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domingo, 20 de julio de 2025

LOS MASCONATOS CRECEN

Entrevista de Rut H. White

Nuevo relato de Pablo Ángel, que viene a ser la continuación de su anterior obra Tiempo de masconatos (Círculo Rojo, 2020). Lo he podido entrevistar en San Fernando, en uno de sus rincones preferidos, el bar Los Gallegos, uno de los restaurantes que frecuenta cuando aparece por la Isla para encontrarse con sus amistades. 

P. ¿Por qué hemos quedado en este lugar? Me dijiste que comenzara preguntándote esto.

R. Sí, para poder responderte sobre una de las anécdotas que menciono en el libro. Hace unas semanas que le hice saber a los dueños del negocio que, gracias a ellos y al estupendo pulpo que cocinan, salí de un gran apuro en un concurso gastronómico al que me presenté hace ya unos treinta años.

P. ¿Puede saberse en qué consistió?

R. Es mejor leerlo en el libro y así no lo desvelo ahora. Nuestra presencia aquí hoy es un poco un pequeño homenaje al restaurante, aparte del que nos vamos a dar nosotros mismos mientras saboreamos el vino Ribeiro que tenemos delante.

P. O sea, que me has hecho preguntarte por una cosa que no me vas a responder ahora (risas). Aunque ya conozco la respuesta porque he leído el relato.

R. Así es. Una pequeña trampa.

P. Sigues siendo un masconato,

R. Siempre. Es inevitable.

P. Es un libro de carácter nostálgico, en el que conjugas anécdotas graciosas con capítulos un poco tristes.

R. Así es. Han pasado tantas cosas y tantos años que... A todos nos afecta la vida, la pérdida de seres queridos... Es la historia de muchos de nosotros. Pasamos por experiencias similares y no siempre las repasamos o verbalizamos cuando son negativas y tristes. 

P. Es la continuación de Tiempo de masconatos; una segunda parte, ¿no?

R. Sí. Y si contiene páginas tristes es porque la época que siguió a Tiempo de masconatos es la de la vida que nos esperaba, la vida adulta, muy sumida en problemas que cuando éramos infantes y jóvenes no podíamos apreciar. De creer en los Reyes Magos, pasamos no sólo a no creer en ellos sino a vernos rodeados de cruda realidad. No es que terminen nuestros sueños del todo, pero pasan a ser considerados o vistos con otros matices, con gafas oscuras para que no te dañe tanto ficticio sol.

P. Es un libro sobre la amistad, como dice el subtítulo del mismo.

R. Creo que la amistad es el sentimiento más gozoso, la forma de amor con la que nos damos al mundo cuando queremos que nos vaya bien. Ambas palabras, amor y amistad, derivan de la raíz am, que encima, parece que significa madre; muy desvelador, pienso. Amor y amistad están en la misma línea positiva de deseo por la compañía de los que queremos. El amor en sentido romántico se diferencia de la amistad, claro. Pero los dos significan gozos por el roce entre personas, con las diferentes reglas y permisos que nos damos para gozar de estos roces y relaciones. No descubro nada, entiendo.

R. Te duelen las amistades perdidas.

P. Sí. Como todo lo perdido si era bueno. Todos hemos tenido momentos en los que nos hubiera gustado que el mundo se parara y permaneciera así, con esos momentos y situaciones felices y alegres. Son ilusiones que duran lo que duran. Son ilusiones que nos hacen sentir que todo mereció la pena alguna vez. Estas ilusiones las utilizo para iluminar tanto el tiempo pasado como el presente y el que nos quede por delante. Estas ilusiones son vitaminas necesarias para que no se nos agríe la vida o para cuando ésta se nos ha agriado. Agarrarse a ellas puede parecer una maniobra poco realista para quien sufre las pérdidas que nos depara la vida. No importa, son ilusiones y lo sabemos. Disfrutemos de ellas. Cumplen su misión.

R. ¿Recuperar las amistades pasadas ha sido muy frecuente en tu vida?

P. No. Cuando se ha producido ha sido como un pequeño milagro. La vida nos desgasta y existe el riesgo, comprobado, de hacernos graníticos, como si tuviéramos miedo a ser sensibleros y llorones ante lo que hay que aceptar que se fue para siempre. No me libro de esta actitud y no es motivo de orgullo. Por otra parte, es más fácil intentar el contacto perdido cuando tu conciencia te dice que no hubo nada en el pasado que justifique la pérdida. En todo caso, siempre es problema de dos, no de uno. Puede que yo haya tenido suerte en algunas ocasiones, porque he podido experimentar que ha sido la otra persona la que dio el paso acertado.

P. ¿Ha cambiado San Fernando?

R. Ha cambiado el planeta entero. Ha cambiado la vida entera. Los paisajes de nuestra juventud, la ampliación de nuestras expectativas viajeras, el no vivir en la misma casa familiar de siempre... La vida es cambio y hay que aceptarlo. Las fachadas inamovibles que los servicios de patrimonio histórico se empeñan en conservar para no cambiar, no dejan de ser precisamente eso, una fachada. Por dentro los edificios sí cambian. En el caso de las personas, conservamos más el interior que nuestras propias fachadas corporales. 

P. Entonces, ¿no te molesta el cambio de la ciudad?

R. Hay rincones feísimos que recuerdo más bonitos hace muchos años. También hay otros rincones que han mejorado. Pasa lo mismo que con la ropa o la moda. Creo que no aguantaríamos volver a vestirnos como lo hacíamos hace años, independientemente de que hoy haya algunas vestimentas y modas que me parezcan muy mejorables. A mis padres tampoco les gustaba que yo fuera con botas de desembarco a muchos sitios. Yo creo que los cambios son inevitables. No se puede parar el tiempo y dudo que se deba hacer. Aunque me recree con el repaso de nuestra pequeña historia, lo hago para explorar el feliz y agradable impacto de este repaso mental. Es un ejercicio de gimnasia mental. Somos memoria.

P. Y también está el asunto de la muerte. Las terribles pérdidas. ¿Algo que decir sobre esto?

R. La muerte y la muerte anunciada que somos todos. El cambio que hace años implicaba crecimiento se convirtió, con el paso del tiempo, también en deterioro. Este deterioro nos anuncia que el programa tiene un final. No se puede estar siempre en la película. A mí me gustaría, pero...

P. ¿Habrá algo más allá?

R. ¿Para escribir desde allí una tercera parte, una continuación de esta saga de masconatos? No estaría mal. Me apunto la idea. ¿Habrá ordenadores, cuánticos o no, que me permitan escribir desde el más allá? ¿Almas, consciencias universales y reencuentros de nuestras esencias? Que tú lo veas, querida.

P. ¿Y qué título le pondrías a ese libro?

R. Me lo pones a huevo, chica. Fíjate bien, que no lo digo mal ni es un error gramatical: Los masconatos permanacen. ¿Lo entiendes?

Y tanto que lo entiendo. Muchas gracias.



Tiene permiso del autor para difundir esta obra y compartirla con cuantas personas desee.

miércoles, 6 de noviembre de 2024

Marinero de segunda

Relato de un servicio militar poco lúcido y poco lucido. Solo es apto para personal poco bélico y manifiestamente cobarde.


Pulse aquí para ir a la página donde ver o descargar el relato


sábado, 19 de octubre de 2024

UN CIERTO AIRE A LOVECRAFT (Descarga y lectura gratuitas)

Se trata de un relato de ciencia ficción, de 170 páginas, en el que se mezclan misterio, intriga y fenómenos paranormales. Una visita a la HISPACOM de 2004, celebrada en Cádiz, es el inicio de una trama que llevará al protagonista a cuestionarse el fondo de la identidad humana y los demonios interiores que parecen gobernarla o sostenerla. Muy recomendable para los aspirantes a la etiqueta de friqui despistado y a los interesados en los relatos y en la figura del genio H.P. Lovecraft.  A ratos resulta divertida y, en otros momentos, inquietante. Así que... A disfrutar con esta asequible y fresca historia.

Puede descargarse gratuitamente al acceder al siguiente enlace y pulsar en el archivo del relato:

RELATOS de Pablo Ángel Gil Morales: UN CIERTO AIRE A LOVECRAFT



lunes, 10 de abril de 2023

El libro REQUIEM POR IRINA

Editorial CÏRCULO ROJO
170 páginas
Precio: 15 €


Tengo el gusto de recomendar la lectura de un relato que ha escrito mi amigo leonés Javier Pérez Fernández; se titula REQUIEM POR IRINA y ha sido recientemente publicado por Círculo Rojo. 

Cualquier guerra es un horror, creo que todos lo sabemos. Y si alguien no comparte esta idea será que no imagina lo que sucede cuando se mezclan dos cosas tan diferentes y contrapuestas: la guerra y un niño -en este caso, una niña-. Javier nos lo cuenta partiendo de un caso real, para presentarnos una historia -varias historias- que, a pesar de sus inicios casi de cuento de fantasía o de ciencia ficción, nos proporciona un gran baño de realidad; de una realidad que nos cuesta reconocer tan cercana y presente. Sus descripciones son ajustadas, realistas y directas. Las diferentes historias de los personajes, anécdotas surgidas de la más cotidiana realidad, se transforman, por la aparición de la guerra de un día para otro, en la más monstruosa realidad que salpica y devora a todos los personajes del relato.  

lunes, 26 de diciembre de 2022

Entrevista al autor de TIZAS ROTAS

 Tizas rotas (Editorial DONBUK, 2022)

Una entrevista de Rut H. White

En esta ocasión me ha resultado muy fácil contactar con Pablo Ángel, pues ya lo pude entrevistar cuando publicó su anterior relato, TIEMPO DE MASCONATOS. A pesar de su fama de huidizo no he tenido que recurrir a ningún intermediario y, simplemente, lo he telefoneado para concertar la cita en su propio domicilio. Esta se produce un par de tardes después. Nos instalamos en el salón de la casa y me sirve café. Él lo toma descafeinado. Procedo con las preguntas.

P.- TIZAS ROTAS se trata de un libro muy diferente al anterior, por lo que veo.

R.- Sobre todo por el tono. Este libro es poco complaciente si lo comparas con TIEMPO DE MASCONATOS.

P.- El subtítulo de la obra, “Treinta y tres años en Secundaria”, parece anunciar su experiencia docente, ¿no es cierto?

R.- Así es. La cifra de treinta y tres años redondea a la de los treinta y dos y medio que me llevé en la profesión. Treinta y tres años es una cifra que resulta más idónea, es mucho más llamativa y resulta menos prolija que treinta y dos y medio, que es la que corresponde a mi caso.

P.- Porque el libro es autobiográfico, ¿no?

R.- No. Mi biografía no es interesante para nadie, salvo para mi familia. Lo que ocurre es que solo puedo hablar de las cosas que conozco y es inevitable recurrir a mi vida docente para montar un relato sobre un profesor de instituto. Modifico algunas circunstancias sobre la geografía, los centros de trabajo y las personas. Solo trato en el relato temas profesionales. La vida privada del protagonista permanece al margen y no escribo apenas sobre ella, tan solo lo que resulta pertinente para la historia que cuento.

P.- Pero coincide que el protagonista del relato, Carlos, también resulta permanecer treinta y dos años y medio en la profesión.

R.- Sí. Se jubila en cuanto puede, al cumplir sesenta años, como yo y como la mayoría de los funcionarios públicos docentes que conocí. Este no es tanto un detalle personal o biográfico insólito, sino que resulta muy común y viene a reflejar bastante el hastío y la desilusión de gran parte del profesorado.

P.- ¿Tan desilusionado está el profesorado?                 

R.- Entiendo que lo está. De esto solo saben los que conviven con algún profesor de instituto.

P.- Sin embargo, hay quien está muy cómodo con sus horas de trabajo, con su vocación…

R.- Gente cómoda sí que hay. Generalmente los que no hacen nada, los que pasan lista y no se preparan las clases, los que no cambian de método nunca, los que no leen sobre su materia o sobre pedagogía… Como en cualquier profesión, en la enseñanza hay tunantes, pícaros, flojos y aprovechados. Es curioso, pero muchos de estos dicen que sienten una gran vocación por la enseñanza. Yo creo que lo que sienten es una gran comodidad por no ser cuestionados nunca por los jefes.

P.- ¿No son controlados?

R.- Se controla la asistencia y se controla, sobre todo, que no resulten ser profesores que suspenden demasiado.

P.- Eso que dice resulta un poco fuerte.

R.- Y antipático, pero es verdad. Vivimos unos tiempos en los que lo que importa es no molestar. No importa que no se enseñe. Lo importante es no molestar y, por tanto, en este campo lo importante es no suspender. Un profesor que no suspenda, no tendrá nunca problemas con la Administración, ni con los alumnos, ni con los padres de estos.

P.- Esto resulta algo caricaturesco.

R.- Pásese por un instituto. Hable con los profesores. Conozca sus miedos. Observe lo que hacen en sus clases. Lea las programaciones de las materias. Asista a las reuniones del claustro, a las de los equipos educativos o a las de los departamentos. Introdúzcase en este mundo. Es lo que hago en mi relato.

"En general, los alumnos saben quién les ha enseñado algo y, desde luego, saben con quién no han aprendido nada"

P.- Habrá de todo, claro.

R.- De todo. Lo malo es que no abunda lo valioso, sino lo mediocre y lo increíblemente mediocre. ¿No tiene Ud. hijos que hablen de sus profesores?

P.- Sí. Alguna vez hablan bien de unos y mal de otros.

R.- Pues eso. En general, los alumnos saben quién les ha enseñado algo y, desde luego, saben con quién no han aprendido nada.

P.- Con este libro no va a hacer muchas amistades con parte del profesorado.

R.- Ni lo pretendo. Lo que quiero es dejar constancia de una realidad de la que la sociedad no está suficientemente informada. Tenemos una enseñanza muy mediocre y nada rigurosa, tanto porque hay profesores mediocres como porque el sistema educativo es endeble y de risa.

P.- Pero, sin embargo, se tiende a pensar que la enseñanza es hoy mejor que antes.

R.- Si dice que es mejor porque no te castigan o no te azotan estoy de acuerdo. Eso no lo discuto y por ahí no me va a encontrar. Es un argumento bobo, como de ley del péndulo o de ver las cosas solo en blanco y negro. No es eso lo que quiero señalar. Lo que digo es que la educación de hoy no es mejor que la que yo recibí, en lo que se refiere a los conocimientos y el trabajo que se le exigen al alumno, que cada vez son menos. Ahí radica gran parte del problema actual. Todo está embarullado y diseñado para hacer creer a los ciudadanos que el sistema educativo es de gran calidad. Yo no estoy de acuerdo y, por el contrario, pienso que cada vez es peor y muy endeble en este sentido.

P.- Dicen que antes era todo más teórico y hoy es más práctico. Eso es un buen avance, ¿no?

R.- Es que no es verdad. Es lo que se dice, pero no es verdad. Pregúntele a alguien que tenga menos de cuarenta años cuánto es un metro, que lo señale sobre el terreno. Con la reciente pandemia mucha gente de las nuevas generaciones no apreciaba ni calculaba bien cuánto era metro y medio o dos metros de separación entre las personas. La inmensa mayoría de los alumnos no sabe calcular cuánto son diez metros en la pista deportiva. La mayoría piensa que el mundo atómico y subatómico es de planetitas y órbitas. No saben interpretar la composición de los alimentos ni su valor energético. “Esto tiene hidratos de carbono, pero no lleva azúcares”, he escuchado muchas veces. También habría que decir mucho acerca de que la educación del pasado solo era teórica y memorística. Con ese postulado, por un lado, parece ridiculizarse o rebajar la importancia de lo teórico y la importancia de la utilización de la memoria; por otro, se obvia que la educación siempre ha contenido un aspecto práctico ineludible. Esto de describir la educación antigua como únicamente basada en la lección magistral es una forma de tildarla malévolamente. Yo siempre estaba haciendo cosas: lecturas, cuadernos, resúmenes, tareas, problemas, supuestos, laboratorio, microscopio, excursiones, juegos, dibujos, trabajos manuales... Y no únicamente escuchando una lección magistral del profesor, que, por cierto, también tiene su cabida, su lugar, su propio sentido y valor. ¿Acaso los educados en mi generación hemos salido poco competentes o tontos de salón? Yo creo todo lo contrario; que sí que salimos bastante más competentes para andar por muchos más terrenos que los jóvenes de ahora. ¡Pues anda que no hemos tenido que adaptarnos a cambios y a novedades! Y lo hemos hecho, entiendo, gracias a nuestra formación, preparación y disposición, que a su vez, algo tendrán que ver con la educación recibida. 

P.- Pero el protagonista de su relato sí creyó en la necesidad de las reformas educativas en su momento.

R.- Sí. No estaba contra las reformas porque siempre hay que mejorar el sistema. Lo que ocurre es que el sistema no solo no ha mejorado, sino que ha empeorado. 

P.- ¿Por qué muchos profesores están tan en contra de la pedagogía?

R.- Esto es complicado. Por un lado, si se es benévolo con el profesorado, hay que admitir que las últimas leyes educativas y sus desarrollos contienen una jerga de términos y neotérminos que no conducen nada más que a confusión. En muchos apartados se mezclan o incluyen conceptos que pertenecen a diferentes categorías. Los profesores, y antes que nada los de filosofía, se escandalizan con estos planteamientos tan desordenados. Por otro lado, mucho profesorado también está en contra de la pedagogía por ignorancia.

P.- ¿Por ignorancia? 

R.- Sí, por ignorancia. Es como estar en contra de la psicología. Hay que estar en contra del mal psicólogo o del pedagogo desnortado, pero no de sus ámbitos científicos. Lo que ocurre es que mucho profesor no solo no se ha formado mínimamente en pedadogía o en didáctica, sino que ha confundido estos campos con las neopedagogías imberbes y escasamente fructíferas que nos invaden desde hace años y que alucinan a nuestros políticos. El resultado es que, a muchos, todo lo que suene a pedagogía les parece inútil. Es un gran error.

P.- Volviendo al libro, sus capítulos son muy diversos. Cuenta la evolución profesional del protagonista, sus comienzos entusiastas…

R.- Sí. Entusiastas y discretos. Carlos es alguien, como yo, que no se educó ni estudió para ser profesor. Es casi un intruso en la enseñanza y tiene que partir de cero. Creo que esta condición, la de venir de fuera, la de allegado, le proporciona una visión o una perspectiva privilegiada. Si bien ha de aprender a marchas forzadas, también puede mantener una cierta mirada objetiva, desde fuera. Es un poco eso que los antropólogos como Marvin Harris llamaban mirada o punto de vista etic.

"Esto de la vocación es un poco místico y, por tanto, un poco mítico o de cuento de hadas"

P.- Hay un capítulo muy tajante sobre lo que el profesor protagonista aprendió de sus alumnos.

R.- Sí. No aprendió nada. Mantener lo contrario es una cursilería, palabras bonitas de película romántica sobre la educación. Carlos así lo manifiesta porque considera que perder el tiempo en debates nimios entorpece la labor del profesorado. Hay mucho romanticismo trasnochado docente, como cuando los profesores hablan de su vocación.

P.- Este tema es interesante. El protagonista no tenía vocación docente.

R.- No. Lo que tenía era hambre. Decidió cambiar de profesión porque estaba en paro como médico y vio una oportunidad en el mundo docente para subsistir y mantenerse. Sus estudios lo hicieron competente y con capacidad de adaptación a lo nuevo.

P.- Pero, sin vocación, ¿no es más difícil?

R.- Esto de la vocación es un poco místico y, por tanto, un poco mítico o de cuento de hadas. Lo que hace Carlos es tomarse su trabajo en serio. Conocedor de sus limitaciones profesionales, intenta aprender cuanto puede para resultar mínimamente un profesor digno. Esto lo conduce a distinguir muy pronto lo valioso y a despreciar lo superficial o, lo que es peor, lo fraudulento.

P.- ¿Hay muchos profesores como Carlos?

R.- Es una pregunta casi personal porque, lógicamente, el protagonista está basado en mí. Carlos no es el mejor profesor del mundo. Es, simplemente, un profesor que intenta ser serio con su trabajo. Hay muchos. Los hay. Pero, siento decirlo, no son la mayoría en la enseñanza. Como en cualquier otra esfera humana, en cualquier otra profesión, lo que abunda no es la excelencia, por utilizar un término algo desprestigiado en la enseñanza. Carlos no es excelente. Es trabajador y es cumplidor. Y, sobre todo, lo que no es Carlos es creyente en la religión del no esfuerzo en el aprendizaje y de la aceptación de la mediocridad.

P.- Que Carlos sea un profesor de Educación Física, ¿lo incapacita para ofrecer una visión ajustada o más completa de la enseñanza?

R.- Casi le ha faltado decir “un mero profesor de Educación Física”. No pasa nada. Estoy acostumbrado a que esta asignatura sea tildada de maría, porque, en realidad y por su consideración administrativa, lo es. Carlos empieza como profesor de esta asignatura para convertirse enseguida en profesor de materias menos marías en el seno de la Formación Profesional. También ha sido tutor de Secundaria, secretario del instituto, ha impartido clase de Fisiología en los bachilleratos experimentales, talleres de Sexología, Educación para la Ciudadanía, cursos en el centro del profesorado, ha estado en la innovación educativa, llega a ser catedrático, escribe libros de texto, recibe un premio nacional de enseñanza… Creo que ha tenido la suficiente experiencia como para saber resumir e interpretar acertadamente la vida y el funcionamiento en un instituto; en un instituto de barrio, que es aún más complejo, por decirlo así.

P.- ¿Carlos se haría profesor hoy en día?

R.- Con lo que Carlos sabe ahora, no. Pero esa situación es imposible. Cuando se empieza en una profesión no se sabe lo que te espera. Así que, puede que sí, que Carlos eligiera ser profesor hoy. El asunto de la vocación llegaría después de dar el paso, como me ocurrió a mí.

P.- ¿Cree que el libro se puede recomendar a alguien que empieza en la profesión?

R.- Bueno, creo que su lectura le ayudará a conformar su visión sobre el mundo educativo. Puede encontrar en él rincones curiosos o ideas para desarrollar en su día a día y, sobre todo, puede encontrar advertencias sobre lo que no conviene ni explorar.

P.- ¿Qué ha sido lo más positivo en su paso por la enseñanza?

R.- Encontrar buenos compañeros con los que trabajé y congenié. Los tuve y algunos se convirtieron en amigos verdaderos. Curiosamente, la labor del profesor es muy solitaria, siempre estás solo ante el alumnado. Así que, si se tiene la oportunidad de compartir aula con otros profesores, se puede crecer mucho profesionalmente. He dicho se puede. No siempre es así. Hay veces que es mejor volver a tu soledad.

P.- ¿Y lo peor?

R.- Que el sistema educativo no me dejó enseñar todo lo que yo consideraba interesante y valioso. 

"Ahora en los centros educativos se aprende a no aprender"

P.- ¿No ve nada positivo en la situación actual?

R.- La universalidad de la enseñanza. Pero ha venido acompañada de una gran rebaja en el rigor. No comparto esto. Para lo que se le ofrece al ciudadano actualmente en los centros educativos no hace falta un licenciado en la mesa del profesor. Puede resumirse así: los profesores actuales son ahora monitores de tiempo libre. Les basta con pasar lista y tomar nota de la presencia del alumno en el aula. Los exámenes parecen tener los días contados y son, cada vez más, puramente anecdóticos e intrascendentes, sin peso específico definitivo en la evaluación final. Si esto no se modifica, el supuesto ciudadano competente que se propugna, no será más valioso que un maniquí.

P.- Entonces, ¿los alumnos no aprenden mucho ahora?

R.- Aprenden algo que me parece un error. Voy a ser muy contundente al señalarlo y tómeselo como un titular. Despues vendrá la letra chica. Aprenden que no tienen que esforzarse demasiado ni que examinarse para seguir adelante en el proceso educativo. Si me permite un juego de palabras con la nueva terminología pedagógica, puedo concluir lo siguiente: Ahora, en los centros educativos se aprende a no aprender. Miedo me da.

P.- A mí también. Me quedo algo preocupada. ¿No estará exagerando demasiado?

R.- He dibujado una caricatura a grandes rasgos. Hay que comparar este diseño caricaturesco con el día a día y comprobar hasta qué punto existen los defectos que he señalado y hasta qué punto han calado en la comunidad educativa.

La entrevista ha finalizado. Le doy las gracias a Pablo Ángel Gil Morales y retengo en mi mente esta última imagen, la de que todo no es más que una gran caricatura, demasiado crítica con un sistema educativo del que tantos políticos y expertos hablan muy bien. Sin embargo, compruebo que son ya muchos los profesores de a pie que no suelen coincidir con estos políticos y expertos. Como mínimo, es para pensarlo.

Rut H. White es corresponsal de Aprendí en el kiosco


 
TIZAS ROTAS. Treinta y tres años en Secundaria.
Editorial DONBUK
Año 2022
536 páginas
Precio: 20,99 €
En formato digital: 4,99 €
Desde el 23 de dicembre en librerías, en www.donbuk.com y en www.amazon.com




lunes, 19 de diciembre de 2022

Un libro sobre un profesor de instituto en estos tiempos

 Por Rut H. White


Acaba de publicarse Tizas rotas, un relato de Pablo Ángel Gil Morales que, como muestra su subtítulo -Treinta tres años en Secundaria- recoge el periplo profesional de un profesor de instituto en las tres últimas décadas pasadas. Si bien se sigue recomendando como lectura en los distintos ámbitos de formación de educadores el clásico Historia de una maestra, hemos de reconocer que, valores literarios aparte, la obra de Josefina Aldecoa -dedicada a las escuelas- se aleja en el tiempo y poco tiene que ver con la situación de la enseñanza hoy en día. Es por ello que, en nuestra opinión, libros como el presente, Tizas rotas, vienen a ocupar mejor ese espacio destinado a debatir, analizar y/o asumir o rechazar las líneas y movimientos educativos de nuestras actuales enseñanzas medias y, también y de paso, los que afectan a la enseñanza primaria.

El autor, profesor de instituto, basa su relato en las vivencias que el protagonista del mismo nos cuenta de primera mano. Desde el inicio de la historia apreciamos la autenticidad y sinceridad con la que describe lo que le llevó al mundo educativo y lo mucho que tuvo que esforzarse para entenderlo y adaptarse a él. El protagonista, Carlos, no es más que el recurso que el autor utiliza para camuflarse en él y presentarnos su pensamiento y su experiencia personal. El resto de personajes que aparecen en el relato, se basa en personas que el autor llegó a conocer en diferentes situaciones -fundamentalmente mucho profesorado-. Nos dice el autor que, aunque ha cambiado o trasladado las geografías y las identidades personales, los hechos presentados no son inventados o ficticios, sino que se inspiran en la realidad que conoció.

Ese es el valor de este libro, su aire de crónica fidedigna de la labor profesional que han llevado a cabo los docentes de los institutos durante unos años en los que han asistido, de forma inexorable, a la llegada y aplicación de una serie continuada de leyes educativas que han terminado, de momento, en la conformación de la presente y confusa realidad. A este respecto, el hecho de que el protagonista que nos cuenta esta historia proceda de un mundo ajeno al educativo -pues no se formó académicamente para ser profesor-, nos resulta un factor muy revelador e interesante, porque su mirada se encuentra inicialmente falta de juicio -y, también, de prejuicio- acerca del habitual espíritu o sentir del profesorado común. Carlos deberá superar este handicap para captar unas esencias que, al principio, se le escapan. Precisamente esta extrañeza inicial que siente es lo que le obliga a observar atentamente cuanto sucede a su alrededor para, así, ir montando un relato -personal y siempre subjetivo, desde luego- sobre lo que llega a conocer y experimentar. 

Aquí radica, a mi parecer, el acierto de esta crónica: en el desencuentro, en la apreciación de lo chirriante o no dominado por desconocido o nuevo, en la desubicación profesional y/o vocacional, en la previa virginidad o ingenuidad docente y pedagógica del protagonista. Desde este inicial desconocimiento, Carlos viaja por la docencia para, en distintos momentos, tropezar, sortear, evadir, superar o dominar los obstáculos o hitos que se le va presentando en el camino, con algunos de los cuales llega también a estrellarse.

Otro acierto que veo en el libro es que, merced a los cambios en las leyes educativas, el protagonista ha podido llegar a conocer tanto la Secundaria como el Bachillerato o la Formación Profesional, que son los tres ámbitos que conforman las enseñanzas medias en nuestro país. Este privilegiado punto de vista le dota de suficientes referencias como para describir y opinar sobre ellos, así como para recoger el sentir de muchos otros profesionales docentes en sus diferentes desempeños. 

Carlos siempre está en crisis o en el dilema, unas veces por su falta de preparación, otras por su dedicación desmedida, otras por su ingenuidad ante los cambios que se van roduciendo, otras por su disconformidad con otros compañeros, otras por su descreimiento ante la burocracia y el sistema educativo... Su aventura discurre siempre entre la duda y la confianza por lo llevado a cabo y, también, envuelta en el desconcierto que supone cada nueva norma, cada nuevo giro o vuelta de tuerca del sistema educativo que se está construyendo, casi siempre a espaldas de la opinión del profesorado. Tampoco encuentra entre el propio profesorado una clara fundamentación pedagógica por su resistencia ante los cambios y -según su opinión-, esta resistencia es débil, timorata y resulta siempre una renuncia. 

El libro está dividido en tres partes: Los inicios, Destino definitivo y Tres años después. Las dos primeras constituyen la crónica docente, el puro relato de su paso por la enseñanza. La tercera parte, la más breve, recoge los pensamientos del protagonista después de su jubilación, cuando siguen coleando en su mente dudas y temores por lo vivido y por lo que intuye como más probable en el inmediato futuro de la profesión.

Puede decirse que el autor no deja apenas títere con cabeza en este sistema educativo, y si hay algo que destaca como positivo es la convicción con la que defiende y reivindica un sentimiento que no lo abandona nunca: la sensación de que sin algunos de sus compañeros todo hubiera sido aún peor. Es a estos compañeros a los que dedica este relato. Alguien tenía que agradecerles a los buenos profesores de instituto su labor, porque ya quedan pocos que lo hagan fuera de la profesión.

En breve, espero poder ofrecerles una entrevista con el autor.

Rut H. White es corresponsal de Aprendí en el kiosco


 
TIZAS ROTAS 
Editorial Donbuk. 
   Año 2022.
 536 páginas
Precio en formato físico: 20,99 €
Precio en formato digital: 4,99 €
Desde el 23 de diciembre en librerías, en www.donbuk.com y en www.amazon.com





sábado, 17 de diciembre de 2022

En Navidad, regala un libro

 
Si conoces a maestros, a profesores o a personas interesadas en el mundo educativo, apunta este libro. Les puede agradar.



Editorial DONBUK
Año 2022
Relato
536 páginas
Edición en rústica: 20,99 €
Edición en ebook: 4,99 €
A LA VENTA DESDE EL 23 DE DICIEMBRE
Se puede adquirir en www.donbuk.com o en www.amazon.com
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