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lunes, 19 de diciembre de 2022

Un libro sobre un profesor de instituto en estos tiempos

 Por Rut H. White


Acaba de publicarse Tizas rotas, un relato de Pablo Ángel Gil Morales que, como muestra su subtítulo -Treinta tres años en Secundaria- recoge el periplo profesional de un profesor de instituto en las tres últimas décadas pasadas. Si bien se sigue recomendando como lectura en los distintos ámbitos de formación de educadores el clásico Historia de una maestra, hemos de reconocer que, valores literarios aparte, la obra de Josefina Aldecoa -dedicada a las escuelas- se aleja en el tiempo y poco tiene que ver con la situación de la enseñanza hoy en día. Es por ello que, en nuestra opinión, libros como el presente, Tizas rotas, vienen a ocupar mejor ese espacio destinado a debatir, analizar y/o asumir o rechazar las líneas y movimientos educativos de nuestras actuales enseñanzas medias y, también y de paso, los que afectan a la enseñanza primaria.

El autor, profesor de instituto, basa su relato en las vivencias que el protagonista del mismo nos cuenta de primera mano. Desde el inicio de la historia apreciamos la autenticidad y sinceridad con la que describe lo que le llevó al mundo educativo y lo mucho que tuvo que esforzarse para entenderlo y adaptarse a él. El protagonista, Carlos, no es más que el recurso que el autor utiliza para camuflarse en él y presentarnos su pensamiento y su experiencia personal. El resto de personajes que aparecen en el relato, se basa en personas que el autor llegó a conocer en diferentes situaciones -fundamentalmente mucho profesorado-. Nos dice el autor que, aunque ha cambiado o trasladado las geografías y las identidades personales, los hechos presentados no son inventados o ficticios, sino que se inspiran en la realidad que conoció.

Ese es el valor de este libro, su aire de crónica fidedigna de la labor profesional que han llevado a cabo los docentes de los institutos durante unos años en los que han asistido, de forma inexorable, a la llegada y aplicación de una serie continuada de leyes educativas que han terminado, de momento, en la conformación de la presente y confusa realidad. A este respecto, el hecho de que el protagonista que nos cuenta esta historia proceda de un mundo ajeno al educativo -pues no se formó académicamente para ser profesor-, nos resulta un factor muy revelador e interesante, porque su mirada se encuentra inicialmente falta de juicio -y, también, de prejuicio- acerca del habitual espíritu o sentir del profesorado común. Carlos deberá superar este handicap para captar unas esencias que, al principio, se le escapan. Precisamente esta extrañeza inicial que siente es lo que le obliga a observar atentamente cuanto sucede a su alrededor para, así, ir montando un relato -personal y siempre subjetivo, desde luego- sobre lo que llega a conocer y experimentar. 

Aquí radica, a mi parecer, el acierto de esta crónica: en el desencuentro, en la apreciación de lo chirriante o no dominado por desconocido o nuevo, en la desubicación profesional y/o vocacional, en la previa virginidad o ingenuidad docente y pedagógica del protagonista. Desde este inicial desconocimiento, Carlos viaja por la docencia para, en distintos momentos, tropezar, sortear, evadir, superar o dominar los obstáculos o hitos que se le va presentando en el camino, con algunos de los cuales llega también a estrellarse.

Otro acierto que veo en el libro es que, merced a los cambios en las leyes educativas, el protagonista ha podido llegar a conocer tanto la Secundaria como el Bachillerato o la Formación Profesional, que son los tres ámbitos que conforman las enseñanzas medias en nuestro país. Este privilegiado punto de vista le dota de suficientes referencias como para describir y opinar sobre ellos, así como para recoger el sentir de muchos otros profesionales docentes en sus diferentes desempeños. 

Carlos siempre está en crisis o en el dilema, unas veces por su falta de preparación, otras por su dedicación desmedida, otras por su ingenuidad ante los cambios que se van roduciendo, otras por su disconformidad con otros compañeros, otras por su descreimiento ante la burocracia y el sistema educativo... Su aventura discurre siempre entre la duda y la confianza por lo llevado a cabo y, también, envuelta en el desconcierto que supone cada nueva norma, cada nuevo giro o vuelta de tuerca del sistema educativo que se está construyendo, casi siempre a espaldas de la opinión del profesorado. Tampoco encuentra entre el propio profesorado una clara fundamentación pedagógica por su resistencia ante los cambios y -según su opinión-, esta resistencia es débil, timorata y resulta siempre una renuncia. 

El libro está dividido en tres partes: Los inicios, Destino definitivo y Tres años después. Las dos primeras constituyen la crónica docente, el puro relato de su paso por la enseñanza. La tercera parte, la más breve, recoge los pensamientos del protagonista después de su jubilación, cuando siguen coleando en su mente dudas y temores por lo vivido y por lo que intuye como más probable en el inmediato futuro de la profesión.

Puede decirse que el autor no deja apenas títere con cabeza en este sistema educativo, y si hay algo que destaca como positivo es la convicción con la que defiende y reivindica un sentimiento que no lo abandona nunca: la sensación de que sin algunos de sus compañeros todo hubiera sido aún peor. Es a estos compañeros a los que dedica este relato. Alguien tenía que agradecerles a los buenos profesores de instituto su labor, porque ya quedan pocos que lo hagan fuera de la profesión.

En breve, espero poder ofrecerles una entrevista con el autor.

Rut H. White es corresponsal de Aprendí en el kiosco


 
TIZAS ROTAS 
Editorial Donbuk. 
   Año 2022.
 536 páginas
Precio en formato físico: 20,99 €
Precio en formato digital: 4,99 €
Desde el 23 de diciembre en librerías, en www.donbuk.com y en www.amazon.com