A finales de octubre de 2004 me llamó por teléfono, desde Sevilla, mi cuñado Luis, para decirme que, próximamente, se iba a celebrar en Cádiz un congreso sobre ciencia ficción, y que debíamos pensar en asistir ya que a los dos nos gustaba el tema. Así lo hicimos y nos inscribimos en dicho congreso, que se celebraría entre el cinco y el siete de noviembre.
Una vez llegados al Palacio de Congresos, el día seis de noviembre, un día después de la inauguración, comprobamos que el congreso se trataba, en realidad, de la anual reunión denominada HISPACON que organizaba la AEFCFT (Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror), una institución que hasta el momento desconocíamos. Desde el principio nos vimos envueltos en un simpático y friki ambiente, con bastante asistencia de público compuesto por jóvenes y adultos de distinto género, que discurrían entre los diferentes mostradores y estands -con libros, revistas, películas, juguetes, juegos electrónicos, figuritas y maquetas-, y todo ello ilustrado con carteles y programas sobre el evento; en suma, un montaje, cierta y sorprendentemente, más complejo del que nos habíamos imaginado.
Vimos que había diversas conferencias y talleres, distribuidos durante el fin de semana. En cuanto pudimos nos apuntamos a un par de talleres, empezando por uno a cargo de Ángel Torres Quesada, escritor gaditano de ciencia ficción –desconocido por entonces para nosotros–, sobre el peculiar mundo de las novelas de a duro. El uso de esta forma para calificar parte de su obra, y presentada sin ningún tipo de complejitis, nos sustrajo y agradó sobremanera; nos engatusó con su discurso cercano, entusiasta y muy informativo acerca de este género. Gracias a él, pude descubrir que mis lecturas juveniles, y que la dependienta que me las servía llamaba “novelitas siderales” –escritas por un tal George H. White–, eran parte de la Saga de los Aznar, obra que había sido premiada en 1978 en la Convención Europea de Ciencia Ficción como mejor serie europea de ciencia ficción; y que dicho George H. White era en realidad el pseudónimo del escritor valenciano Pascual Enguídanos; y que él mismo, Angel Torres Quesada, llegó a firmar su propia obra como Alex Tower o A. Thorkent, con la misma intención que Enguídanos, la de dar la impresión al lector de que leía algo americano o anglosajón y, por lo tanto, algo cubierto por la gran sombra de la ciencia ficción extranjera, que venía a ser lo mismo que algo de gran calidad.
No sólo aprendimos, estupefactos, este tipo de truco para mejorar la difusión o la venta de las novelas y relatos, sino que asistimos, absortos a la escuchas de otras muchas anécdotas entre las que destaco la siguiente. Resulta de Ángel Torres había escrito un misterioso relato en el que se escuchan voces desde una escalera que posee dos entradas: en realidad, dos escaleras situadas en espiral que conducen, una de ellas a los pisos impares y la otra a los pares, de forma que los sonidos, ruidos y voces resultantes se mezclan y no se pueden identificar; añadió gotas de misterio y terror al relato, y nos indicó que se basó en una casa de vecinos, provista de esta singular escalera, que existía realmente en la calle La Torre de la ciudad (Cádiz).
Curioseamos por la sala de exposiciones, paseamos con Angel Torres Quesada y conocemos a Pedro García Bilbao y a Carlos Saiz Cidoncha, ambos grandes personalidades de este mundillo. Pedro es, entre otras muchas cosas, editor de Silente, y ha editado y actualizado la Saga de los Aznar. Carlos Saiz Cidoncha es uno de los escritores españoles más veteranos y reconocidos en esto de la ciencia ficción.
Ni que decir tiene que nos faltó tiempo para acudir, en el descanso del mediodía, a husmear en la dirección facilitada por Ángel Torres para visitar escalera de su relato. Cuando llegamos, bien por el pudor que sentíamos ante una vivienda extraña, bien por el efecto de la cerveza consumida, o simplemente por el canguelo que nos dio, el caso es que no huimos capaces más que de vislumbrar desde el patio de vecinos los dos accesos de la escalera y no nos atrevimos más allá en absoluto. Nos conformamos, entre risas, con haber llegado hasta allí, como dos adolescentes hubieran hecho. Creo que entrar en el mundo friki tiene algo de eso, de convertirte en ingenuo adolescente (aunque en nuestro caso no era ingenuidad; era pura cobardía).
Durante la jornada de tarde asistimos a una conferencia de Javier Cuevas, periodista, sobre La fascinación del mal. Resultó muy entretenida. También hubo una mesa redonda sobre Flash Gordon, muy interesante, y de la que recuerdo la ingeniosa intervención de Rafael Marín para catalogar al personaje como “el primer metrosexual del cómic”.
Una vez llegados al Palacio de Congresos, el día seis de noviembre, un día después de la inauguración, comprobamos que el congreso se trataba, en realidad, de la anual reunión denominada HISPACON que organizaba la AEFCFT (Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror), una institución que hasta el momento desconocíamos. Desde el principio nos vimos envueltos en un simpático y friki ambiente, con bastante asistencia de público compuesto por jóvenes y adultos de distinto género, que discurrían entre los diferentes mostradores y estands -con libros, revistas, películas, juguetes, juegos electrónicos, figuritas y maquetas-, y todo ello ilustrado con carteles y programas sobre el evento; en suma, un montaje, cierta y sorprendentemente, más complejo del que nos habíamos imaginado.
Vimos que había diversas conferencias y talleres, distribuidos durante el fin de semana. En cuanto pudimos nos apuntamos a un par de talleres, empezando por uno a cargo de Ángel Torres Quesada, escritor gaditano de ciencia ficción –desconocido por entonces para nosotros–, sobre el peculiar mundo de las novelas de a duro. El uso de esta forma para calificar parte de su obra, y presentada sin ningún tipo de complejitis, nos sustrajo y agradó sobremanera; nos engatusó con su discurso cercano, entusiasta y muy informativo acerca de este género. Gracias a él, pude descubrir que mis lecturas juveniles, y que la dependienta que me las servía llamaba “novelitas siderales” –escritas por un tal George H. White–, eran parte de la Saga de los Aznar, obra que había sido premiada en 1978 en la Convención Europea de Ciencia Ficción como mejor serie europea de ciencia ficción; y que dicho George H. White era en realidad el pseudónimo del escritor valenciano Pascual Enguídanos; y que él mismo, Angel Torres Quesada, llegó a firmar su propia obra como Alex Tower o A. Thorkent, con la misma intención que Enguídanos, la de dar la impresión al lector de que leía algo americano o anglosajón y, por lo tanto, algo cubierto por la gran sombra de la ciencia ficción extranjera, que venía a ser lo mismo que algo de gran calidad.
Mis antiguas novelas siderales y la reedición de Silente. |
No sólo aprendimos, estupefactos, este tipo de truco para mejorar la difusión o la venta de las novelas y relatos, sino que asistimos, absortos a la escuchas de otras muchas anécdotas entre las que destaco la siguiente. Resulta de Ángel Torres había escrito un misterioso relato en el que se escuchan voces desde una escalera que posee dos entradas: en realidad, dos escaleras situadas en espiral que conducen, una de ellas a los pisos impares y la otra a los pares, de forma que los sonidos, ruidos y voces resultantes se mezclan y no se pueden identificar; añadió gotas de misterio y terror al relato, y nos indicó que se basó en una casa de vecinos, provista de esta singular escalera, que existía realmente en la calle La Torre de la ciudad (Cádiz).
Curioseamos por la sala de exposiciones, paseamos con Angel Torres Quesada y conocemos a Pedro García Bilbao y a Carlos Saiz Cidoncha, ambos grandes personalidades de este mundillo. Pedro es, entre otras muchas cosas, editor de Silente, y ha editado y actualizado la Saga de los Aznar. Carlos Saiz Cidoncha es uno de los escritores españoles más veteranos y reconocidos en esto de la ciencia ficción.
Con Ángel Torres; Cidoncha y García Bilbao. |
Continuamos la mañana asistiendo a la ponencia de Manuel Barrero sobre Ciencia Ficción y tebeos, muy de mi agrado por lo aficionado que soy a estos últimos. Muy bien ilustrada con imágenes en power point, basada en gran parte en ilustraciones de la Historia de los comics de Toutain.
Ni que decir tiene que nos faltó tiempo para acudir, en el descanso del mediodía, a husmear en la dirección facilitada por Ángel Torres para visitar escalera de su relato. Cuando llegamos, bien por el pudor que sentíamos ante una vivienda extraña, bien por el efecto de la cerveza consumida, o simplemente por el canguelo que nos dio, el caso es que no huimos capaces más que de vislumbrar desde el patio de vecinos los dos accesos de la escalera y no nos atrevimos más allá en absoluto. Nos conformamos, entre risas, con haber llegado hasta allí, como dos adolescentes hubieran hecho. Creo que entrar en el mundo friki tiene algo de eso, de convertirte en ingenuo adolescente (aunque en nuestro caso no era ingenuidad; era pura cobardía).
Durante la jornada de tarde asistimos a una conferencia de Javier Cuevas, periodista, sobre La fascinación del mal. Resultó muy entretenida. También hubo una mesa redonda sobre Flash Gordon, muy interesante, y de la que recuerdo la ingeniosa intervención de Rafael Marín para catalogar al personaje como “el primer metrosexual del cómic”.
Faltaba todavía algo increíble. Al final de la tarde apareció Guillermo del Toro (sí, sí; el director), que estaba invitado al día siguiente para ser entrevistado en el gran acto final. Curioseó por los estands y se hizo fotos con todo el que quiso. Nuestro pudor nos impidió abordarle para que nos firmara un autógrafo o para fotografiarnos con él, y de ello nos arrepentimos ya que se prestaba muy cordialmente.
Asistimos también, creo que al día siguiente -no estoy seguro del momento- al taller de escritura que dio Elia Barceló. Esta escritora, experta y creadora de ciencia ficción, disertó sobre sus claves para trabajar y expuso varios recursos literarios con buenos ejemplos. Recuerdo, incluso, haber tomado apuntes, alentado por Luis, que estaba entusiasmado. A estas alturas ya estábamos totalmente integrados en la HISPACON y nos manejábamos como pez por el agua por las diferentes estancias.
Asistimos también, creo que al día siguiente -no estoy seguro del momento- al taller de escritura que dio Elia Barceló. Esta escritora, experta y creadora de ciencia ficción, disertó sobre sus claves para trabajar y expuso varios recursos literarios con buenos ejemplos. Recuerdo, incluso, haber tomado apuntes, alentado por Luis, que estaba entusiasmado. A estas alturas ya estábamos totalmente integrados en la HISPACON y nos manejábamos como pez por el agua por las diferentes estancias.
Taller con Elia Barceló; rueda de prensa final. |
Y el broche final fue la rueda de prensa de Guillermo del Toro, que contestó a todo el que le preguntó, incluso al público que llenaba la sala. Se mostró muy simpático y habló del comienzo de su carrera, de sus inspiraciones juveniles, de su película Hell Boy y de sus próximos proyectos, entre los que destacó su interés por llevar a la pantalla el relato En las montañas de la locura de H.P. Lovecraft, lo que me pareció genial. Lástima que el proyecto, finalmente, no saliera.
La HISPACON fue un descubrimiento encantador. Durante los siguientes años me hice socio de la AEFCFT y, si bien no asistimos a la convocatoria siguiente, celebrada en Vigo en 2005, sí lo hicimos en 2006 a la celebrada en Dos Hermanas (Sevilla), esta vez acompañados de más familia, a la que habíamos llegado a interesar.
La HISPACON fue un descubrimiento encantador. Durante los siguientes años me hice socio de la AEFCFT y, si bien no asistimos a la convocatoria siguiente, celebrada en Vigo en 2005, sí lo hicimos en 2006 a la celebrada en Dos Hermanas (Sevilla), esta vez acompañados de más familia, a la que habíamos llegado a interesar.