanas que están previstas en los centros educativos. No son instrucciones simpáticas. Cuando todo esto acabe, prometo ser menos severo y desplegar mi sentido del humor.

Podéis esperar que estas medidas o algunas similares sean tomadas por los compañeros directivos de estos centros educativos pero, por si acaso, es recomendable que se tomen a iniciativa personal de cada docente, esperando, eso sí, que alguien con acceso a los presupuestos públicos de estos centros caiga en la cuenta de lo necesarias que pueden ser.

1. Pantalla protectora facial individual.- Empiezo por ella, porque es un elemento muy interesante y muy utilizado en lugares que suelen ser fuentes de contagio, como hospitales, ambulatorios, administraciones diversas, comercios, etc. Acompaña a la mascarilla y utilizarla sola no es suficiente; juntas (pantalla + mascarilla) suponen una muy buena barrera. Ten en cuenta que será inevitable que alguien se acerque demasiado. No lo permitas y exige guardar las distancias. La pantalla puedes limpiarla cada cierto tiempo con alcohol, gel desinfectante o agua con lejía, por ejemplo, entre clase y clase. El uso de pantalla es un obstáculo más ante el virus. Que no te dé corte ponértela. Si te da corte mira la siguiente ilustración.


Exígela y recomienda su uso a todos los compañeros. Cuando llegues a casa vuelve a limpiarla. Recuerda que tienes familiares. Mira la siguiente ilustración.


Si se te empañan las gafas debido al uso de la pantalla, ten paciencia. Tu salud es lo primero y está en juego. Si no eres demasiado miope puede que te desenvuelvas mínimamente sin las gafas durante la clase. Exige la pantalla o hazte con una.

2. Mascarillas.- Ya sabemos que son obligatorias, así que no me detengo mucho en este punto. Elige una de buena calidad. Asegúrate de su limpieza y caducidad. No están prohibidas las mascarillas que alguien llamó "egoístas", por protegerte a ti de las posibles emisiones de otros. Es más, son las utilizadas por el personal de alto riesgo en los hospitales. Tú también estás en alto riesgo. Recibirás o a niños o a jóvenes, y a estas alturas, ya sabemos bastante del deficitario control del que hacen gala bastantes jóvenes. No te confíes.

3. Utiliza guantes.- Vas a tocar y manipular muchos elementos comunes (taquillas, cerraduras, armarios, interruptores, mesas, sillas, papeleras, llaves, folios, carpetas, carteras, estanterías, tizas, pizarras, rotuladores, bolígrafos, lápices, borradores y muchos otros).

4. Ponte una bata.-  Es una prenda muy utilizada por profesores que dan case en laboratorios (de biología o de química) o en diversos talleres. Es un momento muy adecuado para volver a ella, sobre todo porque protege a tu ropa habitual. Utilízala para deambular por el centro y para dar clases. Lávala periódicamente.

5. Desinfectantes en tu lugar de trabajo.- Tenlos a mano para limpiar tu mesa a menudo. Puede ser alcohol o lejía. Utiliza algodones que tirarás tras usarlo o bayetas. Limpia a menudo. No permitas que los alumnos se acerquen a tu mesa ni que la toquen. Desinfecta los pomos de las puertas que toques.

6. Ordenadores, tablets, móviles, proyectores, carteras, libros y cuadernos del profesor.- No compartas estos elementos y no los pongas al alcance de nadie. Toma las medidas precisas de limpieza o el uso de guantes para su manipulación.

7. Rotuladores, bolígrafos, tizas, borradores.- No compartas este material. Debe ser distinto al que utilice el alumnado o los compañeros de trabajo.

8. Gimnasios y pabellones.- Cuidado con la estancia en estos espacios. Es mejor la Educación Física al aire libre. Los gimnasios no suelen tener una ventilación adecuada para este caso, ya que sus ventanas suelen estar situadas a gran altura.

9. Vestuarios y servicios del alumnado.- Generalmente los profesores no entran en estos espacios, pero en estos momentos debe ser prohibitivo. Ni se te ocurra. No eres el encargado de su mantenimiento ni de su limpieza. Ni siquiera eres el encargado de abrirlos o cerrarlos; eso queda para la labor de los ordenanzas. Fíjate bien en este personal, que siempre se ha caracterizado por saber defender muy bien sus derechos con respecto a las funciones que les asignan y aprende a ser tan reivindicativo como ellos. Yo preveo que las primeras bajas ante las primeras toses serán solicitadas por este personal, que también está en riesgo. No se cortarán ni un pelo. Tú, lo mismo.

10.- Servicios del profesorado.- Lávate las manos a menudo. Sé más cuidadoso y limpio que nunca. Exige los desinfectantes. Lleva tus propios geles de mano para prevenir su posible ausencia en el lugar en el que debían estar.

11. Cuidado a la hora de compartir vehículo para ir o volver del centro de trabajo.- Hay normativa para los conductores si no son personas que convivan en el mismo domicilio, así que no te relajes con este punto cuando comience el trabajo diario.

12.- Disminuye el uso de papel en los exámenes. Haz pocos y cógelos con guantes. O haz exámenes orales y anota el registro de esta observación en tu cuaderno o táblet. Cuando confecciones tus programaciones haz referencia a este instrumento de evaluación. Utiliza, si es posible el correo electrónico que se habilite para recibir trabajos del alumnado.

13. Sé precavido al deambular por el centro educativo. No te metas en aglomeraciones y prohíbelas. Huye de las reuniones en lugares cerrados y reivindica reuniones telemáticas. Cuidado con compartir al unísono los ascensores ya que son espacios muy reducidos y peligrosos en estas circunstancias. No toques barandillas, bordes, ventanas o persianas sin proceder inmediatamente al lavado de manos.

14.- El gimnasio, el aula de Música, la biblioteca, el aula de Tecnología, los laboratorios de Biología o Química y otras aulas o espacios singulares (almacenes, talleres, comedores...).- Cada docente debe vigilar y poner atención en el uso que se le va a dar a tanto material común (un balón, un microscopio, una probeta, un teclado, un instrumento, un aparato, una herramienta, un libro...). Dejo este apartado a la atención de cada profesor especialista.

15.- No rebajes la atención en oficinas y despachos.- Hay elementos como ordenadores, cajas, materiales, fotocopiadoras, teléfonos fijos, etc., que pueden ser vía de contagio.

16.- Cuando llegues a tu casa.- Cámbiate de ropa, lava la que has usado y date una ducha con lavado de cabeza. Es un buen momento para pasar por la peluquería y mantener corta tu cabellera para facilitar tu higiene, como se hace en los cuarteles. A pocos nos gusta hablar de cuarteles, lo sé, pero creo que es un ejemplo oportuno por lo de la limpieza. Recórtate las barbas para estar menos molesto con la mascarilla y para sudar menos.

Os deseo mucha suerte, compañeros. La vais a necesitar. Si se me han escapado cosas, comentadlo y añadidlo. Ahora, dos palabras sobre vuestro rendimiento profesional, que tan agradecido os ha sido por las autoridades educativas durante el pasado confinamiento.

Rendimiento profesional
- Director: convoca reuniones telemáticas siempre que sea posible. No metas al personal en la biblioteca o en el salón de actos (esto es tan obvio que a ninguno se le ocurrirá).
- Haced reuniones de departamento ágiles y rápidas (minutos), en lugares muy espaciosos o, mejor aún, también telemáticas.
- No es el momento de innovaciones educativas y otro tipo de proyectos. Id a lo básico.
- Vais a tener menos tiempo, así que id vislumbrando un justificado panorama con reducción de temario y contenidos. Contempladlo como "Plan B" en vuestras programaciones didácticas.
- No hagáis tantas pruebas de evaluación como en un régimen de normalidad. Es la nueva normalidad. Adaptaos.
- Si consideráis que este curso habrá cierta merma en el aprendizaje, recordad bien el sistema educativo en el que lleváis inmerso desde hace no sé cuántos años y sus tristes resultados, así que no os desesperéis. Ya habrá tiempo para apretar cuando llegue la vacuna, si llega y si llegamos nosotros a ella.
- Simplificad todos los procedimientos, anotaciones y observaciones, y tenedlos bien recogidos para que cuando vuestros queridos inspectores os los requieran se los podáis facilitar. Y si se ponen muy pesados no perdáis el tiempo en discutir o ser puntillosos. Si quieren poca burocracia no les llevéis la contraria; si quieren mucha burocracia, tampoco.
- Recordad: ante la duda, aprobad al alumno. Te ahorrarás protestas de él, de sus padres y de la Inspección, pues Parker Lewis nunca pierde; así tendrás más tiempo para ducharte y tomarte la temperatura.

                                                                                                                     Continuará.

domingo, 23 de agosto de 2020

018.- Trampa mortal en septiembre de 2020

El bicho sigue vivo. La vuelta al colegio en septiembre está siendo denunciada y temida por amplios sectores de la población. Los políticos siguen empeñados en la educación presencial y, muy tímida e insuficientemente, empiezan a propugnar un régimen semipresencial para el alumnado a partir de Tercero de Secundaria. Yo creo que han olvidado lo que son un colegio y un instituto y lo apretados que resultan estos. Probablemente, en su corta imaginación, son espacios amplios.

No se han realizado estudios sobre los espacios alternativos disponibles ajenos a los colegios e institutos. No se han hecho encuestas entre los padres para sondear la capacidad de recogida que puedan tener con respecto a sus hijos por si fuera posible una educación telemática a cierta parte de la población (posiblemente a una buena parte). Esta educación telemática es insuficiente (bueno, según como se imparta), pero temporalmente podría ser adoptada como solución provisional, durante unos cuantos meses más hasta que llegue la dichosa vacuna o un tratamiento fiable, y reduciría enormemente el número de alumnos por aula. Se habla mucho de la igualdad de oportunidades, y se minimiza el hecho de la extensión prácticamente universal de la posesión de teléfonos móviles. Con no ser la solución perfecta, lo es parcialmente, pero se rechaza sin más y sin adoptarla junto a otras más. Serían medidas temporales, no para siempre. Hay que combinar recursos. Es como se hace con el tratamiento farmacológíco del bicho hasta el momento: no hay uno solo, sino que los médicos combinan varios en distintos momentos. 

No se ha desdoblado la labor del profesorado en dos turnos (horas por la mañana y horas por la tarde) para atender a grupos más pequeños. No se ha aumentado el tiempo semanal de las clases a impartir por el profesorado (en la función pública puede hacerse, como se hizo durante unos años en la anterior crisis económica); no entiendo como no se ha contemplado esta medida, que aliviaría mucho la necesidad de nuevas contrataciones de profesores (por cierto, cifras ridículas de contratación las que nos anuncian si las comparamos con el número de centros y de profesores que hay en ellos). Tampoco entiendo que no se haya trabajado, también en la enseñanza pública, en la supresión temporal de muchas horas dedicadas a proyectos que debieran tener en esta crisis una importancia secundaria; muchos de estos proyectos conllevan reducciones de horas de clase que nos hacen faltan ahora.

Se ha hablado mucho de la utilización de espacios como los gimnasios o las bibliotecas escolares. No dejan de ser solo dos aulas más. Los gimnasios, aparte de estar ocupados casi todo el tiempo por los profesores de Educación Física, no son lugares adecuados en estos momentos ni para la Educación Física. Tienen una sola puerta de entrada y su ventilación consiste en muy altas ventanas. El virus no va hacia arriba. No nos ceguemos con la altura de estos espacios. Además, el alumno se tiende en la superficie del mismo. ¿Que los profesores van a controlar el espacio de trabajo de cada alumno? ¿Que se van a limpiar o desinfectar estos espacios entre clase y clase, como se hace en las mesas de los bares entre ocupación de un cliente y otro? ¿Que las mochilas se van a quedar en el aula? ¿Que se van a dejar en los vestuarios? Los vestuarios, que no siempre han sido utilizados por la totalidad de los componentes de un grupo de clase -entre otras cosas porque son lugares muy pequeños (con ventilación también en las alturas)-, pueden llegar a convertirse también en una trampa. ¿Que el alumnado va guardar las distancias en el vestuario? Pues entrarán de tres en tres, como mucho, digo yo. ¿También se van a desinfectar o a limpiar entre clase y clase? Pues no sé qué ejército de personal de limpieza haría falta para tanta labor inmediata.

Los pasillos de bastantes colegios e institutos son estrechos. Y no se han construido, ni siquiera los anchos, para albergar en horas de espera a que llegue el profesor con tanta capacidad como para guardar las distancias entre los alumnos de todas las aulas que hay en una misma planta. ¿Se ha pensado en esto? ¿Y cómo se va a entrar y salir del aula? ¿Todos a la misma hora? Entiendo que no. ¿Escalonadamente? Pues vamos a estar todo el día en el camino y habrá que acortar la duración de las clases. Se está confiando demasiado no ya en la disciplina del alumnado sino en la capacidad estratégica del profesorado, que no ha visto un desfile militar ordenado ni en películas, entre otras cosas porque pocos quedan que hicieran el servicio militar y asumieran el respeto de la distancia entre filas y columnas. Como mucho, habrán hecho aeróbic, y no sé si, así y todo, este es un modelo apropiado para estas circunstancias. Además, si los políticos no han conseguido concienciar a la juventud acerca del ocio nocturno y el botellón, cosa que no sorprende a los que imparten clases -los que más saben de qué va la juventud, con perdón de sociólogos y teóricos que no la tratan-, ¿van a ser capaces los profesores de ordenar y cuidar el natural e inquieto bullicio juvenil? Yo a esto lo llamo ingenuidad. 

Ahora se está pidiendo la ayuda de los influencers para que conciencien a la juventud sobre los peligros de determinadas temerarias conductas. Bueno, no sé si algunos de estos influencers harán también botellón, así que espero que no salga el tiro por la culata.  Como iniciativa bienintencionada, estoy de acuerdo en combatir o no dar voz a los negacionistas del virus. Entiendo que se está jugando, cuando no delinquiendo, en contra de la salud pública. Pero, veo que existe otro tipo de negacionismo, procedente de las propias instituciones del Estado: el que, en la práctica, casi dice que el virus no se manifestará en los colegios y minimiza el peligro de la educación presencial. Yo no tengo reparo en denominar en estos momentos a la educación presencial como trampa mortal, porque eso terminará siendo para alguien de la comunidad educativa (profesor, alumno o personal no docente) o algún familiar.

Se habla mucho de la importancia de la socialización como primer gran objetivo de la educación, y se esgrime esta circunstancia como argumento para que la vuelta al colegio sea presencial. De esta forma, se confunde la socialización con el contacto cara a cara (asemejándola así a la reunión borreguil o a la movida de la botellona), obviando que la socialización tiene un alcance mucho mayor y un horizonte más amplio desde hace más de veinte años, desde que existen los ordenadores, las tablets y los teléfonos personales. Se confunde la socialización en el colegio con la labor de guardería del profesorado. Y hay, también, tentaciones para culpabilizar, por ejemplo, al profesorado que se queja por su seguridad; así se ha apelado a la responsabilidad del profesorado, como si este no la hubiera más que demostrado con su agotador trabajo telemático durante el confinamiento. Una responsabilidad de la que no hacen gala los políticos ni las autoridades educativas, que en vez de plantear complejas soluciones -que les hubieran supuesto pensar, acordar, pactar, reunirse, pedir consejo a expertos o a estrategas profesionales para, tras ello, desdoblar, diversificar, alternar, empequeñecer los grupos, habilitar espacios comunitarios, cambiar horarios, coordinar y conjuntar diferentes propuestas- optan por la barbarie de la solución final (desagradable expresión de terrible recuerdo, por cierto): todos al cole y Dios dirá. 

¿Es asumible que, por ejemplo, un cierto número de profesores caiga? ¿Ah, sí? ¿Cuántos? ¿Cientos? ¿Docenas? ¡Hombre, no! ¡Con suerte dos o tres nada más! ¿Uno solo? Bueno, si es uno solo, puede ser asumible ¿verdad? Con un cadáver no se habrá alcanzado la muerte del profesorado y, tan solo, se produciría la muerte del profesor (a ser posible, mayor de sesenta años, hipertenso, diabético, crónico de dolencias o, mejor aún, quemado y decepcionado). Eso sí, en unos meses organizarán un funeral de Estado ante la tumba del profesor desconocido. La tumba de ese profesor al que pidieron responsabilidad.

¿Políticos? Un cero a todos. Nada de aprobado general. Ni en el gobierno ni en la oposición. No ha habido ninguno, en todo el espectro, que haya aportado sensatez. Solo hay borreguismo y mediocridad. Es ya tiempo de auténtico cambio para preparar políticos conciliadores que en una o dos generaciones abominen del corto plazo y de la falta de empatía hacia el rival, dos de los males de este tiempo que estamos pagando, ahora, con vidas.